lunes, 19 de septiembre de 2016

TRES CAMARADAS (1938), de Frank Borzage

Si os apetece escuchar el coloquio que sostuvimos en "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla a propósito de "La lengua de las mariposas", de José Luis Cuerda, podéis hacerlo aquí.

El amor es lo que sostiene a las personas. Es capaz de existir a pesar de las enfermedades, de las guerras, de los golpes terribles que da la vida…Es único porque significa darlo todo por el otro. Quizá no admite cerrar los ojos. Quizá sea exigente en sus pagos pero es lo más importante, es lo que nos construye como buenas o malas personas. Es una mirada en silencio mientras se sufre, es sentir cómo se abren las carnes mientras se lucha, es volar por encima de la Historia porque, al fin y al cabo, el amor en sí mismo es Historia. La de dos corazones que se juntan inevitablemente, más allá de todo y de todos. El amor se burla del tiempo y también de la muerte. Nunca termina, solo se transforma. Es pura energía. Es la seguridad de que no se está solo frente a las dificultades. Es todas las noches convertidas en días. Es la verdad más absoluta y definitiva. Y, tal vez, también es nuestro último acto en la Tierra.
La amistad es lo máximo. Es elegir a tus propios hermanos sin imposiciones biológicas. Es pasar por lo peor con un buen puñado de manos tendidas dispuestas a sufrir contigo, a superarse contigo, a darlo todo por ti. Porque, cuando un amigo es realmente feliz, la felicidad se expande a sus amigos si realmente lo son. La venganza también entra en el paquete de los sueños. Los sueños caminan junto a la ilusión de un mañana entusiasmado por el mero hecho de estar al lado de alguien que te aprecia de verdad. Los lazos que surgen tras el sufrimiento de una batalla son irrompibles cuando tres amigos se salvan mutuamente la vida, comparten sus alegrías y sus heridas, se ríen con una copa en la mano y cuidan tiernamente de los otros dos. No hay demasiadas vidas felices sin amigos alrededor porque ellos son los únicos que arriesgaran su propia existencia por dibujar una sonrisa en un rostro que busca el amor de verdad, el auténtico, el único, el que solamente se puede encontrar una vez.
Tal vez, teniendo amor y teniendo amistad la vida comience a convertirse en una obra de arte.

Frank Borzage dirigió esta adaptación del libro de Erich Maria Remarque con Robert Taylor, Margaret Sullavan, Franchot Tone y Robert Young dominando toda la película. Juntos se puede sentir el aire de camaradería y el terco intento por reconstruir unas vidas destrozadas por la guerra. Y lo hacen temerariamente, tal y como lucharon en el frente, con el pie en el acelerador y la valentía formando parte de ellos como un brazo o una pierna más. Al fin y al cabo, la prudencia asegura la vida pero eso no es vivir, es solo existir. Ellos viven…porque creen. En el amor, en la libertad, en la misma vida.

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