miércoles, 4 de septiembre de 2019

ÉRASE UNA VEZ EN HOLLYWOOD (2019), de Quentin Tarantino



Siempre supimos que los reflejos eran mucho más felices. Quizá aquel actor no era tan ideal y tenía que haber sido su doble. Tal vez, aquella actriz, a punto de ser estrella, no debió morir a manos de unos desalmados. Es posible que el destino conspire para que la realidad se imponga, pero para eso tenemos el cine. Y, por eso también, Quentin Tarantino ha decidido llevar a cabo la última venganza de un cinéfilo que jamás perdonó a quienes se llevaron a una chica que pudo ser maravillosa.
Así que es tiempo de sumergirse en un buen puñado de frustraciones que se agolpaban a finales de los años sesenta. El actor al borde del pánico que no puede hacer nada para impedir que su carrera vaya cuesta abajo cuando, en realidad, nunca fue demasiado cuesta arriba. El especialista que vale para un roto, para un descosido y para abrir latas de comida de perro. La chica, encantadora, que se divierte porque sabe hacer reír y disfrutar al público. El productor que, con una sonrisa y cierto encanto, tiene la dudosa virtud de decir la verdad más dolorosa. La pandilla de descerebrados que terminan por ir contracorriente a merced de ese monstruo que se introdujo en las casas como una caja cuadrada llamada televisión. Las luces de neón que brillan una vez más para refulgir en la memoria de Tarantino. Todo se agazapa en esta película que resulta mucho más deudora del ritmo y del estilo de Jackie Brown que de cualquier otra locura del director. Al fin y al cabo, así es cómo debieron ser las cosas y no como fueron. La vida no es tan justa como el cine.
Y también es tiempo de disfrutar del trabajo de Brad Pitt y de Leonardo di Caprio, caras opuestas de un espejo que no deja de poner a prueba su amistad, su personalidad, su ética, su comportamiento y su frustración. Quizá ese especialista que interpreta Pitt no ha hecho su última acrobacia. Tal vez ese actor que encarna di Caprio aún tiene una oportunidad para alcanzar la gloria definitivamente. Da lo mismo. Unos ascienden hacia el cielo de la imaginación tras la verja de la realidad y otros desaparecen tras el olvido, sin nombre, ni destino, ni verdad, ni fantasía. Hollywood se ha cobrado ya demasiadas víctimas y lo que interesa es el título de la próxima película.
Puede que ésta sea una historia que decepcione a algunos y encante a otros. Lo cierto es que Quentin Tarantino, como siempre de incógnito, nos desliza el mensaje de esa justicia poética que, tan a menudo, se niega y que también favoreció a aquella chica de color que se la jugó al FBI y a un traficante de armas. Al fin y al cabo, el cine nació para hacernos soñar, para hacernos olvidar, para hacernos entornar los ojos sabiendo que las cosas no ocurrieron así, pero que, muy bien, podrían haber acabado como nos cuenta el director. Por el camino, rinde homenaje a toda la serie B del mundo, hace un uso extraordinario de la banda sonora, exhibe una elegancia admirable en la planificación, nos enseña cómo fue su mundo a finales de los sesenta y nos relata un cuento de la fábrica de sueños, con secuencias brillantes, descubriendo el cartón de los escenarios y el irremediable encanto que desprendían. Y sin ningún reparo, emprendemos ese desvío al reflejo que propone, en un juego de espejos que nunca acaba, en el que no se ahorran críticas, ni humor, ni saltos hacia atrás, ni miradas hacia adelante, ni, tampoco, casi tres horas de buen cine.

13 comentarios:

carpet_wally@gmail.com dijo...

Es cierto que es una película tan de Tarantino que puede no gustar ni a los fans de Tarantino.

Y cuando digo que es de Tarantino quiero decir que es suya propia. Quentin ha hecho una película sobre sus recuerdos, no sobre las cosas que pasaban sino sobre una época, sobre los films que llenaban las salas de los cines pequeños, sobre las series que se veían en aquellos viejos(ahora) televisores. Y ese no contar las cosas que pasaban es lo que puede decepcionar a más de un fan, porque a la manera de Cuaron con "Roma" (como el propio Quentin ha querido decirnos en sus entrevistas) nos pone de espectadores pasivos de cosas cotidianas sin un argumento hilado que nos lleve a un desenlace tras un nudo que siguiera a un inicio. La estructura argumental clásica no es la primera vez que Tarantino se la salta a la torera, pero esta vez no juega con los cambios de tiempo, sino que simplemente pasa de un hilo argumental al que el público pueda agarrarse cuando empiece a doler el culo por efecto de la butaca.

Es una película que me gustó mucho, pero que no es fácil recomendar. No todo el mundo puede pasar por la sala y aguantar tres horas de escenas sueltas (la mayoría magníficas) sin un hilo conductor reconocible o sin un conflicto puro al que hincarle el diente.

Las interpretaciones de Pitt y Di Caprio son olímpicas, sobre todo en el caso de Leo que se marca una escena bestial en el rodaje del western. No sé si es tarea fácil hacer de actor que actúa, pero a mi me parece tan notable el cambio de registro que ejecuta de actor más bien perdido y sin confianza para meterse en el violento y despiadado pistolero que interpreta y acabar de nuevo en el actor ahora henchido de autoorgullo y con la estima en alza. Genial. Tampoco está manco Pitt con sus momentazos: el del desencuentro con Bruce Lee sería supremo si no existiera también el del campamento hippy o por supuesto, el desmadre final.

Algunos califican el film también como un homenaje a las historias de amigos en el viejo western y quizá no les falte razón. Esas amistades en las que todo se sobreentiende pero uno reconoce eternas.

En cuanto a la banda sonora, la planificación y realización de esas escenas sueltas, el uso del espacio y el tiempo...bueno, es Tarantino y como tal, un grande. No solo sabe lo que quiere hacer sino que también sabe como.

¿Las hay mejores en su filmografia?. Sin duda, pero esta tiene una nota muy alta también, una nota inalcanzable para la gran mayoría de los directores actuales.

Abrazos arreglando la antena sin camiseta

César Bardés dijo...

Ahora que dices lo del western...es que yo veo el personaje de Brad Pitt igualito a un pistolero que viene de vuelta de todo, que se enfrenta a cualquiera sin tener miedo (la escena del rancho tiene una tensión impresionante y la decepción de muchos está en que, sí, pasa algo, pero no todo lo que esperan) y, de algún modo, es una especie de "hombre sin nombre" muy propio de las películas de Eastwood con Leone. Yo creo que todas y cada una de las secuencias que pueblan la película están magistralmente dirigidas y que es una película al alcance de muy pocos. Sí, es posible que no sea la mejor película de Tarantino (ni mucho menos, es la peor, sigamos dejando ese puesto a "Death proof"), pero es una lección de buen cine, en la que aprovecha para ajustar cuentas con lo que realmente pasó con el arma que más cerca tiene que es el propio cine. Y, de paso, aprovecha para dar un repaso, como bien dices, a todos sus recuerdos de una época casposa, pero, también, inolvidable.
También reivindico lo bien que lo hace di Caprio (Pitt está enorme, con una seguridad impresionante en lo que hace, igual que, en un registro totalmente distinto, "Quemar después de leer") con un personaje con múltiples caras que, también como acertadamente apuntas, tiene que aparentar seguridad cuando, en realidad, es un cúmulo de pánicos. Y, aunque a mí no me hacen mucho las rubias, tengo que reconocer que Margot Robbie es un encanto de chica que, además, sabe actuar extraordinariamente bien (¿qué es el cine sino esa escena en la que Sharon Tate se entra a ver a sí misma en "La mansión de los siete placeres" y repite los movimientos que le ha enseñado Bruce Lee desde la butaca?). Yo es una película que disfruté muchísimo. Ahora bien, también te doy la razón de que no es fácil recomendarla, especialmente a profanos que sólo verán una serie de viñetas, más o menos coloridas, de un estilo de vida que les pilla tan lejano como Japón.
Y el momentazo Pitt con Bruce Lee es de quitarse el sombrero, hay que reconocerlo (nuevamente decepciona a los que esperan una brutal paliza de alguien sobre alguien) y me hizo sonreír y ensancharme en la butaca como hacía tiempo que no lo hacía.
¿Caerá alguna nominación para Quentin? Fíjate que me atrevo a aventurar que, al menos la película, alguna tendrá.
Abrazos desde la rampa de entrada.

carpet_wally@gmail.com dijo...

Coincido en lo de Margot, aunque lo de venderla casi como protagonista es más un reclamo que algo real. Su escena en el cine es mágica, sobre todo esa ilusión en su cara al llegar a la ventanilla. Pero hay muy poco más de ella y hubiera sido muy de agradecer.

Cierto que Pitt en la escena del rancho esta inmenso y es una escena que me alucina, el manejo de la tensión es impresionante, por si sola esa "viñeta" bien valía la entrada.

Alguna nominación debería caer, sin duda. pero cosas más raras se han visto.

Abrazos italianos

César Bardés dijo...

Es cierto lo que apuntas, te quedas con ganas de más, pero yo creo que Tarantino ahí necesita un rostro conocido para que podamos sentir lo que nos perdimos con Sharon Tate y cómo su encanto natural merecería haber tenido mejor suerte.
En cuanto a la escena de Pitt, aún me sigue alucinando como la dirige Tarantino, con unos planos tan elegantes que apenas me cuadran con la personalidad algo alucinada que posee. En cualquier caso, esa "viñeta", es apenas comprensible para muchos (¿unos tipos que entran por las buenas en un rancho, hacen visitas guiadas por no se sabe muy bien dónde y viven absolutamente alienados por la televisión y, ojo, en plan harén porque hay decenas de tías y sólo tres o cuatro tíos? ¿En serio?) y estoy seguro de que ha sido una decepción también. Nadie se ha ocupado demasiado de contar la historia de lo que pasó en la casa de los Polanski aquella noche de agosto (la inclusión de Steve McQueen no es nada casual, de hecho, estaba previsto que estuviera allí, pero el bueno de Steve se paró en una licorería para llevar una buena botella de vino y se puso a ligar con la dependienta y no fue) y la acusación de los de siempre diciendo que Tarantino es misógino es de risa floja. Quizá, aunque parezca mentira, los de la Academia se han puesto tan políticamente correctos que eso haga que no caiga ninguna nominación.
Abrazos con el perro.

dexterzgz dijo...

Llegó tarde, lo sé, pero también me costó tiempo para disfrutar del último Tarantino que finalmente cayó ayer tarde. Me permito una serie de reflexiones así a vuela pluma que quizá parezcan un tanto deshilvanadas, pero es lo que hay.

En resumen, me pareció una película muy brillante. Tengo que reconocer que en el fondo me alegro de que la película decepcione a aquellos seguidores del "toque Tarantino" que en los últimos tiempos amenazaba incluso con convertirse en cliché. Sin ser malas ni mucho menos, tanto en "Django" como en "Los odiosos ocho" yo al menos atisbé ciertos síntomas de cansancio. Me gusta que Quentin remonte y le hinque al diente por fin al "metacine", y después de tanto tiempo plagiando/ homenajeando al cine nos regale su carta de amor al séptimo arte que evidentemente dista mucho de ser "Cinema paradiso". Me parece una película llena de detalles maravillosos. Enumero algunos.

El título: Doble referencia al cuento de hadas que no fue y a Leone, claro.

Me encantan Brad y Leo y la química que hay entre ellos. No apuntaría a una relación homo pero si que me remite a una imagen de veterano matrimonio en el que quien lleva los pantalones en casa es Brad. La/s escena/s de Leo en el set de rodaje de la serie es /son para darle otro muñequito.

El respeto con el que trata a los actores, los buenos y los malos, en definitiva al mismo cine (la ambientación y el trabajo de dirección artística es impecable), a Sharon Tate. Fijaos que es la única que no aparece doblada en las secuencias de las películas, por algo será. El momento Margott Robbie en la sala de cine imitando sus propios movimientos es magia pura.

La escena del rancho, por bizarra y rara, por un Brad Pitt colosal diciendo "aquí estoy yo". Y por Bruce Dern, claro.

El plano final después de la traca verbenera de rigor, con Rick Dalton abriendo las puertas del cielo rumbo al cine de Polanski.

Quentin, ole tus captaplines por hacer una película como esta a contracorriente homenajeando a la tele de siempre en tiempos de Netflix.
Y un ole a la directora de casting. El que hace de Steve McQueen (Damian Lewis he leído que se llama) es igualito a él.

Para muchos, el cine es un conjunto de mentiras que aspira a contar una verdad. Para Quentin, el cine sigue siendo un conjunto de mentiras que aspira a contar... otra mentira.


No es que sea decir mucho (¿o sí?), pero de momento la mejor película del año.

Abrazos con lanzallamas

carpet_wally@gmail.com dijo...

Es decir mucho, muchas cosas y, como siempre, acertadas (¿Será también esto una mentira?).

Damian Lewis, en estos tiempos de Netflix, tiene a sus espaldas al menos dos exitazos televisivos : "Homeland" y "hermanos de sangre", serie esta última coproducida por Spielberg y Tom Hanks que podría bien ser una extensión de "Salvar al soldado Ryan", al estar ambientada en la 2ª Guerra Mundial y centrada en una compañía paracaidista y sus misiones en Europa tras el Desembarco de Normandia (es una verdadera joya que merece la pena que veas). Ahora está junto a Paul Giamatti en "Billions", serie que no he visto pero que asemeja, sin tanto desfase, el argumento de "El lobo de Wall Street" pues se centra en la investigación de un fiscal (Giamatti) los negocios de un asesor financiero de muchísimo éxito (Lewis). Según dicen también es muy buena.

De lo de las series y Quentin, me encantó reencontrarme con "Mannix" una de las primeras series que recuerdo (yo no debía de tener ni 10 años).

Sobre Brad y Leo, es cierto lo de la química, nada sexual, ni matrimonial como dices, más bien yo la veo como la pareja tópica de amigos inseparables de mil series y películas. Uno es el prota y el otro el amigo que mola (Leo y Brad respectivamente en este caso). Lo hemos visto tantas veces, una de las últimas por ejemplo en "Apaloossa" con Ed Harris y su inseparable, en la peli, Viggo Moretensen. Ahora que se lleva tanto el héroe solitario e infalible, lo de recuperar las amistades apetece.

Lo de las mentiras y Quentin. En el gus planteaba un debate a propósito de la utilización de los casos reales truculentos en aras del espectáculo. Aquí Tarantino está muy en el filo de la navaja desde el punto de vista ético según creo. El juego de "Malditos bastardos" me parecía aceptable, pero aquí...no lo tengo tan claro. También creo que es innecesario, pero él es así.

Y otra escena impresionante, otro gran momento de Leo es su conversación con el cínico personaje de Al Pacino. Como demostrar que tu sonrisa se va congelando mientras te cantan las verdades del barquero.

Muy brillante, coincido.

Abrazos fumando un cigarrillo...especial.


César Bardés dijo...

Bueno, coincido bastante con los dos. Pitt y di Caprio, geniales. Momentos de pura magia cinematográfica. La vuelta a las películas de dos (lo que antiguamente se llamaba "buddy movie"). El momento Robbie. El momento de las puertas del cielo para di Caprio (para mí, muy claro, y éste es un extremo que me han discutido, que eso no estaba tan claro). Lo que no me parece es que que esté en el filo de la navaja desde el punto de vista ético. Muchas veces, por estos mismos lares, hemos coincidido en que el cine tiene todo el derecho del mundo para modificar la realidad a su conveniencia. Es más, estoy convencido de que muy, muy pocas películas que están basadas en hechos reales no modifiquen nada en aras de su propia conveniencia. ¿Y aquí Quentin no puede? Yo estoy completamente seguro que lo hace como una venganza y dispara su cámara. Las cosas no debieran haber sido como fueron y tal vez un perro debiera haber mordido los huevos de más de uno que quiso entrar sólo para hacer daño con un cacao mental encima muy importante. ¿Acaso no hace lo mismo en "Malditos bastardos"? ¿No utiliza el cine como arma?
Lo que sí me gustaría saber es la opinión de Polanski sobre la película, y, sobre todo, lo que piensa sobre esa escena en la que sale Steve McQueen (convenientemente poco iluminado para que las diferencias entre uno y otro no queden bien patentes aunque he de reconocer que sí, que se parece bastante).
En cualquier caso, sí, es posible que sea la mejor película en lo que va de año. Y también coincido en la trascendencia de la aparición de Pacino, mucho más importante de lo que parece.
Abrazos con el pelo largo.

carpet_wally@gmail.com dijo...

Claro que Quentin puede hacer lo que ha hecho. Y el resto también, que no sólo de Tarantino viven las salas.

Lo que pasa, y ya sabéis que no soy yo mucho de censuras, es que a veces mi estúpido código ético me hace plantearme algunas dudas sobre algo.

Supongamos que yo quiero hacer una película en la que cuento la historia de una pizpereta, guapa e inteligente muchacha, buena como el pan, que tiene próxima su boda, que descubre con cierta alegría su embarazo. Sin embargo, la cosa comienza a torcerse, el novio se disgusta con lo del crío, el jefe de ella va a liquidar la empresa, la cosa se pone chunga...y de repente la esperanza. Un nuevo trabajo, una oportunidad, reconciliación con su enamorado...todo pinta bien. Entonces ella coge el metro...En Atocha, el 11 de Marzo...Y boom...A partir de ahí, varias opciones: Tremendo drama lacrimógeno por su injusta muerte. O también momento heroína en el que aunque herida ayuda a varios de los pasajeros con peor suerte que ella. O angustiosos momentos atrapada entre los hierros hasta su rescate y condenada a vivir con una tremenda lesión o amputación...

Sé que es una posibilidad válida, pero...a mi se me encogería el alma si cuento una historieta y aprovecho un terrible drama real para darle más fuerza. Hubo muchos muertos reales con historias quizá parecidas, pero yo juego con parte de su historia, su momento más terrible para cargar de emoción mi invención. Me escuece.

Podemos jugar con todo...pero...¿lo haríamos?

Abrazos en la piscina

César Bardés dijo...

Bueno, entiendo perfectamente tu punto de vista. Sin embargo, según eso, las películas (cualquier película) sobre la guerra, no existirían. Como tampoco existiría, por ejemplo, "Notas de un ser vivo", de Kurosawa, en la que se plantea una historia de ficción a partir del estallido de la bomba atómica, como tampoco existiría cualquier película que hablase de las fugas a través del muro de Berlín cuando tanta gente perdió la vida allí, o, poniéndonos extremistas, con películas que hablen sobre el holocausto, como tampoco existiría una película como "55 días en Pekín", basada en un hecho real pero poblada por historias de ficción, o tantas y tantas otras. A mí me parece perfectamente lícito y normal y yo, sinceramente, no tendría ningún problema en algo así. El cine está lleno de historias basadas en tragedias que han sido tergiversadas, modificadas, extrayendo de ellas un "spin off" o, incluso, sobreseídas. Como bien dice Dex, el cine es mentira y cuenta mentiras con puntas de verdad.
Abrazos fogosos.
Abrazos

carpet_wally@gmail.com dijo...

Si. Es cierto lo que dices, pero creo que no es lo mismo.

Hay dos diferencias fundamentales : Una es el tiempo (que convierte la tragedia en comedia como diría WooDy) transcurrido. Así es fácil de aceptar una película sobre el Holocausto, sobre el genocidio de los indios americanos o sobre los sacrificios humanos en los pueblos preincaicos, pero es bastante menos fácil con el asesinato del niño Gabriel de Nijar, por ejemplo...o sobre la muerte de Blanca Fernandez Ochoa o Robin Williams, por ejemplo...Y por supuesto sobre el 11-M.

La otra diferencia es la posibilidad de identificarse con la victima real: La guerra es una fuente de historias que no tienen porqué ser verídicas. Nadie cuyo hijo haya muerto en la guerra civil, por ejemplo se sentirá dolido porque cuenten una historia en la que los buenos se enfrentan a los malos (sin identificar bando) y maten a los que llevaban el mismo uniforme que su familiar. En este caso el acontecimiento es un paisaje. En el caso de Sharon Tate o en el que yo fabulaba sobre la chavala de los trenes de Atocha...es otra cosa. Las victimas reales son reales e identificables aunque quizá anónimas...

Quizá lo que imporat es también lo que quiero contar. Si entendería una historia ficticia con un taxista, un barrendero, una señora de la limpieza de Ifema, un bombero...que intervienen (representando a tantos madrileños de aquel día) en la gran solidaridad que surgió entonces.

Estoy homenajeando, no aprovechándome del dolor (no digo que eso es lo que haga Quentin, no se me entienda mal).

Es un poco como lo que está sucediendo de forma vergonzosa con lo de Blanca Fdez Ochoa, hay cierto tipo de prensa que no informa sino que se enloda en el morbo...Y por eso creo que también el cine debe tener cuidado.

Pero puedo estar perfectamente equivocado.

Abrazos tirando niñas al suelo

César Bardés dijo...

Hombre, me hablas del tiempo. Lo de Sharon Tate hace cincuenta años que ocurrió. Dudo mucho que ofenda a nadie salvo, quizá, a Polanski...y mira que lo dudo (fíjate la que le ha armado la presidenta del jurado de Venecia porque aún colea el temita de la presunta violación de una menor en un país que tiene tratado de extradición con Estados Unidos porque es Italia). Entiendo lo que dices ¿eh? Pero ejemplos para llevarte la contraria hay bastantes. Ahí tienes, por ejemplo, "Siete días de enero", de Juan Antonio Bardem, muy, muy cercana en el tiempo a la matanza de abogados de Atocha y fabulando bastante (y de forma bastante infantil) con los fascistas para llegar al mensaje que quiere lanzar. Mucho más cercana en el tiempo está una película como "Tan fuerte, tan lejos" que pone en pie toda una historia de ficción alrededor de una víctima de las Torres Gemelas. En el primer caso, quizá, sí me puedes contestar que Bardem también pretende homenajear a los abogados, pero en el segundo, no, salvo homenajear a un padre, a una víctima que nunca existió (o que, quizá, en líneas generales, puede representar a los padres que murieron aquel nefasto día).
Por supuesto que hay cierto tipo de prensa que no informa sino que se enloda. Y habría que castigarlos duramente con la indiferencia...pero ¿sabes lo que hacemos? Nos encanta hacer los corrillos y convertirnos en palmeros. Mucho más cuidado debe tener la prensa diciendo mentiras como si fueran verdades que el cine diciendo mentiras que son mentiras.
Abrazos con Sam Wanamaker.

Miriam dijo...

Una fábula, que no aspira a contar los hechos sino que l'enfant terrible se atreve a crear un universo propio, el suyo, en torno a cómo concibe el cine.

Pese a tener instantes gamberros, con el lanzallamas, en el fondo la película es una carta de amor al cine. A ese cine del pasado, que ya no volverá. Algunos pensarán que el personaje de Margot Robbie es un cebo. No estoy de acuerdo. Tarantino no utiliza, ni manipula en ningún momento a su personaje sino que le rinde tributo a su figura, otorgándole una magia y ternura a la altura (y, por tanto, una prolongación) de Jackie Brown. Me río de aquellos que hablan de la misoginia de este cineasta. Bastaría con que se fijaran en estas dos películas y observarían que el director de Knoxville se coloca, en este sentido, a la altura de John Ford (para el cual los personajes femeninos, aún en segundo plano, poseen tanta entidad como los masculinos).

Saludos.

César Bardés dijo...

Fábula, sin duda, pero sigo pensando que es una forma de vengarse con el gatillo de la cámara. Así es como deberían haber sido las cosas y no como la historia nos las hizo ver. Desde luego, también es una visita guiada a cómo concibe el cine, a su amor por él, a esos años setenta que algunos dicen que no tuvieron ninguna personalidad. Y también estoy de acuerdo en que el personaje de Margot Robbie es toda una personificación de la estrella y la actriz ideal, esa que Tarantino guarda en sus sueños.
Yo me enfadé mucho cuando hablaron de la misoginia de Tarantino.Evidentemente, hay que hacer menos caso de las redes sociales, porque suele hablar gente que ni conoce el cuadro completo, ni tiene el sentido crítico desarrollado como para hacer una afirmación con conocimiento de causa. Yo creo que trata a la mujer con extrema delicadeza y si decide poner mujeres de villanas, pues oye, tampoco es como para decir que es misógino. Las ha habido y las habrá. Igual que hombres. Igual que españoles. Igual que gays. Igual que heterosexuales. Igual que cojos. Nadie está a salvo del toque de maldad del que nos hablaba Orson Welles.
Saludos y gracias por tus comentarios.