viernes, 27 de septiembre de 2019

FORAJIDOS (1947), de Robert Siodmak



Unos tipos llegaron a una cafetería y preguntaron por él. Decían que no tenían nada contra ese tipo, pero yo les vi mala cara. El sombrero muy ladeado, como queriendo pasar desapercibidos. Las respuestas, parcas, como si no quisieran dar demasiadas explicaciones. Y también un bulto sospechoso en el costado. Lo cierto es que me dijeron que eran amigos suyos. Y ahí le tienen. El pobre “Sueco” está con más agujeros que un queso de gruyére. Y según parece, le avisaron de que venían a por él. El fulano se quedó leyendo, tranquilamente, como si esperase la muerte. Dijo que una vez había hecho algo malo. Sí, se ligó a la chica equivocada. Y, claro, le dejó plantado. Tal vez fue eso lo que le impulsó a quedarse quieto y esperar las balas. Una mujer. Pobre desgraciado.
Es verdad que éste es un caso interesante porque el “Sueco” no huyó. Parece que aceptó su destino sin rechistar. Todo un hombre, aunque incomprensible. Si nos ponemos a investigar, lo más seguro es que encontremos que su corazón ya se había parado hace tiempo. Se lo llevó aquella chica. Misteriosa. Seductora. Enigmática. Única. Es una de esas mujeres que saben revolver las entrañas y hacer que la traición aparezca como por arte de humo. El dinero, un atraco, una pandilla demasiado ambiciosa. El “Sueco” hizo algo malo, sí. Y no fue precisamente llevarse un buen montón de pasta ajeno. Fue juntarse con una serie de individuos de los que no te fiarías ni para ir a la vuelta de la esquina. Unos matones de tres al cuarto que, en cuanto diera la espalda, le traicionarían llevándose el dinero, la chica y hasta la ropa. Mala suerte, “Sueco”. Te fijaste en una chica que no te merecía. En realidad, ella no merecía ni vivir.
Una luz mortecina ilumina tus últimos minutos, “Sueco”. Es como si el tiempo te estuviera avisando de sus instantes postreros. Y, sin embargo, aceptase lo que te iba a ocurrir sin pelear, sin revolverte, sin dar con la puerta en las narices a esos dos tipos misteriosos que han preguntado por ti en la cafetería enfrente de la gasolinera donde trabajabas. Lo malo es que sólo un investigador de una compañía de seguros será capaz de descifrar tus actitudes y nadie más podrá entenderlo. Morirás de la misma forma en la que has vivido. Inútilmente.
Robert Siodmak dirigió esta adaptación del relato de Ernest Hemingway The killers, con Burt Lancaster y Ava Gardner en los principales papeles. La atmósfera de la película parece presagiar un asesinato y el humo de los cigarrillos es tan denso que casi se puede agarrar un puñado de aire. Todo para decir que en el relato negro de nuestras vidas siempre hay una mujer que acabó con todo y nos asesinó mientras esperábamos, indolentes, el golpe final. No siempre es el cuerpo el que marca la existencia. El “Sueco” ya estaba muerto cuando dispararon. Y todo el mundo sabe que los muertos no huyen.

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Más que una película yo siempre he considerado "Forajidos" como un manual de cómo hacer una película de cine negro. Cine con mayúsculas. En mi opinión, un peldañito por encima de "Código del hampa".

Abrazos desde la escalera

César Bardés dijo...

Pues sí, lo es. Sobre todo porque Siodmak era un verdadero maestro en la creación de atmósferas, ya sea en su cine americano, como en su cine alemán, y quizá no está todo lo valorado que debería.
El peldañito que tiene (estoy de acuerdo), por encima de "Código del hampa" es, precisamente,ése, la creación de atmósferas irrespirables. La producción de la película de Siegel es, por decirlo de alguna manera, bastante simplota. Ahora bien, "Código del hampa" guarda dentro de sí muchas virtudes porque no deja de ser atractivo que sean los propios asesinos los que se sientan fascinados por el hecho de que Cassavettes se deje matar (ahí Lee Marvin es un punto muy a su favor) y ese gesto final de Marvin haciendo que saca el arma con los dedos es maravilloso. Pero, sí, "Forajidos" está por encima.
Abrazos desde la gasolinera.