miércoles, 5 de mayo de 2021

SMILA: MISTERIO EN LA NIEVE (1997), de Billie August

 

El sentido de la nieve para Smilla Jaspersen es como la lectura de un libro abierto en el que todas sus páginas están en blanco. Ella sabe lo que dice porque se ha criado entre sus huellas y sabe que ese chico no pudo saltar desde la azotea de un edificio. Y que ese extraño vecino del primer piso que tartamudea cada vez que habla con ella sabe más de lo que parece. Todo es muy extraño. Copenhague se yergue como una ciudad llena de misterios, que esconde demasiados intereses creados. Dinero en sobres, aprovechamientos descarados, secretos escondidos y días más blancos que el sol. Smilla quiere desentrañar el misterio porque ese niño, de alguna manera, consiguió llegar a su corazón congelado. Y había muchas cosas a su alrededor que eran muy poco corrientes. Tal vez, la solución se halle en algún lugar del Círculo Polar Ártico, bajo un glaciar que, ya hace algún tiempo, comenzó a empujar a ese niño hacia el abismo. Todo se derrite, Smilla. Incluso tu cariño.

Introducirse en un mundo repleto de mentiras y engaños hace que el hielo sea cada vez más fino. Habrá que subirse a un barco y tratar de averiguar algo a través de un montacargas o encontrar alguna cinta de vídeo que explique lo que le pasaba a ese niño desde el principio. El hielo se quiebra al paso de la quilla y cada vez se llega al convencimiento de que los hombres, con sus grandes empresas y sus afanes de ambición, no dudan en sacrificar a quien haga falta con tal de alcanzar sus metas de dinero y poder. Smilla, con esos ojos que ven más allá de lo que cualquier ser humano consigue atrapar, tratará de descubrir que las huellas conducen, inevitablemente, hacia el asesinato, la enfermedad, el encubrimiento y la muerte.

Interesante película con un reparto de indudable prestigio encabezado por Julia Ormond, terriblemente atractiva con una mirada que traspasa y un miedo agazapado, y secundado por nombres tan interesantes como Gabriel Byrne, Richard Harris, Jim Broadbent y Tom Wilkinson. A la dirección, Billie August, aquel que fue saludado como un posible sucesor de Ingmar Bergman y que no dudó en probar en el terreno de lo más comercial con la adaptación de este best-seller de frío, nieve e intriga que resulta bien llevado en su mayoría aunque el final se derrumbe como un iceberg navegando a la deriva por aguas más cálidas.

Y es que, ya se sabe, si eres groenlandés no se puede encerrar a quien se ha criado en espacios abiertos. Eso es una pena aún mayor que la muerte y Smilla lo sabe desde el mismo momento en que comienza a sentir algo más que la frialdad a la que se ha acostumbrado desde que era pequeña. La nieve tiene estas sorpresas en su lectura. Puede que un beso lo cambie todo. Puede que un niño haga sentir que aún hay sentimiento en una vida maltratada. Puede que alguien quiera arrebatarlo todo. Y Smilla, leyendo en el blanco, no lo va a permitir.

No hay comentarios: