martes, 16 de noviembre de 2021

EXPEDIENTE 39 (2009), de Christian Alvert

 

Ayudar a los demás es algo que debe nacer del corazón. No importa que se hayan tenido experiencias previas que impulsan ese sentimiento. Trabajar en medio de familias que se van desflecando con el paso del tiempo no es nada fácil porque, a menudo, hay que toparse con la hostilidad de los padres, con ese deseo, no siempre cumplido, de preservar la intimidad de una casa. Las contestaciones injustas, las salidas de tono, el fingimiento desconsiderado, son cosas que están a la orden del día en  la vigilancia social de los menores. Emily Jenkins sufre mucho por todos los casos que se le encomiendan porque sabe que los débiles suelen ser los niños. El trabajo la agobia porque no da abasto, apenas tiene vida personal. Quizá haya algo por ahí, pero no tiene tiempo de iniciar una relación seria. Sin embargo, además de los treinta y ocho casos que debe llevar, tiene otro muy especial.

Las apariencias pueden llegar a engañar totalmente. Los padres parecen desquiciados y hay indicios de maltrato hacia su hija. Una llamada inesperada, Emily convence a un amigo policía y salvan a la niña de una muerte espantosa. Ella cree que la chiquilla merece una segunda oportunidad y se ofrece como madre de acogida. No sabe que está cometiendo el mayor error de su vida. Tal vez porque Emily ha querido sembrar tanto amor y conciliación que no ha reparado en que el diablo también anda metido entre sus expedientes.

Esta es una película que fue condenada desde el mismo momento en que se hicieron sus pases previos. La crítica la machacó insistentemente, se hicieron cambios en el final y no llegó a estrenarse en cines hasta tres años después de finalizado el rodaje. Hoy, escondida en cualquier sitio, está ahí esperando su oportunidad porque, sin llegar a ser una absoluta obra maestra, es una película de terror que, en algunos momentos, llega a ser escalofriante, con momentos sobrecogedores. Quizá no contenga las mejores interpretaciones posibles y el personaje del amigo policía de la psicóloga interpretada por Renée Zellwegger no está demasiado bien dibujado, pero está por encima de muchos subproductos del género que han tenido cierto éxito entre el público. También la cercanía en el tiempo de una película como La huérfana debió de influir mucho a la hora de pensarse su estreno, pero no deja de ser un ejercicio aceptable, que no huye de los tópicos que siempre han funcionado y, además, introduce alguna que otra situación de cierta originalidad.

Y es que acoger a alguien extraño es algo que no deja de tener riesgo porque es posible que la niña en cuestión tenga una mirada especial hacia ciertas cosas. Al fin y al cabo, mucha gente ha criado monstruos basándose en dar todos los caprichos y accediendo a todas las peticiones. Y, en ocasiones, no somos lo que parecemos, por mucho ángel que pongamos en la cara y mucha voz delicada que intentemos grabar en las conciencias ajenas. Es difícil acabar con el mal en sí mismo. Es posible que sea porque nunca acaba. Siempre está ahí esperando que alguien lo adopte.

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