martes, 23 de noviembre de 2021

SU PROPIA VÍCTIMA (1964), de Paul Henreid

Ya es hora de vivir la vida que le hubiera correspondido a Edith. Hace años, cuando las arrugas y la amargura no habían aparecido, ella lo tenía todo para triunfar. Había conocido al hombre de sus sueños. Coronel del ejército, de familia adinerada, de modales caballerescos, con amor de por medio…Sin embargo, su hermana gemela se cruzó por el camino y, a través de una mentira, todo se fue al garete. El destino de Edith, desde ese momento, se torció por caminos oscuros hasta parar a un club de mala muerte en algún lugar de Los Ángeles. Y mientras, esa arpía de Maggie viviendo como una reina, en una casa de ensueño, rodeada de sirvientes y de sus estúpidos amigos de la alta sociedad, preocupándose tan sólo de elegir la próxima piel en su armario, perder el tiempo en alguna que otra peluquería de lujo y vestir a la última moda. Ya está bien.

No obstante, ocupar el lugar de otro de un día para otro, no es tarea fácil. Hay hábitos con el cigarrillo, bebidas espantosas, antiguos compromisos pendientes, costumbres religiosas y la indiscreta mirada de los criados. Incluso un amante más joven. Puede que tenga aspecto de gigoló algo estúpido, pero el fulano se da cuenta enseguida y lo que quiere, suele conseguirlo. Además, hay un policía que sentía algo por Edith y anda merodeando por ahí, haciendo preguntas que van de la nada más absoluta al algo más peligroso. ¿Y cuál será la combinación de la caja fuerte? ¿Cómo va a firmar los ansiados papeles de la herencia del marido de Maggie? Ni la propia Edith se cree cómo todos han sucumbido al engaño. Sólo está ese maldito conquistador que, por si fuera poco, también guardaba algún secreto inconfesable con Maggie. Al final, Edith será Maggie. Hasta las últimas consecuencias.

No cabe duda de que gran parte del atractivo de esta película se centra en el enorme doble papel que realiza Bette Davis, matizando a cada una de estas hermanas gemelas que intercambian sus propias vidas. La dirección de Paul Henreid, inolvidable Viktor Laszlo de Casablanca, es precisa y austera, sin grandes movimientos de cámara, más atento a la narración que a las formas. Karl Malden y Peter Lawford secundan con eficacia, haciéndose cargo de unos papeles que no tienen demasiada profundidad, pero que resultan fundamentales en la trama. El resultado es una película que se toma su tiempo para contar la intriga y eso aumenta, con acierto, la sensación de angustia a través de los ojos de una mujer que no tuvo suerte y ya está harta de no tenerla.

Así que es la hora de diferenciar entre dos gotas de agua y de acompañar en el trayecto a una dama que se encamina hacia el final sin reparación posible. La mentira sobre la mentira se acumula y ya no hay demasiado tiempo para dar marcha atrás. Aunque, tal vez, más vale ser reina por unos pocos meses que una vulgaridad prescindible durante toda la vida. Edith Philips lo va a intentar. Al fin y al cabo, no tiene mucho que perder. Sólo el cariño de un hombre.

No hay comentarios: