viernes, 19 de septiembre de 2008

CHANTAJE CONTRA UNA MUJER (1962), de Blake Edwards


Un mal hombre puede hacer cosas buenas. Puede someter a tortura a una mujer para conseguir dinero con el que ayudar a un niño. Puede tener un corazón encendido en medio de una respiración difícil. Puede ser la cumbre de un montículo de tierra mientras la muerte le hace un home run de béisbol. Puede hacer que alguien quede colgado mientras se difumina su vida en medio de una montaña de maniquíes fríos y casi humanos…
Una mujer aterrorizada puede tener pocas salidas para pedir ayuda. Su boca está amordazada y no puede gritar porque está en la prisión de una aspiración enferma que le marca el ritmo de su vida al compás del pánico. No tiene más que redaños ganados a base de salir adelante con una hermana pequeña que empieza a descubrir cómo la existencia puede zarandear a la juventud. Entre las sábanas llora su miedo y sólo queda un resquicio con asidero por donde intentará entrar para salvar todo lo que tiene, porque sabe que, si cede, la lucha que ha estado librando no habrá servido de nada.
Un agente federal está orgulloso y tranquilo porque nunca ha tenido que disparar a nadie. Tiene un sentido de la profesionalidad que le hace grande. Irradia seguridad y regala discreción. Su labor es de hormiga. Comienza siempre con un hilo que tiene que seguir hasta convertirlo en cadena. Por mucho que lo intenta, no puede distanciarse de quien ha sufrido. No lo aparenta. Sabe que si en él hay tranquilidad todo sufrimiento será más llevadero porque acuden a él en busca de seguridad…y si no la da, el resultado puede ser el terror desbocado buscando una puerta hacia la muerte…
Los ejemplos soberbios del miedo creado por el infierno que hay a tu alrededor a través de una violencia que casi ni imaginas convierte al blanco en oscuridad y al negro en algo revelador. No es un sueño. No es una pesadilla. Pero esta película hay que verla con la luz apagada y la respiración muy, muy tranquila…Adentrarse en los vericuetos intrincados de la violencia moral puede ser un motivo para apartar nuestros pensamientos con mucha mayor vehemencia que lo explícito. A menudo, la sobriedad tiene tanta elegancia que basta con un aliento entrecortado para darnos a entender cuán difícil es respirar estando bajo las lentes de un gran angular colocado por el miedo.
Blake Edwards dirigió “Chantaje contra una mujer”, con Glenn Ford y Lee Remick en los principales papeles, y aportó los elementos necesarios para que supiéramos cuál es la variable derivada del experimento en el terror en una estupenda y desconocida película, sobria y apasionante historia que gira en torno de la debilidad de nuestras propias vidas.


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