sábado, 27 de septiembre de 2008

PAUL NEWMAN: LA NOSTALGIA EN AZUL

A continuación reproduzco el artículo escrito en homenaje al último de los más grandes tal y como aparecerá publicado en las páginas del periódico en el que trabajo. Con respeto y admiración para él.

En el fondo de los ojos color azul lago de Paul Newman, yacen algunos de mis sueños vestidos de cine. Explorando en sus aguas de rostro moldeado por los dioses, hallé, en una tarde en la que una chica tomó un camino distinto al mío, la auténtica derrota de un hombre al borde del abismo en Veredicto final, de Sidney Lumet…y él, sólo él, con aquella cara que delataba el sabor del vencido hizo que yo entrara en la sala con la decepción y la amargura y saliera con, al menos, una mirada más sabia…y antes, mucho antes de eso, en una noche de calor asfixiante en un cine de verano, comprendí el significado de un “click” en la cabeza que nunca llegaba mientras una mujer le deseaba, un padre se moría y un hermano trepaba hacia una cima que no era…convenciéndome de que saltar de un tejado de zinc caliente fuera algo tan permanente que aún se dibuja en los laberintos de mi pensamiento…y también recuerdo otra noche…una de aquellas de cine-club en televisión, cuando aún todo era de color blanco o negro y sus ojos se difuminaban en el gris de nuestra imaginación, en la que vi y me revolví viendo una mítica partida de billar contra el Gordo de Minnesota que hizo que pensara que Eddie Felson, “El Rápido”, era el mejor y que un día regresaría para ganar mientras una mujer que le amaba se quedaba en el camino de la desesperación y su brazo, poco a poco, se convertía en un taco de madera con mira telescópica haciéndonos creer que buscarse la vida era algo para los más listos…cuando, en realidad, es para los más hábiles.
Y él tenía una cualidad que muy pocos han tenido...cuando ha sido joven, todos los que lo veíamos pensábamos en joven…cuando ha sido mayor, lo que hemos pensado ha sido en nuestra propia mirada, viendo la suya, cercada con las arrugas del mirar más descansado, abandonando ese punto de insolencia de su intenso ver y convirtiendo a la leyenda del indomable en la serenidad de lo eterno…Aunque, claro, tal vez eso sea sólo la impresión de quien ha visto sus ojos en reposo y ausentes del vértigo de la velocidad que ha sido su amante infiel mientras Joanne Woodward le esperaba en silencio en algún lugar de la carrera de su vida.
Me gustaría ser más exhaustivo y recordar de qué color era el dinero, de qué está hecho el camino de la perdición, qué intensidad tiene el amarillo del cielo al caer el sol, demostrar que no tengo ni un pelo de tonto aunque me sobren los cabellos, hablar del rostro contenido de lujuria de Patricia Neal cuando Hud, el más salvaje entre mil, la coge por la cintura; del golpe de unos tipos capaces de arriesgar el pellejo con tal de vengar a un compañero muerto aunque sea engañando al más listo…que siempre es el público…o hacer que el destino de unos hombres coincidan en uno solo pero realmente, esto no pretende ser un estudio sino únicamente un homenaje al último de los grandes que tuvo una vida sin regalos, que no pasó por rectas de meta y que, hace muchos años, pronunció la más hermosa despedida que se le puede hacer: “Me gustaría dejar el recuerdo de un tipo que ha intentado ir con su época, ayudar a la gente a comunicarse entre sí y realizar algo decente en su propia vida. El recuerdo de alguien que ha sabido seguir adelante sin celebrar, no obstante, sus victorias. El recuerdo de alguien que no ha estado plácidamente satisfecho de sí mismo. El recuerdo de alguien que no ha sido abatido por los fracasos…”
Quizá también por eso, Paul Newman sea mi nostalgia en azul…mi recuerdo en cielo…mi zoo de cristal…

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Desaparece la persona, nace la leyenda. No por menos esperada es menos sentida la noticia, admito que todos los días cuando encendía el ordenador iba al apartado de noticias sobre Paul Newman, a raíz de su decisión de irse a casa para pasar sus últimas puestas de sol en Connecticut junto a su familia.
Paul es de esos actores que no necesita irse para que la gente valore su trabajo, en vida era reconocido como uno de los más grandes y ahora que ya no está entre nosotros lo valoraremos como lo que fue: Un hombre que lo tenía todo, pero que jamás le hizo perder la compostura, hecho que aún lo hace más grande, y es que Paul Newman, por encima de todo era una persona sencilla, pero en estos tiempos, que difícil es ser sencillo.
Gracias por el post, un abrazo, César.
Alberto.

César Bardés dijo...

Supongo que esto puede parecer tontería, Alberto, he sabido la noticia al mediodía y me he puesto a llorar como un niño. Me afectan mucho estas cosas y me ha embargado la pena y la emoción de tantos momentos inolvidables que me ha hecho pasar uno de los mejores actores de la historia. Casualmente, mañana es mi cumpleaños y no lo disfrutaré porque sé que el cine, hoy, se ha quedado más pequeño y más huérfano. No olvidaré este día, el día en que Paul Newman dejó de ser mortal y comenzó a vivir para siempre.
Un abrazo y siempre gracias a ti.

Anónimo dijo...

Acabo de enterarme de su muerte por una amiga que me ha mandado un sms de pésame. Ella sabe lo que para mí era Paul Newman.Parecerá rídiculo, pero escribo esto con lágrimas en mis ojos.
"El recuerdo de alguien que ha sabido seguir adelante sin celebrar, no obstante, sus victorias. El recuerdo de alguien que no ha estado plácidamente satisfecho de sí mismo. El recuerdo de alguien que no ha sido abatido por los fracasos…”
Me quedo con estas frases.No me sorprende que las pronunciara él, siempre supe que era así de grande.
Gracias.
Gema

César Bardés dijo...

Es lo que tienen los grandes. Como bien dice Alberto, son precisamente ellos los que no han hecho grandes aspavientos ante su éxito, los que son conscientes de que han triunfado lo mismo que podrían haber fracasado, los que, con la pura simplicidad de la experiencia, nos han dejado cosas imborrables que se quedan impresas en nuestra memoria de manera tan profunda como cualquier otro recuerdo que nos haya afectado directamente. Es una pérdida irreparable, una tragedia para los que amamos de verdad el cine. Y no puedo dejar de recordar que su último trabajo fue poner la voz al maravilloso personaje de Hudson Hornet en la película de dibujos animados "Cars". Mi hijo sabe quién es gracias a esa película. Hoy, para él, ha muerto Hudson Hornet. Por culpa suya, también, al personaje protagonista de esa película se le puso el nombre de "Rayo McQueen", porque quiso homenajear a quien fue su amigo y compañero de carreras, Steve McQueen y porque estaba seguro que, de estar vivo, hubiera estado encantado de doblar al personaje. Hoy, tal vez, una bandera a cuadros esté ondeando en un circuito en algún lugar mientras los dos aprietan los dientes en sus bólidos.
Besos para todos aquellos que sienten esta pérdido tanto como los que aquí hemos escrito.

Unknown dijo...

No había leido este artículo, y al hacerlo se me han rayado los ojos.

Es curioso, pero a mi también se me metió Paul dentro del alma. Quizá por lo que siempre me ha recordado este actor a mi padre, que tiene un carácter combativo y a veces me recuerda a alguno de sus personajes.

Sinceramente, desde que uno ve algunas de sus interpretaciones, queda enganchado a esa magia de color azul.

Es el actor al que mejor le he visto adaptar sus personajes a la evolución de la edad.

Desde el joven descarriado e impulsivo, al boxeador irreflexivo, al jugador veterano de tu equipo, al abogado defensor que está cuesta abajo (los comentarios de Lumet sobre su experiencia rodando Veredicto Final con Newman son para aprender sobre alguien que amaba el arte del cine y su profesion, dando sentido como nadie a la palabra "profesional".)... al detective solitario tanto de mediana edad, como en edad avanzada...

Paul siempre lo bordaba, y todos y cada uno de sus personajes principales... son diferentes y bien trabajados. Eso si que era ser un camaleón.

Curioso... es la primera vez que veo un camaleón cuyos ojos no consiguen cambiar de color.

Un abrazo a todos.

César Bardés dijo...

Pues no lo creerás, Chus, es posible que sea un tonto y un débil y todas esas cosas aunque yo lo achaco a mi profundo amor por el cine. Yo he llegado a llorar por la desaparición de algún actor que tengo metido en el alma. Me pasó con Marlon Brando (aunque soy plenamente consciente de que su personalidad era bastante despreciable), me pasó con Stanley Kubrick (que también era un hombre para olvidar y un director para estar siempre en la memoria), y me pasó con Paul Newman que, desde luego, se saben varios ejemplos de lo inmenso profesional que era. Además del ejemplo que citas, es conocida la intención de John Huston de rodar "El hombre que pudo reinar" con Newman y Redford y que, cuando le cayó el guión en manos de Newman, llamó inmediatamente a Huston y le dijo: "¡Por Dios, John! ¡Contrata a dos actores británicos! ¡Y si son Caine y Connery, mejor!". Y así hizo Huston.
Otra es aquella que cuenta el guionista William Goldman a raíz del rodaje de "Harper, investigador privado" en la que describe sus toques de delicadeza y cómo ha sido la única estrella que ha conocido capaz de dar la réplica en el contraplano con tal de sacar la mejor interpretación de su oponente en la escena (en la mayor parte de los casos, la estrella se mete en la caravana y las réplicas las dice el script con un tono más bien monocorde). Tanto es así que en una escena que él compartía con Robert Wagner en la que éste tenía que llorar, consiguió sacarle lágrimas de verdad haciendo que esa escena sea reconocida por el propio Wagner como la mejor que rodó jamás.
Evolucionaba con los personajes, se metía dentro de ellos, él fue Eddie Felson, fue Henry Gondorff, fue Butch Cassidy, fue Harry Ross, fue Lew Harper, fue Luke el Indomable...y nadie puede ser todos esos personajes más que él. Él no es sustituible y creo que todos los que amamos el cine de verdad, le echamos de menos.