miércoles, 24 de septiembre de 2008

LA VIDA PRIVADA DE SHERLOCK HOLMES (1970), de Billy Wilder


Muchos llegaron a decir que el cine de Billy Wilder era claramente misógino. Yo siempre he disentido de tal afirmación. Para mí, Billy Wilder siempre ha sido un romántico con los ojos algo entornados por la amargura. Y en esta película eso es algo que transpira por cada uno de sus fotogramas. La desmitificación del héroe pasa por la comprensión de sus defectos. Aún con toda la retranca inherente al cine del gran director, en esta película, se destila el agrio sabor del amor que se aleja mientras se abre y se cierra una sombrilla en un código secreto que sólo los amantes entienden. En estos parajes de la ficción, nos damos cuenta del motivo de una jeringuilla en una piel que sólo merece ser mancillada por el roce de la ropa. Y, aún con todos los cortes que se propinaron a una producción que estaba pensada para durar tres horas y media, la película roza la obra maestra porque los genios, en sus obras, nunca pueden ser mutilados.
Así es, después de un fracaso tras otro, Wilder articula esta película con una duración propia de gran producción, en la estela de otros clásicos de los sesenta que arrasaban en las pantallas con sus duraciones desmedidas, sus formatos panorámicos y su lujosa presentación, pues Wilder, desde “El apartamento” no tiene ningún éxito de público y esta vez quiere seguir siendo rentable. Por el reparto pasaron Peter O´Toole como Holmes y Peter Sellers como Watson…pero el fiasco de Sellers con Bésame, tonto (fue sustituido en pleno rodaje por un inoportuno ataque al corazón, para gran alivio de Wilder cuyas relaciones con el cómico fueron desastrosas), le hicieron ir variando su idea original hasta adjudicar los papeles a Robert Stephens, un actor sobresaliente procedente de la Royal Shakespeare Company, y a Colin Blakely, eficaz comparsa que queda un tanto diluido ante los cortes que ahora hablaremos.
La película, en su guión original, quedó estructurada en tres grandes misterios que Holmes debería resolver. El que vemos en esta película hubiera sido el tercero de ellos. De los otros dos, uno llegó a ser rodado, pero nunca fue incluido en el montaje final. El otro ni siquiera pasó del papel en el que estaba escrito. Los productores se echaron atrás y distribuyeron La vida privada de Sherlock Holmes tarde y mal, con una duración al uso y muy alejada de las propagandas habituales de las caras películas producidas en aquellos años. El resultado fue otro completo fracaso para Wilder que provocaría un retiro de tres años hasta que abordó Avanti con Jack Lemmon.
De todas formas, estamos ante una gran película, llena de romanticismo, repleta de amargura, con su misterio absorbente, con el héroe en plenas facultades, con un cinismo que es casi un acto reflejo en toda la obra de Wilder y con unos extraordinarios decorados debidos al que está considerado el mejor director artístico de todos los tiempos, Alexandre Trauner.
Pero por encima de todo eso, y aunque tal vez parezca mentira…esta película, sobre todo, habla mucho de la enorme e inteligente personalidad de uno de los mejores cineastas de la historia y de su mirada llena de cariño y de comprensión hacia sus personajes aunque el color del cinismo ácido recubra, como el humo de una pipa, hasta la última de sus escenas.


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