A primera vista podría parecer que esta película parte de la propia biografía del director de origen turco Elia Kazan, pero no. Esta vez, el director que fue capaz de llevar al cine el método de actuación en el que se basan los más grandes actores de la segunda mitad del siglo XX, se decidió por contar la historia de su tío y las enormes penalidades que tuvo que pasar para poder embarcarse a esa tierra de sueños incumplidos, pero de esperanzas sin nombre que hizo que, al final, toda la familia Kazanjoglous se pudiera trasladar a América…América…
Película de gran duración que nos habla de una odisea no sólo personal, sino también íntima a través de un actor de muy limitados recursos como Stathis Giallelis, “América, América” es un gran fresco, de aridez secante, sobre la inmigración, sobre las condiciones penosas de una vida que no se quiere vivir, sobre la persecución de la felicidad, sobre un viaje que se nos antoja, en ocasiones, cósmico pero en la que se nos revela, de manera realista, lo grande que puede llegar a ser el alma de un hombre cuando persigue sin descanso aquello que desea con todas sus fuerzas. Ya no es una cuestión de supervivencia, es una cuestión de orgullo, de intentar ser más cuando el mundo empuja a ser menos. No importa el sufrimiento, no importa la espalda doblada, la penuria de un primer periplo totalmente desafortunado, no importa tener a una familia mirando a muchos kilómetros de distancia. Importa ser, importa llegar…
Con estilo deliberadamente neorrealista, Kazan hizo la que es, posiblemente, su película más personal colocándonos en medio de la sonrisa de Anatolia que sólo busca ser acompañada por unos ojos que se iluminen con la vista de la Estatua de la Libertad…Libertad…América…América…eso es el viaje para Stavros, el personaje protagonista.
Hay que destacar la música que tan bien sabe imprimir nuestro viejo conocido Manos Hadjidakis y la fotografía sin énfasis de Haskell Wexler, uno de esos grandes trabajadores de la profesión que aún sigue en activo. Lo cierto es que “América, América” es una muestra de un calvario, algo en lo que se cree y si no se cree, mejor abandonar. Una película en la que, además de narrarnos los intentos por intentar huir de lo prohibido en una tierra olvidada, también se nos cuenta la construcción de un hombre que tiene que esforzarse por alcanzar su meta, sin rendirse, sin sentirse vencido aunque se hinque de rodillas en el más duro de los suelos. Una historia de superación personal a través de unos años que se nos revelan en el marco de cómo se hizo un héroe para una familia que sólo buscaba pan y trabajo.
Elia Kazan tuvo serios detractores por culpa de su delación ante el Comité de Actividades Antiamericanas del tristemente célebre Senador McCarthy, pero no hay que dejar nunca de reconocer el talento para quien lo tiene en sus manos. Y Kazan rara vez dejó de tenerlo. Por eso, no hay que dejar de amar…ni dejar de perseguir lo que más se ansía...Muchos de aquellos que le hemos acusado quizá actuaríamos de la misma manera por no dejar de poseer todo lo que hemos soñado...¿o no?
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