viernes, 8 de mayo de 2009

CAMINO A LA PERDICIÓN (2002), de Sam Mendes


“Cuando me preguntan sobre Michael Sullivan, sobre si era un hombre bueno o no tenía ni pizca de bondad en su corazón, yo siempre contesto lo mismo…Era mi padre”.
Así termina el camino a la perdición que intenta sortear para su hijo un asesino despiadado, que no pestañea a la hora de apretar el gatillo pero que entrega su vida a cambio de que el chico no tenga que iniciar el mismo camino que le llevó a convertirse en un hombre sin más alma que todo el amor que esconde bajo su impasible capa de crueldad calculada. Serán seis semanas en las que el padre intentará recuperar la estima del hombre que le crió como si fuera su propio hijo (impresionante ese Paul Newman que articula su despedida ante las cámaras oscilando sabiamente entre el cariño, la frustración, la ira y el dolor) y que acabará ejecutando una venganza reservada para aquellos que ya no tienen nada que perder y mucho que ganar si consigue la libertad para lo único que le queda en ese mundo de violencia brutal que es el mismo infierno.
Sumidos en una lluvia que encharca el fuego que escupe una ametralladora parapetada en la oscuridad, asistimos a la impresionante escena en la que Sullivan asesina a todos los sicarios de su padre adoptivo para acabar, al final, con él, convirtiéndose en el único instante en que el asesino profesional, la bestia desatada, esboza un gesto de sufrimiento. El matón tiene que asesinar su pasado para que el hijo pueda disponer de un futuro. Y lo hace porque debe hacerlo, porque, por encima de su innombrable profesión, es padre y no hay disparos que puedan con eso.
Detrás de él, encargado de eliminarle, va un hombre que gusta de retratar a la muerte, un fotógrafo del pánico que, después de matar, quiere recoger los primeros instantes de sus víctimas en esa vida llamada muerte. Es una marioneta que parece moverse impulsada por los hilos del horror. De hecho, cuando dé la espalda a su cámara, esos hilos se cortan y cae inanimado como un títere sin mano, como un muñeco roto que ya no sirve, que sobra, que tiene su cara salpicada con las heridas de un juguete al que se golpea con furia porque es completamente inútil.
Esta es una de esas películas que, quizá, no fueron suficientemente valoradas en su momento, tal vez amenazada por la cercana sombra de la ópera prima de su director, Sam Mendes, y que fue “American Beauty”. Pero, si dejamos que los años treinta nos golpeen en las entrañas, encontramos interpretaciones soberbias de Tom Hanks, de Paul Newman, de Jude Law y de Daniel Craig, todos ellos sumergidos en una fotografía magistral de Conrad Hall y en un montaje conciso y brillante de Jill Bilcock. Es justo lo que necesitaba cualquier camino que tiene su fin en la misma orilla de un mar abierto que evita que un niño…un niño que sólo quiere ser amado por su padre, termine en la perdición que se contagia cuando la sangre brota sin ninguna piedad.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando murió mi Paul me hice un auténtico maratón cinematográfico viendo muchas de sus pelis en pocos días. Esta peli no la vi cuando la estrenaron porque salía Tom Hanks, le tengo un poco de manía a este hombre. Así que la vi en dicho maratón. Me impactaron muchas de sus escenas y reconozco que Hanks está sobervio. Recuerdo el papel de mi Paul como de pocas palabras y muchas miradas, silencios, esos que tanto me gustan a mí. Gestos que hablan. REcuerdo esa escena brutal que tan bien has narrado de la lluvia de disparos de la ametralladora. Y la escena del fotógrafo retratando la muerte. Has dicho frases muy bonitas para describir lo que es capaz de hacer un padre por salvar el futuro de venganza y muerte que le esperaba a su hijo. Todo por un hijo es poco, verdad?.
" El matón tiene que asesinar su pasado para que el hijo pueda disponer de un futuro". Todo el argumento de una película en una sola frase. Para ser un hombre "whithout personality" no está nada mal.

Un placer leer un artículo que, este sí, llega al alma.

Gema

César Bardés dijo...

Creo que Hanks sabe transmitir muy bien la amargura que lleva dentro y cómo ha tenido que aprender a ser impasible ante las cosas tan crueles que ha tenido que hacer. No quiere que su hijo llegue a ese estado de insensibilidad brutal. Por otro lado, Newman está fantástico. Por un lado protege a lo único que quiere que es a su hijo, sabe que es un bastardo y que le está robando y, por otro, tiene que matar al hombre que él considera que debía de haber sido su hijo. Hay mucho dolor en esa interpretación. La escena de la lluvia...bueno, es magistral no sólo por cómo está hecha sino por cómo Newman se vuelve y le dice: "Me alegro de que seas tu". Newman muere. Qué gran despedida para uno de los mejores actores de la historia.
Estoy yendo al psicólogo para recuperar mi débil personalidad. Cambio tanto de opinión y me dejo convencer tan fácilmente que a veces creo que me llamo César Veleta.
Recordar esta película, a veces, me produce escalofríos.

Anónimo dijo...

Cuando has dicho" Newman muere. Qué gran despedida para uno de los mejores actores de la historia", he recordado otra gran despedida, la de Eastwood. Mucha gente no entendió o mejor dicho, no compartió ese final en su última peli. Yo vi un final que sólo puede salir de la mente de uno de los grandes. Veo un paralelismo en estos dos finales.
Lo de dejarte convencer.. sí sí, lo corroboro. La madre que te parió..

Hale, un saludito para el amigo Veleta.

Gema

César Bardés dijo...

No entiendo que no se comprenda el final de la última peli de Eastwood. Es un final, como tu muy bien dices, que sólo se le puede ocurrir a uno de los grandes. Primero hace lo que desearía hacer...dispararles con ese gesto tan bien hecho que hace y, luego, provoca su propia muerte. Como ya dije en el artículo de esa peli que puse aquí, es la última cabalgada del jinete pálido y de William Munny, el de "Sin perdón". Es como mueren los grandes.
Bien es verdad que Newman tenía en mente la retirada no se había despedido del todo del cine. Antes de irse nos dejó el doblaje (maravilloso por otra parte, siempre opino que las grandes películas de dibujos animados no se ven si no se oyen las voces originales) de "Cars", donde también actuó de asesor técnico. Al hilo, que me voy (falta de personalidad supongo), lo que quería decir es que hasta que no supo que estaba enfermo no dejó de buscar un guión para volver a juntarse con Robert Redford. Quería que esa fuese su despedida. Lo que pasa es que quería un guión que les convenciese a los dos y no se ponían de acuerdo. Lo que le gustaba a Redford, no le gustaba a Newman y vice-versa. En cualquier caso, el destino quiso que esa escena de lluvia y balas fuera la última de Paul Newman y es como una despedida inmejorable.
La madre que me parió sí que me convence, sí.
Veletowsky

dexter dijo...

Uff, vaya peliculón. Yo también creo que está algo infravalorada, pero no sé hasta qué punto puede tener que ver la cercanía en el tiempo de American Beauty. Con un debut así no es muy normal que tu segunda película pase desapercibida. A mí en muchos aspectos me gusta más incluso que American Beauty, quizá al tratarse de una película de género que últimamente la cosa no está para tirar cohetes precisamente. Me gusta que sea una película moderna, alejada de tanto tópico y cliché, y a la vez tan clásica - tal vez si le quitas el color parecería una película de... no sé ¿John Huston?
Y Mendes sigue convenciendo. En Jarhead me pareció que subía un poco el pie del acelerador, pero en Revolutionary Road lo vuelve a pisar y de qué manera (creo que es lo mejor que llevo visto en 2.009) Creo que ahora el hombre anda o andaba por Madrid con un montaje con Ethan Hawke y Rebeca Hall ¿ Lo has visto? Permíteme envidiarte de la forma más cochina. Hay qué ver cómo somos los de provincias.

César Bardés dijo...

Es posible que el estilo sea bastante cercano al de John Huston aunque fotográficamente se aleja mucho. Creo que una de las mayores virtudes de la película está en esa fotografía de Conrad Hall (su último trabajo en el cine) que hizo trabajos espléndidos en "Morituri" (un blanco y negro muy oscuro, tremendo), en "Harper", en la maravillosa "Los profesionales", otro espléndido trabajo en blanco y negro fue el contrastado matiz de "A sangre fría", también en color hizo "Marathon Man" o "Dos hombres y un destino" y, curiosamente, sí que realizó una fotografía de grano muy grueso, muy poco nítida, lo contrario de lo que hace aquí, en "Fat city", de John Huston.
Creo que en "Jarhead", Mendes pecaba un poco de pretencioso pero sí que es cierto que "Revolutionary road" es de una amargura brillante.
Por otro lado, sí, el mes que viene se estrena el afamado "Proyecto puente", de Sam Mendes en el Teatro Español de Madrid con Ethan Hawke y Rebecca Hall y en el que alternarán dos obras: Una será "El jardín de los cerezos", de Chejov; y la otra será "Cuento de invierno", de Shakespeare, con producción de Kevin Spacey. Pero adivina qué...no se ha anunciado en ninguna parte y las entradas están agotadas desde hace un mes. Sí, en Madrid tenemos mucha suerte, pero también se reparten las entradas con una alegría...Pasó lo mismo hace un par de años cuando Ralph Fiennes vino con un montaje de "Julio César" al mismo escenario. No hubo manera de conseguir entradas, tal vez porque Alicia Moreno y los patrocinadores dan entradas a diestro y siniestro a colaboradores, amigos, amiguetes, dimes y diretes. Alguna vez he pillado algo, pero se pueden contar con el pulgar y el índice.
Creo que la razón de que no se valorara tanto "Camino a la perdición" como "American beauty" es que pilló como un cambio de estilo muy brusco en el público y se prefirió la historia de ese hombre que no se sentía cómodo con su vida porque es una historia, quizá, un poco más cercana. Sin embargo, a mí me pasa como a ti, en muchos casos "Camino a la perdición" supera en muchos aspectos a la otra.

Anónimo dijo...

A mi también me parece que "Camino a la Perdición" es más brillante que "American Beautty" aunque hemos de reconocer que es mucho menos impactante para el público. En "Camino..." el director les está contando la historia de un tipo de la mafia que...; mientras que en "American..." el director les (nos) cuenta al público lo miserable, absurda y sin sustancia que es su (nuestra) propia vida. " Camino..." es una película superior, pero la puedo ver desde la barrera, en "American..." estamos en el centro del ruedo si somos capaces de reírnos de nosotros mismos.

Sobre la peli, Michael Sullivan y Paul Newman lo habéis dicho todo y tan bien, que poco puedo añadir sin bajar el nivel. Sobre Jude Law ya hemos hablado otras veces, y nuevamente nos lo encontramos haciendo un gran papel, por cierto el otro día pesqué un pase de "A.I." y Gigoló Joe es otro papelón y lo mejor de la peli.

Así puesto, y siguiendo la costumbre pillemos la transversal. Fotógrafos de la muerte. El "Fotógrafo del Pánico" mencionabas Wins, otro psicópata demente como corresponde a los años 60, el tipo que necesitaba fotografiar el terror de sus victimas. En “Camino…” Jude Law busca captar la muerte misma, tal vez el alma abandonando el cuerpo. Fotografía y muerte, siempre tan unidas.
Algunos indígenas, todos hemos oído, que no se dejan fotografiar porque creen que se les arrebata el alma y en el fondo, la foto nos es más que eso fijar un momento vivo para siempre, dejarlo muerto, inmóvil, sin cambios. Es la muerte del instante para conservarlo siempre igual, inalterable e inmortal.
Algo morboso llama la atención de los humanos por el instante de la muerte, por captar ese momento, por retenerlo, por mirarlo. La fotografía más famosa de Robert Cappa es la del miliciano español durante la Guerra Civil muriendo bajo el fuego nacional en pleno ataque. Otras también famosas nos acocan tambien a la muerte, como la fotografía de la niña vietnamita corriendo tras el bombardeo de NAPALM de su poblado.

El cine también ha buscado eso, ha buceado y perseguido captar en imágenes la muerte en alguna ocasión, “Relámpago sobre el agua” es una de las más terribles, poéticas y dignas maneras de grabar un final agónico real. Joe Pesci da vida a un personaje real en “El ojo público” especializado en fotografiar los muertos de la mafia. Incluso en “Angustía” de Bigas Luna hay un cierto intento de conservar la imagen del momento de la muerte cuando el asesino les saca los ojos para conservar el momento último del terror. Por no hablar de “Network” donde el anuncio de una muerte en directo hace saltar los record de audiencia con toda la gente impaciente por ver morir en vivo (valga la frasecita) al gran Albert Finney. Finalmente, las snuff movies son el terrible, enfermizo y vomitivo acercamiento al mismo deseo morboso y también el cine con “Tesis” o la terrible y negrísima “Asesinato en 8 mm” se han acercado a ese terrorífico mundo.

Abrazos, Carpet.

dexter dijo...

Cachis, yo que creía que el tema transversal iba a ir esta vez sobre padres e hijos, jeje. Bueno pues añadiré a tu lista de fotógrafos ese entrañable personaje que compone Harvey Keitel en Smoke, un peliculón que me pone los vellos de punta sólo de nombrarla.
Precisamente valoro más Camino .. que American por eso que tu dices. Hoy en día es más "fácil" hacer una película como American que hacer cine de género con criterio. Y Jude Law, bueno pues sí, algún día este señor tendrá su Oscar.

Anónimo dijo...

Uysss...y otro fotografo con muerte incluida es obviamente David Hemmings en el "Blow up" de Antonnioni, salvo que aquí, se encontró el muerto de casualidad.
Y una vuelta de tuerca es el tipo que revela las fotos y que conoce tus momentos más intimos y familiares sin que tu te percates, como el Robin WEilliams de "Retratos de una obsesión" película que merecería más crédito sino fuera una más del tipo "psicopata asocial empieza de buen rollo y acaba acosando a una familia hasta aterrorizarles", genero que en mala hora abrió Curtis Hanson con la meritoria "La mano que mece la cuna", pero que ha dado paso a tanto subproducto que es casi mejor no haber abierto esa caja de pandora.

¿Hijos y padres transversal?, daría para dos enciclopedias.

Carpet.

César Bardés dijo...

Bueno, yo daré mi granito de arena mencionando al que, posiblemente, sea el fotógrafo más famoso de la historia del cine. Ese hombre que miraba por una ventana porque su oficio, precisamente, era el de mirar y captar la imagen a través de su propia mirada. Alfred Hitchcock lo retrató magistralmente en "La ventana indiscreta" puesto que el sumun del auténtico "voyeur", un tipo que se dedica a hacer morir los instantes de la vida es testigo de que puede que, en el piso de enfrente, se esté cometiendo un asesinato. Debo decir, por otro lado, que siempre he pensado que el casting de "El talento de Ripley" estaba totalmente equivocado, que quien tenía que hacer de Tom Ripley era Jude Law y el amigo rico tenía que ser Matt Damon. Por otro lado, también debo decir que, del cine negro contemporáneo, una de las películas que me parece una obra maestra es "El ojo público", una película que me dejó con la boca abierta cuando la vi y que me hizo pensar que Joe Pesci merecía todos los Oscars del mundo. Sobre Antonioni, como bien sabes, Carpet, no voy a opinar. Sobre "Smoke" me parece una película estupenda sobre todo por lo que se dice más que por lo que se ve.
Y hablando de imágenes reales captando la muerte, están muy bien vistas esas dos fotos de las que hablas, Carpet pero yo voy a añadir una que siempre me ha impactado. En el golpe de Estado que derrocó a Allende, había un cámara filmando la llegada de los soldados al Palacio de la Moneda y filmó su propia muerte. Un oficial bajó del camión y disparó directamente apuntando hacia la cámara. La imagen retrocede, se tambalea y, finalmente, la cámara cae en el suelo. Cada vez que la he visto (creo que han sido tres veces) siento que yo también muero un poco, y esto es algo más que una frase bonita, es algo que verdaderamente siento y que me hace reaccionar apretando los dientes.
Grandes comentarios todos. "Camino a la perdición" ha sido un buen camino y muy aprovechado.

dexter dijo...

Ays, Carpet, carpet, cómo te pille Francesca y vea que has estado hablando de fotografías y fotógrafos sin pensar en ella...