martes, 3 de mayo de 2011

PASOS EN LA NIEBLA (1955), de Arthur Lubin

La humedad en el rostro de una mujer que parece esculpido con la bruma cincelada por nuestros sueños. El misterio de una ciudad que se esconde bajo un manto blanco, guardián de secretos, crímenes y pasos resonando en el eco de nuestra imaginación dilatada. Y así nacen las zancadas hacia la leyenda. Envueltas en una música evocadora, en una fotografía que nace directamente de las entrañas de nuestra alma aterida, en una tensión sexual que parece estirar el velo blanco que cubre las calles mojadas, en los ojos que hablan de esa chica que ha salido directamente de nuestro deseo y que no dejan de mirarnos para decirnos que no todo está claro como la luz del día. Siempre que hay una relación hay tantos lados para ver como palabras para decir. Incluso aquél lado que no se quiere ver y éste otro que no se quiere decir.
Detrás de las cámaras, un tal Arthur Lubin, uno de esos artesanos de inacabable trayectoria,  tal vez bastante especializado en historias de horror y misterio pero nada que sobresalga de entre la niebla espesa de la mediocridad (si exceptuamos el descubrimiento de una extraordinaria estrella como la mula Francis). Sin embargo, aquí, Lubin hizo su gran película. Cogió una pareja de calculada ambigüedad como eran Stewart Granger y Jean Simmons (por entonces marido y mujer) y nos hizo ver lo fácil que es confundir lo bueno y lo malo, el escurridizo pasillo que separa la locura de la razón, el significado de un mirar que no por encantador puede ser bueno. Lubin, con una soberbia fotografía de Christopher Challis (un hombre de prolongada carrera que también fue responsable de estupendas direcciones fotográficas en películas como Dos en la carretera, de Stanley Donen, o La vida privada de Sherlock Holmes, de Billy Wilder), nos descubre el Londres sugerido, el apenas avistado, la ciudad en sombras de luz y en farolas de tupida oscuridad, el juego siempre atractivo de una urbe reflejada en el agua que salpica sus calles, metáfora brillante de todo lo que se revuelve dentro de la mente humana, como un puré de guisantes que no deja de ser removido por una cuchara de madera para que no se pegue en el fondo de la cazuela.
Una manta. Un pequeño vaso de whisky escocés. Una mirada atenta. Ponerse cómodos. Sentir el frío de las calles. Sentir el frío de unos corazones que compiten por su dureza. Oler la humedad que se respira en un ambiente de asesinato. Eso es todo lo que necesitan para ver Pasos en la niebla…luego, cuando se vayan a la cama, procuren ir encendiendo las luces camino del dormitorio…puede que oigan la traición abriéndose camino por los entresijos de su propio pensamiento.

6 comentarios:

dexter dijo...

Casualmente, Bardés, hace muy poquito que pude disfrutar de esta pequeña joya... ummm, ahora que lo pienso, coñe, si fui yo quien te sugirió este post. Gracias, gracias, mil gracias por su publicación.

La verdad no entiendo por qué es tan poco conocida esta película que tanto me recordó a "Rebeca" y tiene tan poco predicamento su director. Hablas de "La vida privada de Sherlock Holmes" y es cierto, esa atmósfera, la misma neblina... Y de la ambigüedad de la Simmons, también cierta. Hace poco la vi en "Espartaco" donde era la dulzura y la abnegación personficada. Pero al mismo tiempo, qué mala podía ser, baste acordarse de "Cara de ángel" o de ésta misma donde es mala, malísima.Por cierto, la vi hace poco en una película, "Con los ojos cerrados", en la que también esta sencillamente colosal.

César Bardés dijo...

Es verdad que es una pequeña joya que está muy poco valorada. Y también es cierto que la Simmons era una actriz de una versatilidad esplendorosa aparte de poseer una belleza muy poco común. Por cierto, en este mismo blog ya hablé de "Con los ojos cerrados", película maravillosa y de la que te pongo el enlace por si quieres revisitarla.
http://losojosdellobo.blogspot.com/2009/01/con-los-ojos-cerrados-1969-de-richard.html
Creo que, como bien dices, la atmósfera es un personaje más en medio de ese Londres misterioso y blanquecino. En todo caso, me alegro de que te haya gustado y que compartamos cierta pasión por esta película.

Carpet dijo...

Bueno mucho hablar de Jean Simmons y que poco de Stewart Granger, ni que fuerais heteros...
No he visto esta peli, o no lo recuerdo, pero la Simmons es suficiente atractivo y claro también Estebar Granjer, (para mi madre), al que no veo mucho en un film tan, al parecer, oscuro. Mis recuerdos del bueno de Stewart le asoscian únicamente al elegante y aristocrático aventurero, "Scaramouche", "El prisionero de Zenda", Quatermain en "Las minas del rey Salomón"...En fin que tendría más registros, claro.

Otra cosa, al hilo de esta peli es el uso de la niebla como elemento dramático en multitud de películas o escenas.

Desde "La niebla" de Carpenter, para mi gusto, mejor película que su no-remake de Darabont basado en el relato de Stephen King, con la que compartía poco más que el título y por supuesto la niebla. La primera es una película de terror muy de los 80, algo ligera y con un ritmo in crescendo, la segunda es sobre todo terror psicológico y el miedo a los monstruos que anidan en el alma humana.
La niebla se ha utilizado en el cine fundamentalmente para infundir miedo, inquietud, tensión. La aparición de algún ser de forma repentina mientras se trata de vislumbrar a duras penas el camino es un recurso de libro. Aunque hay algunas variantes, en "Los otros", Amenabar la usa no para darnos un repentino susto sino para crear una atmosfera de enrarecimiento que aumente aun más la sensación de encierro de la Kidman.
De forma similar, en "La escalera de caracol" la niebla londinense parece un elemento más de la imposibilidad de escapar de los habitantes de la casa.
la niebla es también utilizada con asiduidad como elemento sobrenatural, por ejemplo en el truño de Peter Jackson, "King Kong", una niebla aparecida de repente hace invisible la isla donde reina el mono gigante. La niebla también oculta apariciones extraterrestres o es la puerta de entrada al mismísimo triangulo de las Bermudas.
La bruma de los pantanos se convierte en una parte más del terror que sugiere "El perro de los Baskerville" de terence Fisher , por ejemplo.

Y la niebla era en definitiva el hogar natural de los animalitos de Dianne Fossey o al menos eso decía el título, "Gorilas en la Niebla".

Y no podriamos hablar de la capital inglesa y su mágico humo blanco sin recordar el sonido de pisadas amenazantes que escuchaban las prostitutas londinenses poco antes de morir a manos de Jack, el destripador en cualquiera de sus versiones, por ejemplo "Desde el infierno".

En fin, brumas, nieblas, neblinas y otras cosas que no nos dejan ver el sol.

Abrazos

César Bardés dijo...

Y no nos olvidemos de "Luz que agoniza", de Cukor, en la que el asesino avaricioso que es Charles Boyer se confunde entre la niebla para ir al piso de arriba y crear alucinaciones reales en la mente de Ingrid Bergman. También tenemos una niebla amenazante en "El retrato de Dorian Gray", versión del 44, claro, donde el alma se esconde para no mostrar lo pútrido del ser. También hay niebla en la maravillosa "Amanecer", de Murnau, en un lago en el que se busca un cadáver que no existe. La niebla es uno de los elementos que se encuentra el Capitán Willard en su viaje al corazón de las tinieblas en "Apocalypse now". Al igual que la niebla esconde la mente enferma de Marilyn Monroe en "Niebla en el alma", una de sus películas menos conocidas pero en la que ella demuestra que algo sí sabía actuar. Niebla es un elemento más en la búsqueda del despiadado asesino de "Asesinato por decreto". La niebla parece cercar también a todos los misteriosos invitados de "Diez negritos", versión de René Clair. Y la niebla es la maleza donde se ocultan los tercios de Flandes en el maravilloso ataque por sorpresa con el que se inicia "Alatriste".
La niebla es la capa blanquecina donde se ocultan los peores hombres.

Carpet dijo...

Cierto, que importante y bien filmada está la niebla en "Alatriste", esas escenas en Flandez son de lo mejor de la película, con ese inicio en el agua sin poder casi ver la cara del enemigo.

Y hay otra niebla cinematográficamente famosisima. La que envuelve a Bogart y Claude Reims al final de Casablanca, arrompando el inicio de una hermosa amistad.

Abrazos.

César Bardés dijo...

Cierto, nuevamente quizá la niebla más entrañable de la historia, con suelos encharcados y la derrota y el idealismo yendo juntos hacia una nueva esperanza.
También el sacerdote de "El exorcista" se baja de un taxi en plena niebla como preludio de enfrentamiento. "La leyenda de la mansión del infierno" está envuelta en la niebla mientras los intrépidos que se adentran en ella llegan a la casa. La niebla es un personaje más en el paisaje de la batalla de "Trono de sangre" donde parece que los caballos no hacen más que dar vueltas en busca de la claridad. También "Macbeth" recibe su profecía de las brujas en medio de la niebla. La niebla de "Remando al viento" es pura poesía con Lord Byron aullando en la noche. La niebla amenazante esconde al hombre que no ve en la más que interesante "El libro de Eli".
Niebla, de Miguel de Unamuno. Personajes en busca del sol.