jueves, 23 de junio de 2011

EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES (1950), de Billy Wilder

“Siempre quise una piscina…y por fin la tuve”. Un hombre muerto, con la mirada vítrea de la vida ausente, flota en el agua, y empieza a contarnos una historia. Es el bulevar del crepúsculo en el que la muerte del guionista es algo más que un hecho descriptivo. Es la certeza de que todo acabará con el arte flotando en el agua, cual muerto parlante, contando historias que no interesan pero por la que sí paga el público.
Dentro de la premonición que contiene, El crepúsculo de los dioses, de Billy Wilder, está el cine hecho pequeño ante una estrella de presencia demasiado grande, de los focos que arruinan una personalidad cegándola hasta que no ve mucho más allá de lo que quiere ver, de la desmesura de la ambición por el éxito cuando es una puta que te abandona cuando ya no puedes pasar sin él, de reuniones de momias que consumen su ya escasa razón en estúpidas partidas de cartas de dos chavos la apuesta, de la lealtad llevada hasta el extremo por adoración irrenunciable, del típico entierro del mono medio americano, del desprecio del amor por el vicio de intentar conseguir un sueño, de la destrucción interior de quien fue resplandeciente, de un Isotta Fraschini que recuerda al polvo levantado de una época pasada y del rostro de luz que deja una actriz que baja por las escaleras del infierno para precipitarse en el abismo de la locura mientras intenta, por última vez, embrujar a la cámara…
La fama, concepto fluorescente de ambición, puede devorar como una bestia salvaje ante la drogadicción de sentirse adorado por miles de personas. Cuando se olvida que toda esa gente no siente devoción por ti, sino por los personajes que interpretas, por el fingimiento que proporcionas, por el talento de poner la presencia al sueño de un creador, entonces es cuando sobreviene la bestia que sólo quiere más y más…más fama, más adoración, síndrome del muñeco que comienza a creerse mito, que te empuja hacia la pose de la mentira en tu propia vida.
Las obras maestras del arte nunca tienen un crepúsculo en el atardecer pues el tiempo maldito es el único juez que entiende la ley de la eternidad.

11 comentarios:

dexter dijo...

Hace ya varios años que decidí no tener una película favorita. Resulta odioso tener que elegir entre tanto material. No sé quien decía que la película favorita de un cinéfilo debía ser siempre la siguiente. No obstante, a veces en reuniones de amigos y tal cuando alguien me pregunta por mi peli favorita así en plan convención y por salir del paso respondo que “El apartamento”. Bueno, ésa es los lunes, miércoles y viernes; los martes y jueves digo “Sunset Boulevard”.

La palabra que mejor define para mí esta obra maestra absoluta es “decadencia”, decadencia en esa casa que da terror, en esa señora que da más pavor todavía. De todas formas, es una especie consuelo que en 1950 ya se hablara de la decadencia del cine, y 60 años más tarde, mal que bien, aquí seguimos. Hablábamos el otro día aquí de William Holden a propósito precisamente de otra peli de tío Billy, y aquí lo tenemos otra vez como Joe Gills, uno de sus mejores papeles. Si esta peli en verdad es un monumento, lo es también a la figura más denostada del oficio cinematográfico, el guionista, que ha de plegarse a los designios del director o la estrella de turno que cuando ya no lo necesita sencillamente se deshace de él. Una figura de usar y tirar, tristemente. Y si así era en los 50, figúrate ahora.

Hay muchas escenas inolvidables en esta película. Por supuesto el momento escalera del final, el comienzo con el muerto flotando en la piscina y contando su propia historia. Hay un momento que a mí me parece especialmente delicioso y es cuando Joe se queda en los estudios por la noche a trabajar con su novia y en los descansos pasean por los decorados de las películas. Pura magia.

Yo también quise tener siempre una piscina. Me conformaré con llevarme a mis sobrinos a una de ellas esta tarde. Feliz finde a todos.

Carpet dijo...

Estoy de acuerdo con todo lo que dices, Dex (debería hacermelo mirar). Esta también es mi película favorita de los martes y los jueves ...de la semanas pares..., que para las impares tengo "Perdición", "Apocalipse Now",y....

Yo la vi por primera vez en un cliclo de Holden, (ayer vi "Fort Bravo" y también está impecable) y me impresionó, no llegaría yo a los 15 años, pero me supuso un shock, de hecho no podía entender como el atractivo Gills seguía con ese fantoche alucinado que parecía Norma Desmond aunque sólo fuera por dinero, por ambición o por llegar más alto de lo que el talento le permitía. Pero la última escena me hizo revisitar todo lo creído y de reepnte la figura de Norma se engrandeció, ocupó todos esos titulares que había dejado de acaparar, se convertía en mi estrella y relucía tras el eclipse de los años de olvido y monotonia.
Cada vez que la veo empiezo acompañando a Joe y a compadecerle y termino admirado a los pies de Norma.

Ya no soy capaz de verla de otra forma.

César Bardés dijo...

Creo que para todos aquellos que amamos realmente el cine, Billy Wilder es algo más. Y en toda lista que se precia, yo también las odio profundamente, seguro que siempre hay alguna que es de Billy Wilder. Puede ser ésta o "El apartamento" o "Uno, dos, tres", o "Perdición", o "El gran carnaval" o tantas otras. Su calidad está fuera de lo normal. En todo caso, entiendo perfectamente tus sensaciones, Carpet porque yo cada vez que la veo también tengo esas mismas sensaciones. Erich Von Stroheim también me parece vital en la película con esa composición al borde del tormento y del misterio que emana de ese mayordomo taciturno y discreto hasta la exasperación. En todo caso, creo que los tres están excepcionales y que "El crepúsculo de los dioses" es una obra de arte a la que hay que volver obligatoriamente de vez en cuando. Aquel año, en los Oscars, tuvo que competir con "Eva al desnudo"...hay que fastidiarse...

Unknown dijo...

¡Buenas!
Ayer tuve el inmenso placer de recrearme de nuevo en ella (en VOSE, en pantalla grande y en celuloide, ¡Un festín, vaya!). Es curioso, porque al salir de dicha proyección, y reflexionando sobre ella, llegué a la conclusión que en esta obra maestra, que como sabemos de sobra, narra la historia de una relación entre un pobre escritor fracasado y una gran actriz de antaño enterrada en vida, en el fondo se nos habla del paso del tiempo y, especialmente, sobre el amor, aquel que le profesa incondicionalmente su criado a Norma Desmond.
Saludos.

César Bardés dijo...

Por supuesto que habla sobre el paso del tiempo y sobre el amor (ese amor platónico que el criado le profesa a su ama, si no, no tendría ningún sentido), pero también sobre cómo se aja la admiración, cómo el cine destruye a sus propios mitos, cómo el miedo al fracaso está siempre presente incluso para aquellos que están empezando y cómo, en el fondo, Hollywood es un cementerio de personas que han perdido la vida tratando de obtener reconocimiento. Desde luego, es un festín. También visual (me río mucho cuando me dicen que Billy Wilder, visualmente, es pobre. Siempre les remito a ese plano tomado desde el fondo de la piscina con el cuerpo de Holden flotando), pero, sobre todo, para una inteligencia que ya no se estila demasiado en el cine actual.
Saludos.

Unknown dijo...

Sí César, una inteligencia bárbara, ayer era puro regocijo escuchar escupir esas líneas de diálogo, especialmente, a su protagonista en modo narrador. Una delicia.
Curiosamente, en el filme que nos ocupa, la escena donde él escribe con la novia de su amigo ese guión a cuatro manos, es hasta cierto punto biográfico, ya que tenía una oficina con su buen amigo donde escribían horas y horas juntos. Billy tenía un gran recuerdo de su buen amigo, lo tachaba de excelente, especialmente porque decía que no hablaba mucho, al parecer. ¡Ja,ja!, ya ves. Genio y figura, hasta la sepultura.

Por otro lado, es curioso porque cuando hablo de Billy Wilder, suelo hablar de obras suyas que no se consideran "top", incluso quizás no estén tan bien consideradas, pero sin embargo para mí, son auténticas maravillas por las que tengo cierta predilección. Hablo de: "La vida privada de Sherlock Holmes", "El gran carnaval", "Arianne" e incluso de "Cinco tumbas al Cairo". De todas formas, su obra es excelente.
Saludos.

César Bardés dijo...

Sí, y no dudó en utilizar las oficinas de guionistas de la Paramount para hacerla, pero hay una diferencia bastante curiosa. Billy siempre ha trabajado con un guionista a su vera. Bien fueran sus habituales Charlie Brackett o I.A.L. Diamond o los esporádicos Raymond Chandler, Harry Kurnitz o Samuel Taylor. Bien, el método de trabajo de Billy era demoledor (por eso, quien no le conocía bien no quería volver a trabajar con él) y consistía en que él caminaba arriba y abajo con un bastón en la mano mientras el otro estaba sentado en una máquina de escribir. Hacían una escena y Billy, caminando arriba y abajo, insultaba al otro, decía que había que exprimirse más, proponía situaciones para que el otro las desarrollara...Ciertamente, efectivo, pero agotador para quien estaba sentado en la máquina de escribir. Chandler, con todo lo insoportable que él mismo era, dijo que nunca más volvería al potro de tortura con él, por ejemplo. Y hay más de un guionista y de dos que dijeron lo mismo. Billy no era muy comprensivo con sus compañeros. Al contrario de lo que mucha gente cree, era un déspota en el despacho.
Es que citas esas cuatro películas como si fueran cualquier cosa. Es que Billy tiene una filmografía impecable (yo le pongo pegas a "El mayor y la menor", una película que más bien es de aprendizaje, a "El vals del Emperador", a "El héroe solitario" y a "Aquí, un amigo). El resto...pues sí, valen como las mejores de su filmografía las pongas en el orden que las pongas y con un amplio muestrario para elegir. Era un genio. Y el que no lo ve, es que vale menos que el periódico con el que se envuelve un periquito muerto.
Saludos.

Unknown dijo...

Totalmente de acuerdo con "El mayor y la menor", siendo una película nada desdeñable, es como si le faltase esos giros que el suele dar a todo. Las otras que dices, no las he visto. Fíjate, a esa le sumaría: "La tentación vive arriba", un filme que no me termina de encajar, creo que por un tema de casting, sinceramente no puedo dejar de ver aquí a Jack Lemmon.
Saludos.

César Bardés dijo...

Si leyeras el libreto original verías lo genial que estuvo la adaptación de Wilder. Ahora bien, eso no quita para que tengas cierta parte de razón en lo del casting aunque yo ahí jamás he visto a Jack Lemmon. La intención primigenia de Wilder era poner a Walter Matthau y, de hecho, tengo la prueba de cámara que le hicieron y resulta absolutamente perfecto aún sabiendo que está actuando a medio gas. No pudo ser porque la obra fue famosísima en los escenarios de Broadway y los productores creyeron que Tom Ewell, que fue quien la interpretó en teatro, tendría más tirón. El propio Wilder lo describía más o menos diciendo que "Ewell lo tenía todo: ritmo, aire de mediocridad, frustración, era divertido...todo lo hacía bien. Sin embargo, luego mirabas por la cámara y yo no podía evitar una sensación de que aquello no funcionaba. Si hubiera tenido a Matthau..."
Saludos.

Unknown dijo...

Pues sí, a Matthau también lo veo, es más hasta lo iba a comentar antes (como segunda opción, eso sí). Sinceramente, ese aire bobalicón, esa cara de buena gente, se la veo más al grandísimo Jack. Yo a Walter lo veo más vivo, más granuja, seguramente por culpa de la imagen proyectada por el propio Wilder. ;-)

César Bardés dijo...

No olvides que es un personaje que tiene que moverse mucho en la ambigüedad y ahí Matthau es un as. No con ello quiero decir que Lemmon no lo sea. Lo es y con galones, pero no tiene esa cara de crápula libidinoso que requiere el personaje.