viernes, 20 de enero de 2012

WEST SIDE STORY (1961), de Robert Wise y Jerome Robbins

En un prólogo de violencia, en un barrio cualquiera, con sus canchas de baloncesto, sus muros llenos de pintadas, repleto de zapatillas arañadas por el asfalto, de pantalones vaqueros desgastados, de violencia latente, de violencia contenida, donde sólo se respeta el dibujo a tiza de una niña en la acera...reino de príncipes sin súbditos, del otro lado del oropel...en ese prólogo es donde los silbidos resuenan como un eco...mitad como amenaza, mitad como compañía...la correría, la trifulca y la reyerta son los miembros de las bandas...sólo hará falta prender una espita para que se pase del gamberrismo a la sangre derramada.
Con una canción de "jet", los chicos se autorreafirman y se dicen a sí mismos que entre ellos un chico puede ser un hombre y que un hombre puede llegar a ser un rey. Para esos muchachos, estar juntos es un tesoro, por la sencilla razón de que la soledad huye despavorida al verlos. Planean un desafío. Un juego de niños que quieren ser hombres..pero no lo son...no lo son...
Algo viene, algo se acerca, lo presiente un chico que ya ha dejado de correr por las calles porque la madurez ha llamado fuerte en su interior. Reserva sus energías para el duro trabajo que tiene. Pero, quién sabe, tal vez a la vuelta de la esquina le espere el destino. Siempre acechante. Siempre traidor.
En un enérgico baile en un gimnasio todos salen a la pista. Las dos bandas rivales compiten para ver quién es mejor. Se niegan a aceptarse. Sólo entienden de violencia. Sólo entienden de destrucción. Unos para sentir un eximio poder. Otros para hacerse un hueco en un lugar donde se les rechaza una y otra vez. Bailan, bailan, cada vez con más fuerza, con el odio creciendo, con la aversión vigilante...y en medio de todo eso, de toda esa incomprensión...María y Tony se ven...y el mundo deja de existir. Ya no hay ruido. Ya no hay rechazo. Sólo las miradas que se cruzan y que hacen, por arte de magia, que dentro de sus corazones sólo esté el otro y que fuera...fuera no haya nada.
Por eso, Tony canta, canta con todas sus fuerzas que María es la chica que acaba de conocer y que, de repente, se ha dado cuenta del maravilloso sonido de su nombre. Que dicho en bajo, su nombre es una oración y dicho en alto...es música...María...María...
En una azotea, los portorriqueños, la banda rival, se reúnen y los chicos cantan que América no les quiere, que no es un paraíso, que todo es más difícil y más caro y las chicas responden que no, que América por muy mala que sea, siempre es mejor que Puerto Rico. Y así, con una canción inolvidable y un baile extraordinario, nos damos cuenta de que ellos, los inmigrantes, también son América, también son el mundo, que nadie tiene la razón pero que tienen derecho a vivir. Por mucho que pese a los estúpidos racistas.
En un balcón, esta noche, María y Tony se ven y hablan tras las rejas de una escalera de incendios. Son de facciones enfrentadas, Montescos y Capuletos trasladados a la mugre de un barrio deprimido de Nueva York. Pero el amor, el tonto amor, el engañoso amor fabrica espejismos, oasis de paz en el desierto de la violencia y ellos sueñan...sueñan que se aman..sueñan que pueden amarse.
En la calle dura y mojada, los chicos esperan una conferencia donde se va a pactar cómo se van a batir las dos bandas. El nerviosismo les atenaza y se burlan del policía del barrio. Juegan a ser el médico, el psicólogo, el asistente social...todas las estaciones por las que han pasado inútilmente, allí por donde no les han comprendido, ni querido, ni ayudado. Nada. La conferencia se celebra. Se verán las caras debajo de un puente.
María se siente bonita. El amor la hace bonita. Finge ser Miss América porque lo es para el chico de sus sueños. Sentirse bonita por tener un amor es sentir que no sólo tú eres bonita. Todo es bonito. Todo...menos la realidad.
Con una mano y un corazón, se puede fingir una boda, un momento en el que todo se suspende, en el que todo se ilumina, en el que se cogen las manos y sin Dios delante se prometen un amor que pocos han probado, hasta que la muerte les separe...el matrimonio es un juramento de fidelidad entre el destino y la muerte...naturaleza intrínseca del ser humano que ama, vive y sueña.
En un quinteto imposible, Tony intenta evitar la pelea, María desea que lo consiga y Anita se prepara para una noche de amor con Bernardo, jefe de los "Sharks" portorriqueños. Los "Jets" creen que será la batalla definitiva que hará que sean los amos del barrio, señores de la nada. Y los "Sharks" pretenden hacerse sitio y tener un rincón suyo, donde nadie les moleste, ahí mismo, en medio de la nada, de la nada misma. Esta noche...
Las navajas salen a relucir y su color plateado se mezcla con el rojo de la sangre de Bernardo...asesinado por Tony...María...María...
Y en un garaje cualquiera, los supervivientes bailarán frenéticamente para que la calma sea la salvaje melodía que ahuyente el miedo y mientras los faros de los coches sirven de focos para herir los ojos, la rabia quedará sofocada en la energía de un baile irrepetible. Calma...calma...chicos...
Un chico como ese hace que tengas un amor. Porque al fin y al cabo, le amas, eres él y todo lo que es él, también lo eres tú. Tu amor es tu vida aunque la vida no sea tu amor. Tu amor es tu vida.
Y en algún lugar habrá un sitio para los dos. Con paz, tranquilidad y aire fresco fuera de las tristes y rojizas manzanas de ladrillo. Algún lugar, en algún momento, un lugar para vivir.
Y, al final, María irá detrás del cadáver de Tony, como la viuda que realmente es y con la vida mutilada. Porque el gran amor, el único amor...sólo se vive una vez.
Con ella, iremos nosotros, al lado de Robert Wise, director escénico, de Jerome Robbins, creador de una de las mejores coreografías de la historia del cine; y de Leonard Bernstein, compositor de la memorable partitura que tantas veces he cantado en la soledad de mi habitación para creer que el amor de mi vida caería en mis brazos por una canción, por un baile o por la simple certeza de hacer lo correcto, de intentar poner la paz en un escenario de guerra y desolación.
Es una historia cualquiera del lado oeste de la ciudad a través de sus canciones...trozos de vida dibujados en corcheas y blancas.

18 comentarios:

dexter dijo...

No sé que se puede decir sobre esta película que no se haya contado ya. Ahí está en la Historia del Cine, y tú nos la has relatado de principio a fin, impecablemente con ese estilo tan característico contándolo todo sin contar a la vez nada. Se dice que el musical es la exaltación de la vida y la alegría. Estaba pensando yo un musical que acabara con una muerte y me vienen a la cabeza muy pocos. "Moulin Rouge" -perdón por traerla a este post- o "Cabaret" en donde la única asesinada al final es la conciencia. Un musical triste, ahí está su singularidad y su grandeza. Y es una sensación agridulce, porque al tiempo que disfrutamos de la belleza y la espectacularidad de los números musicales sabemos que la tragedia y la fatalidad están ahí, acechantes.

Abrazos chasando los dedos

César Bardés dijo...

Reconozco que ésta es una de las películas de mi vida y que la cacé relativamente tarde porque era imposible de ver en ningún sitio. Mi padre me hablaba de ella con verdadero entusiasmo, de su música (el viejo vinilo aún está en su casa) y de sus bailes (que me perdonen los políticamente correctos pero siempre me decía la misma frase: "Es la primera película que vi en que los bailarines no parecían homosexuales"). Creo que la cacé teniendo yo unos catorce años porque hubo un reestreno (maravillosa época la de los reestrenos), en el cine Paz de Madrid y, desde entonces, siempre vuelvo a ella periódicamente. Hace apenas dos años, mi hijo la descubrió porque se puso en los Veranos de la Villa el montaje original de Broadway para conmemorar los cincuenta años de su estreno. Y también, curiosamente, vuelve a ella de vez en cuando. Me dice "Papá...¿me pones (sic) "West deside story" y yo se la pongo. Y él se queda anonadado, sobre todo, con el "Cool".
En cuanto a musicales trágicos, "West side story" es una película clave en la historia del cine y, desde luego, cambió la concepción que se tenía del género. Pero yo puedo citar dos musicales, ciertamente atípicos, y que no son precisamente amables. Uno es "Bailar en la oscuridad", del inefable Von Trier, terrible y demoledora. El otro es uno que has visto recientemente, Dex, "Pennies from heaven" (por cierto, qué bien bailaba Christopher Walken).
El musical siempre me ha transportado, especialmente si tienen bailes enérgicos y con sentido. Tengo una deuda pendiente con ellos. Quizá un libro...algún día, en algún lugar.
Abrazos con calma, chico, calma.

Carpet dijo...

Bueno, ¿esto es una propuesta de transversal improvisada?. Porque el tema parece corto, pero así al pronto se me ocurrieron algunas otras que coinciden con lo que planteas, Dex. "Moulin Rouge" gracias por traerla aquí y "cabaret" están rodeadas pro la tragedia de una forma u otra, si. También la historia de Tony Y Maria, pero esta es una historia muy universal, que Lorca habló de algo parecido en "Bodas de sangre" y Saura la llevó al cine con Antonio Gades y Cristina Hoyos.
El mismo Gades con Carmen Amaya alas ordenes de Rovira Beleta dieron una nueva visión musical del drama en "Los tarantos".
Y finales dramáticos de un musical también hay en "Las zapatillas rojas", qué maravilla de ballet y qué bien filmado.
Y para musical dramático por excelencia, ahí tenemos a vuestro apreciado Von Trier y mi apreciada Bjork en "Bailar en la oscuridad".

No sé si habrá muchos más, pero para muestar un botón.

Abrazos a lo Tonigth ( esto es, repetidos)

Carpet dijo...

Vaya, hemos repetido a Von Trierm,eso me pasa por lento, aunque podemos traer otro final triste aunque no sé si dramatico, el de Roy Scheider/Bob Fosse en "All that jazz".

Espectacular si pero no alegre.

Y lo de los bailarines homosexuales...No diré Gene Kelly, pero la elegancia de Astaire no tenía nada de femenina.

Abrazos desde la azotea.

dexter dijo...

Es verdad, "Pennies from heaven", gracias por recordármelo, pero aún con toda su amargura creo que la peli de Ross aparece más tamizado por el romanticismo que inspira la época. "Bailar en la oscuridad" lo considero un musical atípico, más bien yo diría que es una peli de Von Trier con canciones (por cierto ¿llegaste a ver "Melancolía" porque, chico, yo supedito la supuesta calidad de la cinta al demoledor mensaje que transmite, que no se puede mercadear con el pesimismo en estos tiempos, coñe).
En fin, hablemos de cosas más alegres. Mi padre también dice siempre que esa peli le marcó, que hay que verla en pantallón en panorámico y con sonido en condiciones, la ha visto luego en la tele y dice que ya no es lo mismo.

Abrazos en surround

César Bardés dijo...

A ver, que puntualizo que quizás no me he expresado bien.
Mi padre tenía verdadera adoración tanto por Fred Astaire como por Gene Kelly. Creo recordar (hablamos de hace 40 años), que él se refería más bien al cuerpo de baile, a un montón de bailarines que no eran tan delicados en sus movimientos (en gran parte debido a la portentosa coreografía de Jerome Robbins). Igual también sentía adoración por Mikhail Baryshnikov porque le parecía un bailarín de ballet que hacía más movimientos masculinos, más enérgicos de lo habitual. Eso era lo que me decía. Ahora, el pobre, ya, como bien dijo el hijo de Antonio Mercero, ve "West side story" treinta veces y en cada una de ellas es como si la viera por primera vez.
Musical amargo también es (y antes de "West side story") "Siempre hace buen tiempo" y también tiene su amargura en la forzada emigración otra obra magna de Jerome Robbins como es "El violinista en el tejado". Se me han ocurrido así...mientras pasaba la aspiradora.
Abrazos en quinteto.

César Bardés dijo...

He visto "Melancolía" y, francamente, me ha decepcionado bastante. Mucha técnica, mucho afán rompedor, como siempre y al final, tienes razón. Juega un poco sin piedad con los sentimientos de la gente y, la verdad, no me llega al corazón, tal vez porque su intento es de llegar de la forma más agria posible. Oportunismo, diría yo.
No, no es lo mismo ver "West side story" en el cine en panorámica que en la tele. No acabas de verla con tantísima adrenalina como fue mi caso, la verdad.
Abrazos viniendo.

Carpet dijo...

Ajá, ok, ahora entiendo. Si es cierto que las coreografias de West Side Story destilan pura testosterona, muy al modo de una banda juvenil que a estas alturas de partido nos parecerían los mas formalitos del barrio. Ojala los gamberretes del barrio en estos tiempos fueran como ellos.

Acabo de recordar, en esto de coreografias de peleas y bailes de un musical, a los hermanos de la peli de Stanley Donen, "7 novias para 7 hermanos", que también acaba de forma dramática para los que no creen en el matrimonio.

Abrazos silbando

César Bardés dijo...

Es cierto que ahora nos parecerían incluso chicos majos. Era el año 61 y esa forma de vestir y de comportarse, desde luego, era todo un impacto en la época. El cine se ocupa mucho de ese impacto. Ahí está "Los jóvenes salvajes", de John Frankenheimer, o "Llamad a cualquier puerta", de Nicholas Ray, o "Lady in the cage", de Walter Grauman o, incluso, y de forma aún más "higiénica", "Rebelde sin causa" y "Al este del Edén" ("Gigante", menos). Los jóvenes comenzaban a ser rebeldes y a tener su reflejo en un espectáculo de masas. La idea de Bernstein, desde luego, con la ayuda de Arthur Laurents fue muy buena al trasladar el "Romeo y Julieta" a las calles de estos supuestos inadaptados. Lo que pasa es que, además, la forma en que lo hicieron fue maravillosa porque la partitura fue insuperable, los bailes, magníficos y sacaron las cámaras a plena calle para quitar la impostación típica del musical (sí, "Un día en Nueva York" también saca las cámaras a la calle pero es otro rollo, por cierto, también con música de Bernstein).
Menudo malandrín estás hecho con lo de "Siete novias para siete hermanos". Por cierto...para mi sorpresa tuve una revelación importante viendo "Drive" y es que en ella salía...¡Russ Tamblyn! Dex, tú que la has visto...¿a que no caíste? Es el tipo que le retira los cristales del brazo a Gosling.
Abrazos desde América.

dexter dijo...

No, no caí, la verdad es que tengo un recuerdo muy difuso de " 7 novias para 7 hermanos"... y empiezo a tenerlo también de "Drive". Además comprenderás que yo en esa escena en quien me fijaba era en Gosling y no en el otro.
Por cierto que "Cantando bajo la lluvia" acababa de forma trágica para la pobre Lina Lamont que se quedaba sin curro (qué buen homeanaje le hace a esta buena señora Hazanavizius al principio de "The artist"), "Grease" acababa fatal para el pobre Lorenzo Lamas que se quedaba sin su Olivia, "My fair lady" fue un tragedión para Julie Andrews que vio como Audrey le quitaba el papel en el último momento, Woody Allen dice que lo peor de reencarnarse es tener que volver a ver de nuevo "Sonrisas y lágrimas" ¿Quién dijo que el musical es la exaltación de la vida y la alegría?

Abrazos aguafiestas

César Bardés dijo...

Tiene su aquél tu comentario. Yo diría esa misma frase aplicándola a "Moulin Rouge" y, ojo, cada vez me estoy encontrando a más gente que manifiesta la misma aversión que yo hacia la película de Luhrmann. En fin, no pasa nada. Siempre tendremos "Noches en la ciudad"...por cierto, también bastante amarga. La visión del mundo de Bob Fosse no pasaba precisamente por un musical alegre.
Abrazos de gran gastador.

Carpet dijo...

Bueno, bueno...no abuseis del tema "Moulin..." que hacéis daño a mi corazoncito, que me gusta mucho, leñe.

Y de la broma sobre los musicales, que pasaron de comedia a melodrama mesical a poco que cambíaramos la perspectiva, al tema de las bandas juveniles y los inadapatdos sociales.

Es curioso lo que dices Wolf sobre la preocupación de los inicios de los 60 sobre la rebeldía juvenil, mencionas algunas pero tambien bien entrados los 60 nos encontramos con "Rebelión en las aulas" (he de decir que para mi y mis compañeros del cole fue impactante su pase televisivo, sobre todo porque no entendíamos ese problema en una escuela española) o la misma "La jauria huimana", dondfe el gamberro indeseable lo representa un Redford más buena gente que cualquiera de los socialemente adaptados.

Habría que esperar a finales de los 60 con "Easy Rider" para actualizar y dar realismo a esa rebeldia. Kubrick con "La naranja mecánica" le añade el punto de violencia que convierte en peligrosos para el público general a los jovenes rebeldes.
Coppola y Scorsese vuelven al chaval que se ve abocado a la delincuencia por circunstancias trágica, la jugarreta del destino, el mal sino, "Rebeldes", "Malas calles"...
Walter Hill aprovecha el filón para rodar westerns urbanos "The warriors" y sobre todo "Calles de fuego".
En los 90 y dos miles, los jovenes casi se convierten en un personaje más para películas de terror, ya no son rebeldes, son tipos deshumanizados, crueles, que disfrutan con el dolor ajeno y no tienen empatia, es un regreso a Kubrick, "Funny games", por ejemplo.

En fin, otra cosa desde los jets hasta ahora mucho ha cambiado el asunto, recordemos que hubo una época que sobreviviamos a las bandas juveniles gracias a gente como Charles Bronson.

Y otra cosa, no se si habrá que esperar hasta el jueves para hablar de Clney, pero os aviso que de "Los descendientes" hablaré con conocimiento de causa, aunque sólo sea por esta vez.


Abrazos hermanados.

César Bardés dijo...

Ay, ay, esas debilidades...sabemos que te gusta Clooney, Carpet, en más de un sentido y no te preocupes que habrá cumplida información sobre "Los descendientes" y sobre "Silencio en la nieve", que me las tragué seguidas y sin rubor.
La rebeldía juvenil, es cierto, es un tema sobre el que el cine ha vuelto con cierta frecuencia pero, como bien dices, lo que cambia es el punto de vista. A finales de los cincuenta y principios de los sesenta, eran vistos como unos pobres descarriados a los que había que ayudar, poco más que unos enfermos sociales. Coppola y Scorsese ponen más el acento en "es lo que les ha tocado" sin eximir de parte de culpa al entorno y, en general, al resto de la sociedad. Kubrick, sin duda, les dota de siniestralidad porque cree que un sistema enfermo sólo puede parir individuos enfermos y que ése será el futuro. Ahora, hasta tenemos una versión juvenil de "Hannibal" para dejar bien claro que son unos psicópatas, como bien dices, insensibles ante el dolor ajeno y que no tienen ya ninguna salvación. Siento repetirme pero "Lady in the cage", una película muy desconocida con un jovencísimo James Caan ya abundaba en esa versión salpicada con drogas y, además, con un cierto aire de venganza hacia los adultos que habían hecho de ellos lo que eran. ¿Reflejo de la realidad? Puede ser. Los tiempos cambian y también la juventud y el cine no deja de coger casos por los extremos que, no por ello, también dejan de ser menos reales. Lo que está claro es la permanente preocupación que despiertan los adultos del futuro en todas las generaciones.
Abrazos llenos de rock (and roll).

dexter dijo...

Bueno, ya que estáis con el transversal de jóvenes rebeldes, y ya que antes citó las pelis de James Dean me gustaría citar una película que también de forma "higiénica" como dice él me gustaría citar "El graduado", una peli en la que si bien no salen bandas callejeras Dustin Hoffman representa bastante bien lo que puede ser un prototipo de joven de la época. "El graduado" vendría a ser lo que "Rebelde sin causa" a los 50.

Qué bien que se pueda comentar "Los descendientes" a 3 bandas. Hay que ver lo bien que le sientan las camisas hawaianas a George, casi tanto como el Armani.

Abrazos floreados

dexter dijo...

*vendría a ser a los 60 lo que la otra fue a los 50 más o menos.

César Bardés dijo...

Bien visto porque "El graduado" puede ser un retrato del joven "pudiente" que, sencillamente, está aburrido y no cree demasiado en el futuro (recordemos que, en ese momento, Estados Unidos está inmerso en la guerra más larga del siglo y la palabra "esperanza" casi no existe para el que es joven en aquella época).
Qué ganas tenéis de hablar de George ¿eh? Cómo tira lo bueno...
Abrazos con aloha.

Carpet dijo...

Bueno, y eso que estamos hablando, en general, del cine USA, que en el cine hispano, no recuerso jovenes rebeldes, ni asociales hasta el fin del franquismo y entonces nos encontramos de repente que la marginalidad creaba delicuentes y casi heores mitificados como pistoleros de western "Perros callejeros", "Colegas", "27 horas",...Ya, mas adelante, nos encontramos con todo lo contrario, el peligro no viene del poblado marginal del que siempre te puedes librar evitando circular en su cercania, lo terrorifico era que a tu lado podía surgir el problema, un chico como tu, uno como los tuyos..."Historias del Kronen" o "Nadie conoce a nadie", "mas de mil camaras de seguridad...", el burguesito aburrido inventando maldades...

Y si, a Clooney le van bien las camisas hawaianas...o viceversa, aunque correr casi lo hace mejor Tom Cruise.

Abrazos con daikiri

César Bardés dijo...

Hombre, tenemos un ejemplo de lo descarriados jóvenes en "Los golfos", de Carlos Saura. Ahora, si los de "West side story" nos parecían higiénicos...no te digo nada estos. Estos ahora serían auténticos "señoritos", que iban vestidos con pantalón de pitillo, corbata y americana. Manolo Zarzo era uno de ellos, cuando era muy, muy joven y lo que ponía en juego Saura era más bien una especie de perversión moral antes que evidente.
En cuanto a la carrera de Clooney...no sé, quizá me equivoque, pero creo que es muy en plan cómico ¿no? Porque cuando va por la playa corriendo no parece tan torpe.