El movimiento de la diligencia,
suave, continuo y cadencioso, acoge las conversaciones de unos cuantos
personajes que parecen sacados de las mismas entrañas de París. Jueces y damas
de compañía de la Reina María Antonieta se codean con cronistas de dudoso
prestigio, con teóricos políticos que creen que la República Francesa es la
gran oportunidad que se abre a la democracia, con conquistadores que ya están
de vuelta de todo a pesar de que impresionan con su altura y su tranquila elegancia.
Todos ellos persiguen otra diligencia, la del Rey, que va dejando pistas sobre
su ruta y que busca la reunión de tropas afines para aplacar esas
incomprensibles ansias del pueblo por gobernar su propio destino.
Por el camino, se discute la
hipocresía de la clase burguesa, la falsa y acusadora posición acomodada de una
aristocracia que, cada vez, se va despegando más del pueblo y la conveniencia,
o no, de publicar obras de dudoso gusto moral pero de innegable valor
artístico. Todo ello se une para formar una excursión en la que se descubren
costumbres y maneras, modas y modos y también actitudes que se esconden detrás
de terribles apariencias, falaces e insultantes, que, al fin y al cabo, quieren
la perpetuación del absolutismo porque el pueblo no está preparado para
gobernarse. A esos solo les hace falta llenar el estómago y trabajar como
esclavos.
Realizada con un gusto exquisito,
con un reparto espectacular en el que destacan el maravilloso Jean-Louis
Barrault, libertino de corte pobre, observador de una realidad que, poco a
poco, se va diluyendo en nuevas hipocresías que no llevarán a nada, y el
impresionante Marcello Mastroianni dando vida y arrugas a la decadencia de
Giacomo Casanova, conquistando aún con el andar vacilante y la mirada
desencantada, La noche de Varennes es
todo un retrato de las falsas pasiones humanas cuando el mundo cambia a la
velocidad con la que el paisaje transcurre desde la ventana de una diligencia.
Aún cabe la admiración por el porte real cuando no se cree en tales sistemas y
quizá el respeto sea una de las cualidades más imprescindibles para llegar a
una democracia real. O, tal vez, el hecho de estar enfrentado no requiera el
instrumento del odio para alcanzar la coherencia. Son cosas que el ser humano,
siempre cambiante y caprichoso, debería asumir antes de lanzarse a la batalla,
pues por muy noble que sea el objetivo, no es válido si, por el camino, hay que
destruir y pisotear lo anterior, despreciando a todos los que sí creyeron. Ni
el triunfo de una nueva época debe ser minusvalorado por aquellos que tuvieron
la fortuna de nacer sin preocupaciones, sin deseos ni necesidades de trabajar.
Todo debe seguir. Como el camino de una diligencia que solo hace las paradas
necesarias para que los viajeros sepan dónde están y cuánto tiempo les queda.
Al fin y al cabo, la noche no es más que el preludio del día.
4 comentarios:
Tendría que revisar la película porque hace tiempo que la vi, pero sí guardo un buen recuerdo de ella. Nada que ver con Mari Sofi ese retrato de la Francia de Maria Antonieta. A mí es que me gustan ese tipo de películas que parten de una anécdota o una intrahistoria para desentrañar toda una época (ahí entraría por ejemplo ya que estamos entre la aristocracia y la realeza "El discurso del rey".
Y sale Marcello y solo por eso ya... Y es de Scola, un director del que hay que defender no solo "Una jornada particular " o "La familia" sino también de otras pequeñas joyas menores como "Splendor", a la sombra de "Cinema Paradiso" o "La sala de baile".
A mí con este "Varennes" me vienen ecos de "Barry Lyndon" incluso de "La diligencia" de Ford con todos esos personajes metidos en el carruaje condenados a entenderse o al menos a soportarse.
Abrazos revolucionarios
Ya quisiera la Mari Sofi hacer una película como ésta. Yo creo que aquí Scola hace una de sus mejores películas porque el retrato que hace es completo, es minucioso y es comprensivo tanto con las personas que desean la democracia y que la Revolución Francesa se convierta en esa oportunidad que desea Europa como con las partidarias de la realeza, más que del absolutismo, porque la realeza posee una grandeza impresionante y muy representativa de un país. Lo que pasa es que, lógicamente, Scola dice bien a las claras que esa época, por muy grande e impresionante que estuviera representada en la figura del Rey, tiene ya que pasar, tiene que cambiar en todo caso, tiene que acercarse a un pueblo que, no por analfabeto, es más despreciable. A mí me parece también que Scola maneja muy bien el reparto con Mastroianni a la cabeza (qué magnífico Casanova), Hanna Schygulla, Harvey Keitel y el fantástico Jean Louis Barrault que se empeña en ser testigo de un viaje que iba a ser trascendental para el destino de Francia.
Hace poco descubrí un corto de Scola que todo amante del cine debería ver. Te pongo el enlace
https://www.youtube.com/watch?v=ks8gqngvF_A
No hay que perdérselo, de verdad, es maravilloso y no os va a llevar más ocho o nueve minutos.
Abrazos asombrados.
Espectacular el corto, no recuerdo haber visto la peli (de hecho estoy casi seguro de no haberla visto) pero es cierto que la capacidad de Scola de dar un efecto buen gusto y clase a su cine no abunda.
En el corto se demuestra con ese inicio a lo Schindler, su homenaje a Cinema Paradiso, su visión humana de un conflicto quenunca acabará y su simpatía comprensiva y acogedora hacia los que lo sufren. Una pequeña joya, cierto.
Abrazos desde la butaca
Eso es cierto, si en algo hay que destacar a Scola es por su elegancia. Siempre he sostenido que Nikita Mikhalkov, cuando hizo "Ojos negros", quiso copiar el estilo de Scola.
El corto quiere decir eso y también es un homenaje al mismo cine como refugio, como lugar en el que la evasión es posible. Es maravilloso ese final.
Abrazos cómplices.
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