miércoles, 14 de mayo de 2014

UNA NOCHE EN EL VIEJO MÉXICO (2013), de Emilio Aragón

Tal vez en los ojos de un viejo estén escritas todas las respuestas e, incluso, todas las inquietudes. Allí, en el final de ese camino que él ya ha hecho demasiadas veces de ida y de vuelta, se encuentran todas las experiencias que han ido marcando cada una de sus arrugas, todas las amarguras de la mirada, todas las frustraciones y fracasos y, también, esos pequeños éxitos que la vida guarda y no siempre regala. Y ya, cuando el mundo y el tiempo se están acabando, no resta más que el deseo de unas horas más de libertad, unas horas más de servir a la voluntad de hacer lo que a uno le dé la real gana.

Y ese es un deseo más fuerte que cualquier otra cosa y si se muere en el intento, pues bienvenido sea. Lo que haga falta con tal de no quedar postrado en una cama babeando la vejez y teniendo conciencia de que no se es más que un estorbo. Es el simple y humano deseo de apurar un sorbo más de vida intensa, una sola noche, unas horas en las que Dios tiene que echar una mano aunque solo sea por una vez. Y la primera mano es la aparición de la sangre de la propia sangre, un compañero de viaje, un chico al que le está llegando la época de empezar a tomar decisiones y no tiene ganas de llevar adelante ni una.
México lindo de noches de neón que abrazas la penumbra de tus miserias y las conviertes en las fiestas de tu rutina. México lindo que escondes a la muerte a la vuelta de la esquina y a la belleza en la misma acera, haciendo que lo sublime y lo siniestro se abracen como burbujas en una botella de cerveza. México lindo que persigues la sangre y maltratas a los ingenuos porque todo se basa en el sudor de una noche demasiado cálida y en unas cuantas barras de bar vestidas de rojo y barnizadas con perfume barato. México lindo que premias a los más desesperados y castigas a los privilegiados haciendo que las estrellas sean monedas lanzada al aire, capaces de cambiar la suerte y el destino de cualquiera. En México lindo hay bebida, hay mujeres, hay una noche que nunca acaba, hay compañía inesperada y soledades derramadas. Hay asfalto húmedo y aceras pisoteadas. Hay magia y veneno y también segundas oportunidades a precio de saldo. Allí es un buen lugar donde saborear las últimas gotas de libertad cuando las arrugas se van agrietando para dejar paso a la vejez. También lo es para hacer madurar al joven que está dispuesto a comenzar la vida con una mirada de frente y una experiencia en la mejilla. Es donde terminan los sueños. Es donde toma forma la esperanza. Es donde se coloca un beso en cada bala para espantar la desolación.

No cabe duda de que esta película tendría poco, muy poco que destacar si al frente del reparto no estuviera un actor de la talla inmensa de Robert Duvall. Él es el centro y también la verdad de esta historia y su presencia es tan poderosa que uno llega a olvidar la ingenuidad de algunos pasajes, la fotografía inadecuada o las motivaciones de un viaje providencial. Por otro lado, Emilio Aragón, director de la película, tiene más pulso cuando la trama se sumerge en las intrincadas trampas del thriller que cuando se empeña en mostrar sentimientos, no del todo bien dibujados en algunos pasajes, como intentando dejar la explicación de algunas conductas a los vaivenes del destino caprichoso. Pero nadie puede dejar de simpatizar con ese viejo sabio que se bebe la noche en jarras y que deja intuir la dureza de una vida que no ha merecido la pena porque la soledad ha sido su esposa. Y mirándole, uno se da cuenta de la grandeza que supone que en uno solo de sus gestos haya más cine y más actuación que en todo el resto de la película. Quizá sea cosa de esa libertad que se deja querer pero nunca acariciar y que desea cantar pero solo permiten que muestre lo que interesa sin preocuparse de que ella, la esquiva libertad, tenga mucho que ofrecer. 

4 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Bueno, pues después de los vapuleos que se ha llevado la peli en todos los sitios donde he leído u oído sobre ella, me parece que tu le das más cancha.

Efectivamente un Duvall sobreprotagonista es un placer para todos los sentidos, hay que ser muy inutil para que nio siquiera verle merezca la pena. Pero la crítica que más se ha repetido es que la película se desliza hacia la blandengueria a partir de la media hora muy en la linea Aragón y que eso la hace perder fuerza e incluso sentido. También critican algunas apariciones poco afortunadas o directamente sin sentido (Angie Cepeda por ejemplo) y poco peso de algún personaje más potente ( Tosar dicen).
Tu no has sido tan puntilloso, lo que no sé si tomarme como el exceso de indulgencia que te traspadó Duvall o como que la peli no está tan mal como tantos dicen.

De la promoción recuerdo el otro día a Emilio Aragón entrevistado en el plus, decía que lo de Duvall era impresionante y que estaba todo el tiempo contando anecdotas, y que el tipo comentaba : "Pues una vez con Marlon...",o "estabamos Bobby y yo..." (por De Niro), o "Cuando vino un dia Jimmy..." (por James Caan). Emilio Aragón lo contaba con una ilusión y una admiración tan sincera como la que podríamos tener cualquiera de nosotros si tuvieramos ese privilegio...Dirigir a alguien al que admiras no debe ser fácil y lo mismo te embarcas en una película inadecuada, un western fronterizo y crepuscular lo es para un expañol, pero es imposible no aceptar y disfrutar del momento. Carpe Diem.

Abrazos polvorientos.

César Bardés dijo...

Robert Duvall, con 83 años, es simplemente impresionante. Si no se ve la maravillosa actuación, no demasiado tópica, de ese anciano que quiere vivir una noche más de libertad merece todos los Oscars del mundo incluso dentro de una película pequeña y sin demasiadas pretensiones como ésta. Y, desde luego, es la mayor virtud de la película.
Por supuesto, la película tiene muchísimos defectos. Desde luego, lo de Angie Cepeda es perfectamente prescindible y lo de Tosar...es que, a ver, ese papel de traficante de drogas durísimo, que asesina a la gente sin pestañear...no me lo acabo de creer. Sospecho que tampoco Emilio Aragón y por eso no le da demasiada cancha.
Creo que la película alterna, como tal, aciertos y errores. Entre los errores hay algunos de dirección que son bastante evidentes: no hay mucho ritmo en la historia, mete el acelerador y luego para sin demasiado sentido. Creo que eso es lo peor. La historia en sí es buena, sobre todo en lo que se refiere al "thriller" con un dinero inesperado que circula por los personajes y que es un "leitmotiv" muy fuerte al que Aragón, tal vez, no presta demasiada atención. El chico que hace del nieto de Duvall es muy malo interpretativamente. La fotografía no es mala y la descripción de ese México fronterizo es muy climático (no digo que acertado porque nunca he estado allí) y pone mucho en ambiente haciendo que las reacciones algo pasadas de rosca sean perfectamente comprensibles.
No es una película para recordar, no cabe duda. Pero tampoco es para ponerla como una basura intragable. Peca de aburrida en algunos pasajes y de un exceso de verborrea...los personajes hablan y hablan y hablan...pero no puedes evitar simpatizar con ese viejo cascarrabias, perdedor de muchas batallas, centro de toda la trama y merecedor de una oportunidad más.
Mi amigo Miguel Rellán si que me contó que habló una vez con Robert Duvall y dice que era un auténtico placer. Michael Caine (no es mi amigo, desgraciadamente) decía todo lo contrario, que Robert Duvall era un hombre muy malhumorado aunque un excelente actor.
Abrazos ajados.

CARPET_WALLY dijo...

A lo mejor Caine le pilló en un época distinta, la edad relaja y no cabe duda de que a Duvall, como le ocurre a muchos otros se han engrandecido con el paso de los años y aunque antes ya eran muy buenos actores ahora saben ganarse la pantalla aunque sea en pequeñas apariciones (no es el caso), pero recuerdo hace poco la de Cruise "Jack Reacher" en la que su papelito era sin esfuerzo lo mejor de la función y eso que la peli en si no estaba mal.

Quizá la fuerza juvenil de Duvall le convertía en un tipo complicado pero poco a poco seguro que habrá dominado esos impulsos de la misma forma que su forma de actura se ha convertido en sabia.

Dices lo del Oscar y en algún sitio también lo he oido. De hecho el reclutar a Emilio Aragon para dirigir el guión se asemeja a lo que hicieron con Bruce Beresford en el único Oscar que tiene Duvall, el de "Gracias y favores" (aunque no vi la peli), de hecho eso de traerte a un australiano a rodar en Texas una película sobre el Country es tan extraño como lo de un español rodando un moderno western fronterizo.

Por cierto tiene una pinta buenisima ese monologo, "Novecento", que interpreta rellán estos días en el teatro. No es improbable que caiga si logro liberarme de una obligación familiar que me tiene bastantes días comprometido.

Abrazos con arrugas

César Bardés dijo...

Caine dice eso de él a propósito del rodaje de "Ha llegado el águila" y le describe como un hombre de reacciones muy bruscas, que se cabreaba a la primera de cambio. Sí es posible que la edad haya templado sus ímpetus y que ahora se muestre más afable y razonable. Estoy, por cierto, de acuerdo en que "Jack Reacher" no estaba nada mal.
"Gracias y favores"...pues no está mal sacado el tema. La película era un peñazo de aúpa y, sin embargo, Duvall hacía una interpretación maravillosa. Si alguien recuerda esa película es porque Duvall estaba dentro. Y estoy seguro de que nadie podría decirte muy bien de qué trate (un cantante country ya al final del camino que busca un lugar para retirarse). La película no merecía nada la pena. Duvall, sin duda, sí.
Estuve en la previa de "Novecento" el sábado...bueno, sin palabras. Le di un abrazo a Miguel emocionado porque fue capaz de dejarme sin palabras, casi lloro. Él está inmenso, sin ningún apoyo. El escenario desnudo, sin muebles, sin escenografía, sin nada. Solo él, un traje arrugado y la palabra. Y es maravilloso. Un actor en estado puro y en estado de gracia. Estará allí hasta el 29 de junio. Después, quizá, nos pongamos con el guión. Eso carece de importancia. Lo importante es que hay un gran actor y quiere decir algo.
Ve. No puedo decir más.
Abrazos emocionados.