miércoles, 3 de septiembre de 2014

JAMES GARNER: UN TIPO SERENO



Nunca hizo de loco desquiciado, ni bordeó los límites de la actuación con gestos excesivos o con gritos sorprendentes. James Garner hizo de la serenidad todo un sello y no dejó de ser ese tipo listo, bastante tranquilo consigo mismo que convirtió esa virtud en un arma extra ante las dificultades que se planteaban a sus personajes. Al fin y al cabo, él fue ese hombre atractivo, inteligente que, de alguna manera no demasiado espectacular, siempre triunfaba y así nos proporcionaba un instante, frugal y leve, de victoria.
Procedente de la televisión donde interpretó la mítica serie Maverick, Garner consiguió varios papeles de cierta relevancia como el Teniente Submarinista que se interna en una isla japonesa para robar unos códigos de radio en la muy apreciable Infierno bajo las aguas donde combinó la tensión con una sabia naturalidad que encandiló a William Wyler para darle el vértice masculino de la maravillosa La calumnia, y de ahí, claro, a su papel más recordado: el del ladino proveedor del campo de concentración de La gran evasión donde trabó una gran amistad con Steve McQueen, enamorado como él de la alta velocidad. Tanto es así que Garner llegó a patrocinar equipos de automovilismo sin llegar a ser corredor profesional pues consideraba que no tenía suficiente nivel. La amistad con McQueen se rompió en el momento en el que interpretó a un campeón americano de Fórmula 1 en la que, posiblemente, sea la mejor película sobre el tema que se haya rodado nunca: Grand Prix, de John Frankenheimer. La enemistad partió de la petición de McQueen a Garner para que le cediera el papel. Garner se negó y McQueen le retiró la palabra durante cuatro largos años. Más tarde, Garner consiguió arreglar las cosas y la amistad, ahí sí, perduró el resto de sus días.
También fue el guía y el mentor de una Julie Andrews divertida y encantadora en esa pequeña joya olvidada que es La americanización de Emily, de Arthur Hiller e intervino en una estimable película de espionaje bélico mutilada incomprensiblemente en la sala de montaje que fue 36 horas, de George Seaton.
Todo el mundo hablaba de Garner como un actor de fuerte presencia que destacaba por su actuación serena, que nunca iba un paso más allá. Lo demostró en el papel de Wyatt Earp en la excelente La hora de las pistolas, de John Sturges; o en la muy tranquila encarnación del mítico Philip Marlowe en Marlowe, un detective muy privado. Lo cierto es que, al ser un actor sin estridencias, su popularidad hubiera decaído en los histéricos setenta de no ser por la televisión que le volvió a ofrecer un papel a su medida en la serie Los casos de Rockford, lo que le mantuvo en la cumbre en la piel de un detective un poco saturado de trabajo.
Ya en los ochenta demostró sus maravillosas dotes como galán de alta comedia en Victor o Victoria, de Blake Edwards aunque ahí la función se la robase Robert Preston, y consiguió su única nominación al Oscar en la estupenda El romance de Murphy como un granjero que sabía vivir y encuentra el amor en su madurez con la cara de Sally Field.
Con la edad llamando con discreción a su rostro, volvió a interpretar a Wyatt Earp en esa fábula un tanto desangelada que fue Asesinato en Beverly Hills, al lado de una estrella emergente como Bruce Willis y también estuvo divertido, ocurrente y a gusto encarnando al padre del protagonista Mel Gibson en la versión cinematográfica de su serie Maverick.

De sus últimos años hay que destacar el fantástico papel que realiza en Al caer el sol, de Robert Benton, protagonizando un inolvidable duelo contemporáneo con Paul Newman y actuando como un auténtico maestro en medio de sus diálogos inteligentes e irremediablemente procaces. Al lado de ella, su aparición de vieja gloria camino del espacio exterior en Space cowboys, de Clint Eastwood, una última juerga con viejos amigos que nos dibujó una sonrisa de complicidad  a los que aún intentábamos encontrar cosas impensables en un campo de concentración en la Segunda Guerra Mundial. Y nosotros, eso sí, nos quedamos tranquilos porque, seguro, él está dando los últimos toques al bólido con el que va a echar una carrera contra Steve McQueen bajo la mirada atenta de Paul Newman. Y lo está haciendo con tanta serenidad que no hace falta apostar demasiado para darse cuenta de que va a trucar el motor con cosas que nadie más puede encontrar.

2 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

¡¡¡Bienvenido Lobo!!!. Cuanto se te ha echado de menos.

Acabo de verte, que entre el laburo y las tareas que me ha dejado Dexter en la aldea gala, no me he podido ni poner a repasar.

Que Garner grande, o vivceversa. Aun recuedo yo otra peli que me impactó en mis tiempos juveniles/infantiles, ese wesern cómico llamado "También un sheriff necesita ayuda", donde su socarroneria y rostro simpático le hacían encantador. Y más recientemente en la seguramente demasiado melosa, pero francamente irresistible, "El diario de Noah", yo de mayor quiero ser como él. Y por supuesto la mencionada "Al caer el sol" y esos dialogos con Paul son espectaculares.


Pero vamos a lo importante. ¿Tu verano como ha ido?. ¿Has disfrutado?. ¿Como va tu aventura editorial?. Cuentanos algo más de esa ¿nueva? aventura radiofónica que no me he enterado muy bien. ¿Sustituye o se suma al Conversacines? ¿Y Chus?.

Abrazos preguntones y alegres por volver a leerte.

César Bardés dijo...

Pues gracias por la alegría evidente que destilan tus palabras, Carpet.
El verano, bien. Haciendo mucho turismo-aventura con mi querido retoño y mi santa esposa. Esta vez nos hemos quedado por las Españas porque tenía que ir a una universidad del norte a participar en una mesa redonda sobre Fritz Lang (esto ya lo dije ¿no?) En todo caso, luego el consabido pueblo con la familia y, ya se sabe, no más de diez días con la familia luego ya empiezan a salir a flote los rencores y las diferencias...y yo me he tirado dieciocho días. No te digo más.
La aventura editorial pues, en teoría, sigue adelante. Vamos a ver si entre este mes y el que viene nos ponemos con "El sueño americano (El cine en la era Kennedy)" con un prólogo maravilloso de Anna Bosch y una presentación entusiasta de Miriam Díaz-Aroca. Estamos en ello.
La nueva aventura radiofónica, llamada "La gran evasión", viene a sustituir a "Conversacines". Por cuestiones de trabajo nuestro querido Chus se traslada a Málaga (parece ser que es una buena oportunidad) y tiene que buscarse piso de nuevo y asentarse allí. Desde luego, promete que "Conversacines" volverá bajo la tutela de Onda Color pero habrá que darle un tiempo.
El director del nuevo programa es José Miguel Moreno, que ya participó en algunos "Conversacines", es el director del Cine-Club de la Alameda de Sevilla y derrocha entusiasmo por el cine. Nos estrenamos el martes con "El graduado" y debo decir que el programa tuvo mucho ritmo y cierto nivel. También estuvo nuestra querida Raquel Jaén. Onda Color, las cosas como son, está muy bien, pero el tirón de Radiópolis es superior, eso hay que reconocerlo.
En cuanto a lo que comentas de Garner, ya me han dado un tirón de orejas por no haber incluido en el comentario "El diario de Noah" pero la noticia de la muerte de Garner me pilló en Asturias, entre excursiones en bici por la Senda del Oso y el Parque de la Prehistoria de Teverga, el artículo lo hice en veinte minutos, en un locutorio y de memoria, sin medios. Estos requerimientos de urgencia son así. Y, sencillamente, me olvidé de "El diario de Noah".
En todo caso, espero que tu laburo no haya sido muy duro (mi alma de poeta lucha por salir) y que tengas muchas ganas de seguir hablando de cine por estos lares.
Un abrazo y la alegría también es mía (mi alma de poeta, etc...)