miércoles, 11 de febrero de 2015

ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS (1974), de Sidney Lumet

Doce hombres justos casi siempre pronuncian un veredicto justo. Un tren, detenido en medio de ninguna parte y un asesinato. Un crimen que haría las delicias de cualquier salón de té. Basta con ponerse en la piel de un detective privado que solo acepta casos difíciles, de esos que hacen discurrir las células grises y ya está introducido el elemento inesperado. El crimen perfecto puesto en entredicho porque un cursi y remilgado detective belga llamado Hércules Poirot duerme en el mismo vagón donde se comete el asesinato. El pasado, demasiado a menudo, no ayuda a ajustar cuentas.
Y todos los sospechosos están demasiado perfilados. La mujer que no deja de charlar, la sueca que habla trastabillándose y con una cadencia algo retardada, el mayordomo impecable (no lo olviden, si en un asesinato hay un mayordomo de por medio, sigan la pista), el vendedor de coches italiano, el eficiente conductor del coche-cama, el conde y su bellísima mujer, el coronel del ejército colonial, la guapa señorita que esconde un secreto, el nervioso ayudante de la víctima. Todo está demasiado caracterizado, como preparado de antemano, como si éste fuese un caso que se lleva planeando más de veinte años. El color sepia se confunde con el color, la tinta de los periódicos de entonces parece la grasa de las ruedas del tren inmóvil, maldito detective relamido…
Sidney Lumet dirigió la que, posiblemente, sea la mejor adaptación que se haya hecho nunca de una novela de Agatha Christie, con un actor impresionante dando vida al mítico detective creado por su pluma en la piel de Albert Finney. Solo él ha sido Poirot, solo él ha conseguido dotar de una capa de grasa inteligente al ridículo hombre del bigotito, el bombín que se ha dedicado a investigar crímenes entre la aristocracia. Su interpretación eclipsa al resto del esplendoroso reparto, acertadísimo, al que Lumet otorga su momento de lucimiento con sabiduría en el ritmo y, sin salir del tren, con una ambientación absolutamente creíble. Y ésa es una de las grandes virtudes de la película. Podemos intuir el mundo de alrededor sin salir de esos pasillos estrechos, lujosos, únicos de un tren que ya es leyenda. Eso solo puede hacerlo alguien que dominaba como nadie las tramas situadas en espacios cerrados, como la mente de Poirot, como el lugar de un crimen que no dejará pistas en el momento de llegar a alguna parte.

Y es que es muy difícil buscar culpables cuando la maraña de engaños se enreda en los más ínfimos detalles y las pistas que puedan conducir al asesino son las que deja el propio asesinado. Recuperar un papel quemado con una sombrerera de mujer, hallar el desafío de un batín con el dibujo de un dragón a la espalda, un fantasmagórico empleado de ferrocarriles de baja estatura y al que le falta un botón de la chaqueta, un pañuelo con una inicial, un puñal, ruidos de distracción…El misterio está ahí mismo, en la noche atravesada por un tren que recorre media Europa en busca de una inocencia que se perdió hace mucho, mucho tiempo y por una crueldad que necesita hallar su final después de tanto sufrimiento.

4 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Pufff, que grande es esta pequeña película, porque aunque está llena de nombres enormes su intención no es grandilocuente y si lo es, consigue rebajarse al de la novela de bolsillo, a aquellas novelitas que la editorial Molino publicaba de una señora apellidada Christie, aquellas que con la excusa de que no leías gran literatura te estaban regalando momentos verdaderamente gozosos. Esta película consigue lo mismo, mantener esa esencia de libro de bolsillo para meternos en el ídem.

Mi novela preferida de Poirot es "Telón" quizá precisamente por lo distinta a todas las demás del detective. "Maldad bajo el sol" también me parece una gran novela y un poco detrás este "Asesinato...", novela maravillosa pero con un crimen que es tan perfecto y tan absolutamente enrevesado que me obliga a distanciarme cuando lo leo.
Sin embargo a mi me gana en imágenes, lo contrario al resto de adaptaciones en su mayoría con Peter Ustinov, porque "Muerte en el Nilo" está bastante bien, pero carece de la fuerza de la peli de Lumet. Y es que uno de los grandes aciertos de la película es, como señalas, el grandísimo Albert Finney, pero también esos minutos de autentico gozo que nos regalan no pocos de los miembros del elenco. Hay que recordar que Ingrid Bergman ganó el Oscar como secundaria por su papel de mujer huidiza y acomplejada tan inolvidable en ese rol como en el de la desenvuelta, arrolladora y sin embargo vulnerable de “Encadenados” , o que John Gielgud obtuvo el Bafta masculino en la misma categoría (también lo logro Ingrid). Pero podríamos decir algo similar de Bacall o Perkins (Norman Bates en coche cama), o la siempre imponente presencia de Connery o la belleza de la Bisset (aunque poco destacable por mucho más), o la habitual corrección de la Redgrave o la altivez más que madura que transmite Wendy Hiller como la princesa Dragomirov, o la elegancia algo pusilánime de Michael York.

Una gozada, un acertijo perfecto, un detective imposible, un misterio irresoluble, una solución inalcanzable, una película redonda.

Abrazos en la nieve.

César Bardés dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con tu valoración, Carpet. De hecho aún guardo alguno de esos volúmenes de la señora Christie con la esperanza de que mi hijo tome el relevo en algún momento y descubra la maravillosa literatura de esta maravillosa escritura.
Me encanta que "Telón" la nombres como tu favorita. Es cierto, me parece un novelón que ya merece una adaptación al cine. Hasta el mismo Albert Finney creo que ya ha llegado a la edad en la que sería creíble un Poirot anciano y en silla de ruedas. Es una novela que ha desaparecido de las librerías hace muchísimo tiempo y estoy seguro de que sorprendería a la gente. Lástima que Sidney Lumet ya no esté entre nosotros pero seguro que hay algún director competente por ahí.
A mí me gusta bastante "Asesinato en el Orient Express" entre otras cosas porque nunca hubiera adivinado el culpable (ya me entiendes). Es difícil hacer una lista con las novelas preferidas de Poirot. Me encanta "El asesinato de Rogelio Akroyd" y me gusta mucho "El misterioso caso de Styles". Incluso hay una novela de la señora Christie en la que Poirot no está y me parece soberbia que es "El secreto de Chimneys" y que también merece una adaptación al cine. Me gusta "Los elefantes pueden recordar", así como "Tragedia en tres actos", fatalmente llevada a la televisión otra vez con Ustinov de protagonista.
La verdad es que las versiones de Ustinov son las que me distanciaban mucho del personaje y del espíritu. Aunque "Muerte en el Nilo" aún conserva parte del encanto de ésta (salvo por Ustinov, que no me gustaba nada como Poirot), las posteriores son una especie de degeneración al notarse de forma más que evidente que la producción cada vez está menos dispuesta a invertir dinero en historias que deben tener un diseño de producción muy especial. Lumet, con apenas dos o tres escenarios, lo consiguió con "Asesinato en el Orient Express" y porque, hay reconocerlo, tuvo a los mejores actores para todos los papeles, una confianza que, ya por aquel entonces, no se daba a ningún director.
Sinceramente, y esto que no salga de aquí. Yo he viajado en el moderno Orient Express (en tercera y para un trayecto corto y debo decir que era mejor que viajar aquí en primera) y yo no hacía más que mirar a mis compañeros de compartimento para escrutar si alguno de ellos era lo suficientemente inteligente como para desentrañar cualquier misterio que se podía presentar.
Abrazos caldeados.

CARPET_WALLY dijo...

Ufff, "El misterioso caso de Styles" es bastante espectacular, aunque la novela contiene una pequeña trampa al escondernos una cosa que hace Poirot que es fundamental para la resolución de la trama. Mis lecturas tiraban del fondo de la biblioteca de mi barrio, y esa el la única que conservo, en un estado bastante deplorable porque compré una edición ya antigua en una libreria de viejo. Recuerdo que incluía un plano de la casa, ¿no?. Me parece que fue la primera novela de la escritora.

Porque una de las cosas que hacen que amemos las novelas de Chistie, los que lo hacemos, es que jugamos a posicionarnos como detective, analizamos las repsuetas de los sospechosos, las pistas que va dejando aquí y allá tía Agatha antes de que se produzca el crimen, las relaciones entre los personajes que nos va describiendo a lo largo de sus páginas y que al final son determinantes para la traca final del misterio resuelto.

A mi me halucina la capacidad de la Crhristie para esconder frases de gran importancia en conversaciones aparentemente formales sin gran trascendencia. Y eso no se lo hurta al lector, está ahí para quien lo sepa recoger, pero he de reconocer que yo, aunque avisado del truco llegado el final de cada libro apenas he localizado a tiempo un par de pistas de las 8 o 10 que desentrañan el crimen.

Y otra muy destacable y que recuerdo con mucho gozo fue: "Muerte entre las nubes" con Poirot viajando en avión y con una estructura similar a "Asesinato..." puesto que en ambas el lugar del crimen está concentrado con todos los sopechosos en un mismo espacio, aunque se resuelve tiempo después de finalizar el viaje.

En fin, que grandes ratos nos ha hecho pasar tia Agatha.

Abrazos belgas

César Bardés dijo...

Sí, era un piano la portada, sí.
Y efectivamente, fue la primera novela de Agatha Christie.
Es cierto lo que comentas sobre la identificación del personaje que investiga (en este caso, Poirot) en las novelas de la insigne escritora. Tenía una especial habilidad para colarnos el fallo y hacernos quedar como una mente claramente inferior al detective o policía o aventurero de turno que trataba de desentrañar el misterio.
"Muerte entre las nubes" no llegué a leerlo pero ya que lo has nombrado lo buscaré con ahínco. Me apetece volver al lado del detective con cabeza de huevo y pelo relamido.
Grandes ratos, sí. Incluso con su otro personaje famoso, Miss Marple, espléndidamente interpretado por Margaret Rutherford, a mucha distancia de Angela Lansbury en aquella desgraciada versión de "El espejo roto" en la que vimos deambular los fantasmas de Tony Curtis, Rock Hudson, Kim Novak y Elizabeth Taylor.
Abrazos con brillantina.