viernes, 13 de febrero de 2015

SELMA (2014), de Ava DuVernay

“Que suene la libertad y que, cuando esto ocurra y permitamos que la libertad suene, cuando la dejemos sonar desde cada pueblo y cada aldea, desde cada estado y cada ciudad, podamos acelerar la llegada de aquel día en el que todos los hijos de Dios, blancos y negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos sean capaces de juntar las manos y cantar con las palabras del viejo espiritual negro: ¡Libres al fin! ¡Libres al fin! ¡Gracias Dios Todopoderoso! ¡Somos libres al fin!”
Cuando Martin Luther King fue asesinado, su esposa Coretta grabó la siguiente inscripción en su lápida:

“Al fin eres libre”

Y es que el camino de la libertad es un sendero difícil y quebradizo porque sin libertad, no hay derechos y sin derechos no se satisfacen las necesidades más básicas. Se podrá alimentar al pueblo de migajas y de promesas pero eso no son más que engaños del poder político que trata de contentar a los que verdaderamente tienen el poder. El mayor acto de libertad es el que empieza cuando un hombre es capaz de ponerse de pie y sin ningún uso de violencia se atreve a decir “No”. Lo demás es solo entrar en el juego, ser uno más de una multitud sedienta de venganza, convertirse en el enemigo y eso deslegitima, desacredita, desilusiona y quita la razón a quien, de por sí, la tiene.
Y cuando es tan evidente que los de siempre, los que intentan imponer la razón por la fuerza (lo cual hace que su idea sea extremadamente débil), son solo opresores de la libertad porque no les gusta que la gente piense y sea y se levante y diga “No” entonces es cuando hay que mantener la verdad a salvo porque, sin ella, no puede haber rebelión. Todas las rebeliones, más tarde o más temprano, han terminado corrompiéndose porque, al fin y al cabo, no han hecho más que repetir el mismo sistema con algunas variaciones. La gente es lo primero, es la que tiene derecho a decidir, es la que habla a través de las urnas, es la que expresa sus protestas pero respetando en todo momento la paz…sí, en todo momento, incluso cuando las porras vuelan y se quiebran huesos, incluso cuando las armas salen a relucir y un disparo acaba con la vida de alguien porque si empleamos la fuerza contra la fuerza…estamos asesinando la libertad y también nuestro derecho a ser demócratas.
Martin Luther King luchó con insistencia por los derechos de la gente de color en Estados Unidos. Lo hizo con rabia y con serenidad, tratando de contener la furia natural que brota en el ser humano cuando la injusticia rompe las costillas y pisotea los derechos. Y siempre tuvo razón. Y esta película, aún con sus defectos, habla sobre esa resistencia, sobre esa capacidad de negociación porque todos, blancos y negros, eran ciudadanos del mismo país. Y el gobierno debe legislar para todos y no solo para unos pocos. No importa que se cambie de signo. Esa máxima debe imperar en cualquier gobierno que sea democráticamente elegido. Porque no son un puñado de jefes sobre millones de personas sino que son un puñado de empleados bajo el mandato de millones de jefes.
Emocionante a ratos, necesaria en la mayoría, valiente en el retrato aunque ligeramente hagiográfica e irregular en algunos instantes, Selma contiene una excelente interpretación de David Oyelowo como el hombre que fue Premio Nobel de la Paz pero también de Tom Wilkinson en la más ajustada encarnación que se ha hecho nunca en el cine del Presidente Lyndon B. Johnson y de Tim Roth, a pesar de lo breve de su aparición, como el más que discutible Gobernador de Alabama George Wallace. El resto es historia. Es la capacidad que tuvo un hombre que despertó la suficiente ilusión como para hacer una marcha de un millón de hombres por algo tan básico y tan fundamental como los derechos civiles para hacer que una nación fuera más libre y, de ahí, menos pobre…y no al revés. 

2 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Acabo de terminar el libro de Muñoz Molina "Como la sombra se va", que gira alrededor de Luther King aunque sea indirectamente. Recorre con el punto de mira en Lisboa, un viaje con el asesino de King, el anterior y el posterior al asesinato ya que durante la huida que duró meses, paso más de 15 días en Lisboa. El libro enlaza tanto aquella estancia del magnicida, con la suya propia preparando "Invierno en Lisboa" hace muchos años, y con otra actual acompañado de Elvira Lindo de quien se habla sin nombrar a proposito del cumpleaños de su hijo que esta resiiendo en la capital de Portugal.
Luther King aparece poco pero finalmente le dedica un largo capítulo muy interesante tratando su figura como hombre con sus cansancios, susabatimientos, el peso de una responsabilidad que quizá no eligió inicialmente (no como luego fue, desde luego), con sus paetitos humanos (encuentros con su amante, bastantes veces dominado pr la gula, etc), la relación con Abbernathy o con Jesse Jackson,...
Esa parte del libro es batante interesante, alguna de la descripción de la elaboración de la novela también, el seguimiento a Earl Ray tiene ratos muy interesantes con otros bastante aburridos, Lisboa como paisaje es maravilloso pero su descripción exhaustiva termina por volverse cansina. En fin, no es desdeñable pero no creo que sea su mejor novela que para mi sigue siendo "Sefarad".

Lo bueno es, repito, tratar a Luther King no como mito sino como ser humano común fagocitado por una causa que necesitaba un mesias. Hay no pocos paralelismos entre el Dr. Martin y Jesús tal y como nos ha sido descrito. No he visto la película, pero el propio Muñoz Molina comentaba la tendencia, hablando de esta peli, de los americanos a ocultar las sombras de la vida de sus heroes. No sé si estará en lo cierto, pero quizá sea eso lo que no a priori me quita las ganas de ver la película.

Abrazos frente al Lincoln Memorial.

César Bardés dijo...

Me apunto esa recomendación del libro de Muñoz Molina porque me gusta mucho cómo escribe y además también hablé una vez con él a propósito de "La imagen en el alma" y fue amable y estupendo. Ahí que va a venir.
Por otro lado, sí, no hay cierta razón en decir que los americanos tienen tendencia a ocultar las sombras de las vidas de sus héroes. No lo es menos en esta ocasión. Lo que pasa es que esta película no es, en sí misma, un "biopic", sino la descripción de un hecho concreto en el que Martin Luther King tuvo un papel muy importante como fue la "marcha del millón de hombres" o, más bien, el inicio de la misma. La película en sí no está mal, sin ser la octava maravilla del mundo (un mal bastante común en el último cine, no saben cómo administrar la emoción aunque sí hay algún momento que lo roza). En todo caso, es interesante saber cómo se originó ese hecho histórico y cómo, por encima de todo, está la libertad,mucho, mucho antes que un plato de lentejas. De hecho, así lo dicen en la película:
"Si no hay libertad,no habrá mucho que comer".
Toda una lección para algunos que quieren presentarse como adalides de la libertad y de la soberanía con el plato de lentejas como excusa. No aprendemos, no.
Abrazos con muchos sueños dentro.