jueves, 26 de marzo de 2015

EL AÑO MÁS VIOLENTO (2014), de J. C. Chandor

En ocasiones, cuando los asesinatos, asaltos, robos con violencia y violaciones son algo cotidiano, creemos que todo ello nos afecta porque somos seres humanos que tenemos la obligación de sufrir por aquellos que padecen. Eso es cierto. Pero, al mismo tiempo, la rutina de la sangre hace que una primera víctima se forme en nuestro interior. Se llama moral. Cuando la vida está construida con riesgos, la moral que nos señala hasta dónde llegan nuestras líneas rojas muere. Y ahí es donde verdaderamente comienza el año más violento.
Más que nada porque el ser humano suele estar metido siempre en apuros y, cuando no se puede soportar más la presión, se escoge el camino más fácil aunque no cuadre demasiado con los parámetros éticos impuestos por nuestra conciencia. Alguien que solo desea triunfar, saborear su escalada y apostar alto con un riesgo poco calculado puede convertirse fácilmente en alguien influyente con el que hay que mantener buenas relaciones, o, tal vez, caiga tan violentamente que solo se le prestarán oídos para escuchar el terrible e inolvidable ruido del cuerpo rebotando contra el suelo. Ahí es donde nacen los elegidos. Son aquellos que alcanzan una posición de poder por muchos motivos, entre otros la misma suerte, y comienzan un imperio de influencias en el que entrarán en juego muchos favores devueltos, muchas presiones anticipadas y algún que otro libro de cuentas no demasiado bien llevado.
Y así, la moral nos hace mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta de que estamos rodeados de criminales. No importa de qué lado se esté. El que trabaja por la justicia, tendrá ambiciones. El que quiere escalar puestos, usará amistades. El que da amor y seguridad, se hundirá en la corrupción. El que revisa los contratos, subirá su valor. El que trabaja y se arriesga, tendrá un miedo derivado de sus ansias de mejorar. Y todos tendrán una justificación. Algo así como lo que ocurre hoy en día. Todos, más o menos, estamos corruptos. Todos, más o menos, buscamos el triunfo. Todos, más o menos, tenemos excusa. Y todos, más o menos, no tenemos a la suerte de nuestro lado.
Excelente película del interesante director J.C. Chandor, que ya dio muestras de cierto talento en Margin call y Cuando todo está perdido y que, en esta ocasión, coge una historia que no cuesta nada imaginar a finales de los años cuarenta interpretada por John Garfield y dirigida por Jules Dassin, por ejemplo, y que, como es habitual en Chandor, contiene un trabajo estupendo de Oscar Isaac en la piel de ese empresario que está siendo acosado para impedir su ascensión y que tiene que juntar demasiadas piezas de un rompecabezas que, tal vez, le viene demasiado grande. La fotografía es climática y se nos traslada al año 1981 con algunos momentos realmente inquietantes dibujando un entorno hostil en el Nueva York de aquel año, jungla de asfalto que acogía a ladrones de medio pelo y a chacales ansiosos vestidos con abrigos de pelo de vicuña. Toda una radiografía de una sociedad que, ya entonces, estaba muy enferma y en la que muy pocos conseguían mantenerse en ese límite de la moral que siempre estaba en riesgo, con un posible tiro en la cabeza, con una pizca de mentira incluso dentro de un dormitorio, con una certeza que aún perdura de hundir al posible triunfador para posibilitar nuestro propio triunfo. Y ése es el auténtico enemigo. Ésa es la verdadera violencia.

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Curioso que hables de Dassin cuando el común de los mortales se queda en el Lumet de los setenta. No es por dármelas de listillo pero también me acordé de "La ciudad desnuda" en la escena de la primera persecución. También de "La ley del silencio" con ese ambiente portuario y el retrato del hombre que quiere mantenerse íntegro aunque esté rodeado de escoria. Pero claro, también hay mucho aire setentero y en este sentido cabe resaltar la excelente ambientación que nos retrotrae al Nueva York menos glamouroso de la época. Imposible también no recordar "French connection" por ejemplo en algunas escenas puntuales. E incluso un homenaje a la blaxplotation en el personaje de David Oyelowo.

Sí, yo también creo que es una película importante, pese a que veo algún problema de ritmo en algunos tramos, perfectamente perdonable en cualquier caso. Oscar Isaac, más Pacino que nunca, sigue creciendo como actor, aunque para mí este hombre siempre será Llewin Davis para los restos. La Chastain, explosiva, un volcán. Echo de menos una mayor presencia suya, que además se ve quién lleva los pantalones en esa casa (la escena del ciervo). También entiendo que Chandor dosifique esa presencia, porque si bien es un personaje clave, en el fondo está bien que esté ahí agazapada provoca los giros argumentales con cada una de sus apariciones.

Abrazos desde el camión

César Bardés dijo...

Es que no tiene tanto de la temática de Lumet por mucho que quieran verlo los sesudos de turno. Lumet se centraba en su "trilogía de la corrupción" (Serpico, El príncipe de la ciudad y Distrito 34) en la corrupción policial y que me digan aquí dónde están los policías. Dassin iba mucho más hacia los nuevos ricos, los que quieren dominar. Y, de hecho, a lo que se parece de verdad es a "Force of evil", de Abraham Polonsky pero eso ya era una referencia demasiado sesuda, lo reconozco.
Es verdad lo del ritmo, pero apenas pasa desapercibido. Noté una cierta decepción en mis compañeros de proyección porque no es una película de acción (con ese título supongo que esperaban sangre a raudales y demás y aquí las gotas de hemoglobina están contadas) y me gusta mucho que la película haga especial hincapié en que sí, que fue el año más violento, pero para que lo sea lo primero que tiene que morir es la moral (el final me parece buenísimo y realizado sin ningún énfasis, muy, muy, muy descriptivo de lo que pasa hoy en día).
La Chastain... Impresionante en cualquier caso en ese papel de sombra dominante que sabe perfectamente todos los entresijos de la sociedad que dirige su marido. Oscar Isaac, es cierto, muy Pacino pero muy tranquilo (salvo como Michael Corleone no he visto nunca a Pacino tan comedido). Este tío va creciendo a pasos agigantados teniendo en cuenta que en "Ágora" era de risa.
Me parece una muy buena película, que quiere decir muchas cosas y la confirmación de que Chandor es un tío a seguir.
Abrazos con maletines.