El coloquio que sostuvimos en "La gran evasión" a propósito de "Factótum" y de Charles Bukowski, lo podéis escuchar con un vaso de whisky en la mano aquí. Gracias a todos.
La voz parece que huye en medio
de tanta falsedad sitiada por demasiados cigarrillos y demasiadas copas a la
luz de la soledad. La factura está llegando a su fin y ya estamos en el
descuento y ya solo puede ganar el que pueda ofrecer más, incluso aquello que
está fuera de cualquier catálogo. Las conversaciones para ganarse al comprador
son destellos de nada en el fulgor del bolígrafo deseando escribir el maldito
pedido. El día se echa encima y el fin de semana se convierte en un muro forrado
de maderas nobles. El agobio no se puede describir en medio del aliento a
tabaco rancio, a ceniza quemada, a alcohol fermentado y a corbata aflojada. Más
tarde, la recompensa será la nada, el olvido absoluto, la certeza de que todo
el esfuerzo, de que todas las sonrisas fingidas y las cínicas amabilidades que
tanto cuestan sacar a la luz, será pasto de la última venta, de algún recuerdo
bañado en noche y hastío, de alguna mirada desesperanzada esperando el mismo
destino. Ya solo queda bajar a los infiernos y tirar la llave.
El amigo americano hará todo lo
posible para aprovecharse porque, al fin y al cabo, todo buen contrato tiene
que incluir alguna ventaja. El arribismo ultraja todo atisbo de moralidad y
aniquila tanto a la verdad que ya no se sabe cuándo se dice y cuándo se siente.
El hotel sigue ahí, incólume, con su música de sala de dentista sonando una y
otra vez en los fastidiosos y escondidos altavoces mientras las nuevas
generaciones creen que ha llegado su hora sin darse cuenta de que será tan efímera
como la sensación de haber hecho las cosas bien. No quedan más garabatos que
incluir al pie de la nota de pedido. No quedan más descuentos. No quedan más
porcentajes. No quedan más regalos. Ya solo resta dar lo que uno mismo conserva
de nobleza y de refugio. Mañana solo habrá más copas, más mentiras, el mismo
agobio y la misma sensación de fracaso aunque hoy se haya triunfado.
Antonio Dechent realiza un enorme
papel en esta película que pasa por ser la versión española de Glengarry Glen Rose con el espíritu de
David Mamet sobrevolando toda la trama que se construye apenas con el sueño de
llegar al día siguiente. Los apretones de mano ya no significan nada porque, de
todas formas, no habrá ninguno cuando la muerte venga a hacer la última compra.
El actor se vacía con su voz rota y su mirada hundida en la decepción vital y,
sin embargo, hay algo que aún le empuja a seguir hacia delante. Tal vez un
mínimo de orgullo que le permita imponerse a los arrogantes y estúpidos que
creen que valen mucho más que él, solo porque han cerrado un pedido y eso, lo
sabe bien, no significa nada. No es más que un vale firmado para continuar sin
pesadumbre en las próximas veinticuatro horas. Después se abrirá un abismo en
el recuadro reservado para la rúbrica, un vacío que en muchas ocasiones se
antoja imposible de llenar. Ni siquiera un whisky en la inmaculada barra del
bar del hotel será suficiente para ahogar la inmensa derrota de perder lo único
auténtico que había detrás de tanta mentira impostada, de tanta táctica de
mercado, de tanta nada revestida de trampa.
8 comentarios:
Otra forma de hacer cine social en España es posible. Lo demuestra esta interesante película de Xavi Puebla, retrato entre amargo y desencantado de cómo funcionan las relaciones laborales en la era globalizada. Cansados de que sean siempre los mismos los que nos cuenten lo mismo recurriendo constantemente a lo mismo (clichés gastados que rozan cuando no traspasan la demagogia), uno saluda a películas como ésta, beban de Miller, de Mamet o de la bendita madre que los trajo al mundo a todos.
Salva es el veterano vendedor que se arrastra de forma patética por las habitaciones del hotel donde se celebra una convención empresarial dispuesto a cerrar un último trato que prácticamente le permita cerrar también con dignidad su carrera profesional. ¿ Dignidad? ¿De qué sirve la dignidad cuando estás en la selva y sólo vale el instinto de supervivencia? El “quítate tu para ponerme yo”. Los jóvenes vienen pisando fuerte. La dignidad es solo para los viejos que no tienen futuro y por ello son los únicos se atreven a mirar al pasado a la cara y presentarle sus respetos.
La apuesta tiene mucho de western, con tipos acodados en la barra del bar bebiendo whisky a mares y recordando tiempos mejores con nostalgia y un punto de romanticismo. Luego aparece también, por supuesto, la bailarina del saloon aunque en esta ocasión no está muy claro que al final se vaya a ir con el bueno. Todos tenemos un precio, parece decirnos Puebla, unos los saben, otros no, unos se resisten a mostrar sus cartas, otros se las ofrecen al mejor postor. Los negocios son los negocios.
Quizá los negocios hayan siempre los negocios. Los tratos siempre se han cerrado desde la rigidez que imponen una americana y una corbata. Ahora esos tratos se cierran entre las paredes de un hotel deshumanizado en donde ni el recepcionista es simpático. Todo es mucho más cruel si cabe.
En definitiva, una película muy recomendable, con un guión muy potente y unas poderosas interpretaciones. Inconmensurable Antonio Dechent, merecedor de todos los premios, agradecida asimismo la compañía de María Valverde y una presencia que siempre impone como la de Nick Nolte (aunque aquí él y su personaje estén a veces un poco “lost in translation”).
Esto es lo que escribí en su día a propósito de esta película. Queda el recuerdo de una peli modesta e interesante y el de un actorazo como la copa de un pino.
Abrazos desde el hall
Pues es un estupendo artículo sobre una película que hubiera merecido mejor suerte de haber encontrado una buena distribución. Yo creo que es una demostración evidente de que se puede hacer un cine español muy notable sin acudir a los cansinos tópicos de siempre,con actores muy competentes (no solo Dechent está excepcional sino que ahí están dando textura y veteranía García Pérez y Colomé,que aportan mucho a la trama y a la película con papeles profundos y bien trazados sobreponiéndose a lo que Nolte puede llegar a imponer con su sola presencia,teniendo en cuenta que quizá a Nolte le falte eso: presencia. En todo caso,una película valiosa que,arriesgándome un poco,incluso podría decir que con el tiempo se convertirá en un clásico maldito,quizá en la línea de "Vida en sombras". Eso sí,yo veo aquí mucho más a Mamet que a Miller.
Abrazos viajantes
Grande articulo Sr. Baldes
Supongo que lo de Miller lo pondría por "La muerte de un viajante", pero reconozco que es una obra que está tan perdida en la memoria que no sabría decirte si tiene mucho que ver.
Abrazos dramáticos.
Muchas gracias. jefe, favor que usted me hace.
Yo creo que tiene puntos de contacto en cuanto al personaje, pero no en cuanto al meollo de lo que creo que quiere decir la película salvo en esa transposición de los tiempos cambiantes en el comercio. Son perdedores ambos, pero Miller siempre dijo que él quería hacer una obra de teatro en que el protagonista fuera "la maldita nevera blanca de la cocina" y yo creo que ésta, como "Glengarry Glen Rose" está más situada en el precio que deben de pagar las personas por situarse en la competitividad más extrema y más deshumanizada. El capitalismo y sus secuelas.
Abrazos con maleta de muestras.
Magnífica crítica. De rodillas y a sus pies.
En absoluto,querido Antonio. Yo soy quien me pongo de rodillas y a tus pies por tu trabajo y tu dedicación. Fue todo un placer compartir micro contigo.
Un abrazo.
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