El coloquio sobre "La gran belleza",de Paolo Sorrentino que sostuvimos en "La gran evasión" podéis apurarlo aquí.
Henry Chinaski deambula por la
vida buscando las verdades en el fondo de un vaso de whisky. No importa si se
tiene que saltar todas las reglas. Al fin y al cabo, las reglas son un invento
de los que mandan y escribir consiste precisamente en crear un universo propio
con reglas cambiantes y, a menudo, inexistentes. El amor no tiene por qué ser
necesariamente un éxito, el dinero va y viene porque esa es su obligación y lo
único que parece que huye como conejo apuntado por una escopeta es la verdad. Chinaski
será un vago, un automarginado, un ser asocial y amoral, un bastardo para la
mayoría pero, como Sísifo moderno, seguirá empujando esa piedra para que se le
despeñe por el otro lado con todo el peso de la verdad que él mismo profesa. La
verdad consigo mismo. La única seguridad a la que puede agarrarse.
Chinaski no tiene refugios. Puede
tener pequeñas islas que le permiten tomar algo de oxígeno entre trago y trago
pero son solo casualidades temporales al borde del caos. Los límites están
prohibidos, está prohibido prohibir. Solo hay que poner un pie delante del otro
y acercarse hasta el bar de la esquina. Mientras se bebe, a través del líquido
amarillento que pronto se convertirá en orín, se ven las cosas distorsionadas
por la acuática sensación de la irrealidad traspasada por el dolor. Más allá de
eso siempre habrá alguna chica que, entre brumas, se abrirá de piernas para
recibir lo que es suyo y eso ocurrirá cuando el dinero no esté presente. Los
trabajos se suceden y las verdades se quedan y no hieren porque, poco a poco,
Chinaski va sintiendo menos salvo por lo que escribe en las sucias hojas de
algún hotelucho olvidado. Él es el factótum, el que oficiosamente se entrega a
todo tipo de servicios, el que sirve para todo y, sin embargo, no sirve para nada
porque nadie aprovecha lo que sabe. Él no es un limpiador, ni un aletargado
individuo de sala de espera que aguarda por cualquier trabajo por horas.
Tampoco es un repartidor, ni un taxista. No se rebela, tan solo vive. Y las
palabras revolotean por su cabeza esperando ser atrapadas en unas cuantas
líneas que él sabe que nadie más puede escribir.
Distanciados son mis sentimientos
hacia lo que cuenta esta película basada en la novela de Charles Bukowski. La
realización fría, austera y concisa me impide conectar con Henry Chinaski,
interpretado abúlicamente por Matt Dillon en una película que han visto media
docena de personas. Quizá ese sea el mejor homenaje hacia el propio Bukowski.
La falta de multitud. La carencia de empatía. La verdad no tiene por qué ser
buscada y atesorada egoístamente. La verdad sirve también para comprender qué
es lo que piensan los demás, por mucho que estén equivocados. Si no, solo se
puede llegar a ser un espectador de la vida que inunda su hígado de alcohol,
que huele a humo rancio de cigarrillo caducado por la ceniza, por el fuego, por
la prisa y por la inutilidad de un mundo en el que, sencillamente, Hank
Chinaski no debería haber nacido.
6 comentarios:
Yo pertenezco a la media docena que vio la película. Recuerdo perfectamente ese estilo seco del que hablas. También que Matt Dillon, un actor que a priori no me encajaba mucho en ese papel, logró convencerme. Pero no es una película que deja el poso que quizá persiguiera dejar. Y es una película con un punto de partida muy interesante- con todo me gusta más que la otra adaptación famosa de Bukowski como es "El borracho" de Mickey Rourke. Pero no logra ese punto que sí han logrado esas otras películas que sí han tratado la particular relación del artista con sus fantasmas. Y me acuerdo así a bote pronto de "Barton Fink" o "Kafka".
Abrazos en alcohol
Matt Dillon está convincente, sí. Pero voy a decir algo que a lo mejor es una tontería. Muy pocos actores no estarían convincentes en ese papel (bueno, sí, Mickey Rourke). Al fin y al cabo, Dillon lo que hace es ver cómo pasan cosas sin llegar a agarrarlas. Está muy bien la comparación que haces con "Barton Fink" o con "Kafka" porque para mí hay algo vital de lo que carece esta película. El ambiente. Está dirigida con una premeditada frialdad que no creo que sea precisamente lo que está buscando Bukowski (aparte de que me parece un error situarla en nuestros días). Precisamente el nihilismo (irritante en no pocas ocasiones) de Bukowski necesita del ambiente para contraponer el absurdo de una vida que se empeña en guiarte cuando lo único que necesita el protagonista es ser dueño de sus propios actos. Creo que a Bukowski, del cual me gusta más la poesía, terreno en el que el nihilismo consigue más y está más cómodo, que la narrativa, todavía no ha tenido su gran película. Ni los intentos de Schroeder y Ferreri y éste, siendo quizá éste el mejor, han conseguido penetrar con precisión en el universo del escritor. En el cine clásico yo creo que lo hubiese conseguido Huston, igual que lo hizo con Malcolm Lowry en "Bajo el volcán".
Abrazos desde la barra.
Yo pertenezco a la otra media docena, o alguno más, que no la han visto. No me atrae nada Bulowsky engrandecido por muchos como transgresor y autentico, yo le veo quizá más como un automaldito, un poco exhibicionista. Tal vez no lo sea, pero yo lo percibo asío cuando le he leído y me deja fuera de lo que me cuenta, qui´za no él, quizá soy yo, tal vez demasiado clásico para las sensaciones.
Y hablando de fantasmas y escritores, ahi está la estupenda "En tercera persona" de reciente estreno.
Abrazos con tinta
Ahí le has dado en el clavo, Carpet. Es un poco exhibicionista, es un "yo soy rebelde porque el mundo me hizo así" y esa postura llega a cansar y, sobre todo, a distanciar. Por eso no siento en absoluto que esté metido dentro de la historia, me importa muy poco lo que le ocurra al tipo éste que deja los trabajos porque sí o porque provoca que le echen, que se acuesta con una tía durante un tiempo hasta que, sin mediar explicación ninguna, la deja y que luego va a buscarla y le contagia ladillas...Es un poco la fatalidad del destino provocado por sus actitudes un tanto "exhibicionistas" como muy bien has definido.
Y, claro, la comparación con "En tercera persona" no tiene color. Ni siquiera, fíjate, con aquella "El enigma del cuervo" que nos retrataba a Edgar Allan Poe o con "Capote", o si nos ponemos clásicos con "El rebelde orgulloso" dirigida a medias (o más bien a cuartos) por John Ford.
Abrazos con poros en el papel.
Yo también vi la peli hace tiempo, me gustó, es verdad que es seca, pero el noruego Hamer lo hace aposta supongo, para distanciarse de ese Barfly que esa si la vi ayer y no me gustó en absoluto. La actuación desfasada de Rourke ya apuntaba maneras, más que un poeta maldito parece un poeta idiota, sí está mejor la Dunaway, esa sí. Es cierto que Bukowski tiene ese punto un poco mamarracho de yo soy mejor que vosotros, nadie es mejor que nadie, no podemos negar que tenía gran talento e ingenio, a mí también me gusta más su poesía , la narrativa tampoco tiene desperdicio. Un outsider desfasado y autodestructivo pero honesto, a su manera claro; el poeta dice que los que se destruyen son el resto, los que no beben, Chinasky busca la libertad en la bebida y las mujeres, se toma la vida con ironía porque no le gusta, supongo que las palizas que le dio su padre de niño ayudaron a este gusto por la soledad. ¿Qué pensaría John Huston de Bukowski?
Es que yo creo que Schroeder acierta con el ambiente y con la Dunaway pero yerra estrepitosamentr con Rourke y con la construcción del personaje. Aquí el noruego digamos que acierta más con Dillon pero el ambiente ni de lejos es el adecuado y ambas cosas,ambos errores van en perjuicio del espíritu Bukowski que,como bien ha dicho Carpet,es un escritor bastante exhibicionista,lo cual hace que muchos nos alejemos de sus inquietudes.
Tú mismo lo dices muy bien: los que se destruyen son los que no beben. Vale,puro exhibicionismo nihilista que,además,no lleva consigo ninguna enseñanza moral. Es decir,yo me salto las reglas y los demás,no, ergo yo tengo razón porque no me someto y los demás,no.
Ya he dicho que quizá Huston sería el que mejor podría captar a Bukowski igual que captó a Malcolm Lowry en "Bajo el volcán",escritor con el que Bukowski tiene más de un punto de contacto solo que,en mi humilde opinión,Lowry tiene un punto en el que se apoya el razonamiento nihilista de la vida del que carece Bukowski. Pero esto es más una cuestión de afinidad personal antes que otra cosa.
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