jueves, 9 de julio de 2015

ASESINOS INOCENTES (2015), de Gonzalo Bendala

           Hola, profesor. Venía a ver si me podía revisar mi examen. No estoy muy de acuerdo con la nota.
-        -  Siéntese, Bardés. Vamos a ver. Sí, el examen está bastante bien. No falta nada. No le sobra nada.
-        -  Entonces… ¿por qué tengo un 3,75?
-         - Porque no ha puesto lo que yo hubiese puesto de estar en su lugar.
-         - ¿Lo puedo recuperar?
-         - Claro que sí. Usted lo merece. Le voy a encargar un trabajo.

El trabajo, naturalmente, era la cosa más extraña e inservible del mundo. En concreto fue descifrar una propaganda estática de una marca de tabaco que, por aquel entonces, estaba de moda…pero aprobé y con nota.
Y es que no es fácil adentrarse en los vericuetos mentales de un profesor de Universidad porque los hay de todo pelaje y condición. El tema se complica bastante cuando ese trabajo extraordinario se basa en la colaboración de otros compañeros, más que nada, para paliar la sensación de soledad que puede conllevar algo con lo que, generalmente, no se tiene ni idea de por dónde empezar. Y ahí empiezas a conocer a la gente. Está el tipo que siempre ha estado a tu lado y que, en el fondo, se quiere parecer a ti. Está el listo de turno al que inspeccionas sus recursos mentales y no comprendes cómo él puede tener veintidós matrículas de honor mientras tú has tenido suerte si has conseguido el aprobado. Está el que pasa de todo, el que quiere lo que quiere y si es regadito con algún brebaje fuerte, aún mejor. Y estás tú, en medio de la tormenta, intentando decidir qué es lo mejor, tratando de escudriñar la mente de ese profesor extraño que te ha tocado en suerte y que, probablemente, alguna vez llegó a pensar que el trabajo que te ha encargado es el más útil, providencial y aleccionador que ha llegado a pensar nunca.
Por otro lado, tienes tus problemas personales pegando fuerte. La chica que, por lo general, es la protagonista de más desencuentros que de besos con tu firma. El dinero que siempre anda por ahí rondando el límite. El engaño continuo a tu padre para que no se preocupe por nada. Alguna mala compañía que otra que se acercó a ti poniendo buena cara y ahora suspira por rompértela. Y además, el trabajo extra del cual depende el aprobado. Y sin darse uno cuenta, todo tiene un sentido, y una debilidad, y un motivo, y una jugada. Y, por supuesto, siempre hay alguien que se quiere morir pero que, de algún modo, ha conseguido el don de la inmortalidad.

Gonzalo Bendala ha dirigido su primer largometraje alternando aciertos y errores por igual en una trama que hubiera merecido una vuelta más de guión. Hay instantes de suspense bien urdido, con un buen ritmo y recordando de dónde vienen sus enseñanzas. Por otro lado, hay diálogos un tanto falsos, reacciones que desencajan a los personajes y alguna que otra concesión gratuita pero hay entusiasmo en lo que hace, hay una cierta honestidad en su mirada y quizá un implícito deseo de aprender de la mejor manera y es haciendo películas. Algo que no es nada fácil en un mundo lleno de hombres que se han querido matar. Porque la culpa es un peso que no todos pueden cargar. Y eso es algo que no se ve, no se siente…solo se intuye y es muy difícil de materializar. 

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Ayss, César, es que la carrera de metafísica es más difícil de lo que nos pensábamos. Di que yo sigo los consejos de uno que me dijo que copiara en los exámenes y mirara en el alma del que tenía al lado.

Ayss, entre calores, mudanzas y demás agobios llevo tres semanas sin ver una p... peli -ni siquiera en el DVD ni en la tele. Y esta de Bendala está muy abajo en la lista de pendientes. Me quedan los libros. Espero no haber perdido la sensibilidad cinéfila. De momento ayer ya me acojonaste evocando el "countdown" de Von Sydow en "Europa".

Abrazos inocentes

César Bardés dijo...

Y tanto, Dex. Yo suspendí primero de examen de conciencia y me quedó hasta la séptima convocatoria.
En cualquier caso, éste es el típico estreno veraniego, bienintencionado y punto, sin mayor valor. Ni siquiera Miguel Ángel Solá está en su nivel habitual. En Estados Unidos esto hubiera sido la típica película de misterio "teen" así que puedes dejarla en el lugar en el que ocupa en tu lista.
Abrazos asesinos.