El declive a veces es demasiado
implacable. Más aún si se arrastra consigo una culpa que no se puede explicar.
En su momento había que reaccionar, correr hacia donde había un hombre
muriéndose. Proteger con la vida lo que tanto se quería conservar. Pero la
sorpresa, la incredulidad, la cobardía o, tal vez, la parálisis del instante
fueron las verdades de un fracaso. Años después el recuerdo sigue ahí, y con él
la sensación de haber fallado estrepitosamente en algo para lo que había sido
entrenado. Fue como huir de una obligación. Fue como burlarse de un destino
que, desde entonces, no ha dejado de reír.
Por eso, quizá, ese hombre al
otro lado del teléfono sabe cuáles son las debilidades y los puntos flacos de
un guardaespaldas que, quizás, está deseando una segunda oportunidad en
parecidas circunstancias. Habría que prescindir de si el hombre a proteger lo
merece tanto como lo merecía John Kennedy. Eso es lo de menos. Se trata de
dirimir la lucha entre la vida y jugársela por otro. Y el enemigo al otro lado
de la bala es un tipo que sabe muy bien lo que hace, que sabe esperar el
momento adecuado para golpear donde más duele, que tiene la certeza de que las
segundas oportunidades son aún peores. La guerra moral está servida porque ese
individuo cree que quien no supo reaccionar una primera vez no está capacitado
para hacerlo en otra ocasión distinta. Y la táctica es bien sencilla. No decir
nunca la mentira. Tal vez no decir nunca toda la verdad. Pero no mentir. Así el
fracaso será más auténtico, más verdadero, más íntimo y más solitario. Cuando
se pone a un hombre de frente con su verdad interior no hay fugas posteriores,
no hay nada más allá que la propia conciencia. La bala será disparada y habrá
que apuntar bien alto.
Un piano resuena entre los
pensamientos nocturnos mientras una mujer rodea el ambiente. Hay una sensación
de que ese trabajo tiene que ser abandonado. Ya son muchos años intentando
proteger a los que mandan y ya es hora de protegerse a sí mismo. Por muchos
asesinos despiadados formados por el propio gobierno que pululen por ahí. Que
se encarguen otros. Solo una última bala y ya está. Quizá sea hora de ajustar
cuentas con la leyenda.
Wolfgang Petersen dirigió con
pulso y templanza una historia que, en manos de cualquier otro desaprensivo,
hubiera sido puro exceso con sobredosis de fuegos de artificio. Sin embargo, la
acción telefónica es la verdadera batalla que se establece entre perseguidor y
perseguido y la contención forma parte del plan. John Malkovich pone cara y
rechazo y Clint Eastwood pone cara y experiencia. El resultado es un duelo
magnífico acentuado por una narración sobria y creíble. Tal vez porque sabemos
que hay perros renegados y perros fieles y llegar hasta el amo es una cuestión
de fiereza y resistencia.
4 comentarios:
Es cierto que esta película tiene un plus especial entre las de su época y que muchos la consideran una peli de Clint, porque en el fondo tiene en común con las suyas esa sobriedad y contención que comentas, no es un batiburrillo de acción sino que apunta más al duelo moral e intelectual.
Cabe destacar también a René Russo, una mujer que no gustandome demasiado, fisicamente tampoco, se especializó en los 90 en dar la réplica femenina a las estrellas de la película y mantenía el tipo mucho mejor que bien. Aquí al propio Eastwood, a Costner en "Tin Cup", a Brossnam en "El secreto de Thomas Crown" y ahí es uno de lso puntos fuertes de la peli, a Travolta en "Como conquistar Hollywood", En fin que encadenó aciertos interpretando , en general, a esa mujer segura de si misma, seductora y fuerte que sin embargo cae rendida por tipos casi excepcionales.
Abrazos con pinganillo
Es muy curioso cómo la figura de René Russo, una tía de cierta elegancia, decididamente sexy y no muy mala actriz se ha ido difuminando con el paso del tiempo aunque recientemente la hayamos visto en el "Nightcrawler" a mayor gloria de Jake Gyllenhaal y en "El becario" con la Hathaway y de Niro. Un caso extraño, cuando menos. De hecho, acabo de consultar su filmografía y hay un parón total entre 2005 y 2011 siendo su último éxito antes del retiro precisamente "El secreto de Thomas Crown". También es muy curioso ese parón teniendo en cuenta que su marido es Dan Gilroy, director de "Nightcrawler" y, en cualquier caso, uno de los miembros del clan de los Gilroy cuyo más famoso exponente es Tony, director, por ejemplo, de "Michael Clayton".
En lo que sí estoy de acuerdo en que ella es uno de los puntos fuertes tanto de "El secreto de Thomas Crown" como en ésta, que le da una réplica más que adecuada a Clint. Ahora, quien lo hace realmente bien es Malkovich que casi, casi, le roba la película a Eastwood con esas conversaciones telefónicas obtusas pero en las que, como digo en el artículo, siempre dice la verdad, no toda, pero no le miente en ningún momento al agente secreto.
A mí me gusta mucho no solo esta película sino también, por lo general, un director como Wolfgang Petersen, uno de esos talentos desaprovechados que Hollywood malea a gusto. No olvidemos que es el director de "El submarino" y aunque ha dirigido mamarrachadas como "Air Force One", tiene otras películas muy dignas de mención como aquella "Enemigo mío", que ahora se habrá quedado irremediablemente antigua, o "Estallido" o esa desconocida que es "La noche de los cristales rotos" y que me parece realmente buena.
Abrazos con el viajero.
Cierto lo de pettersen, un director bastante más que bueno, aunque haya caido en calidad debido a sus últimos trabajos, recuerda "Poseidón" a años luz de aquella magnífica película "La aventura del Poseidón" con un maravilloso , una vez más, Gene hackman, Borgnine o la oronda Shelley Winters.. Salvable es "la tormenta perfecta" en cuanto a realización y ritmo, pero basada en una trampa absurda con eso de basado en hechos reales y nos cuentan la historia de un grupo que no podía contarla, ni desmentirla.
Estoy contigo en la reivindicación de "La noche de los cristales rotos", para mi también es una muy buena película de intriga y con un magnífico ritmo, además creo que es una de las veces que Tom Berenger habitualmente desaprovechado está mejor que bien y Greta Scacchi está realmente guapa (ha envejecido mal esta mujer).
Abrazos con pistola de ikea
Sin duda, "Poseidón" pésima película (curiosamente también, ha condenado a la inactividad a Petersen haciendo verdad aquello de que "vales lo que vale tu última película"). Recuerdo con mucho cariño "La aventura del Poseidón" porque fue una de esas noches que mis padres prepararon para que fuéramos los cuatro al cine Gran Vía a verla (era época de vacas gordas para mi padre) y aún tengo grabada en la memoría mi mirada de niño maravillado porque el cine Gran Vía aún sigue teniendo un vestíbulo muy grande, justo antes de entrar, y allí se habían puesto los retratos de los protagonistas de la película con los Oscars dibujados que tenía cada uno. Así veíamos los rostros de Gene Hackman con un Oscar, de Shelley Winters con dos, de Red Buttons con uno, de Ernest Borgnine con uno. Yo creía que eran Oscars que habían ganado con aquella película pero mi padre me lo explicó. Me dijo que Hackman lo había ganado por una película que se llamaba "French Connection" ("de policías, muy buena"), que Winters los tenía por "Un lugar en el sol" y "Un retazo de azul" ("pero a la secundaria"), Red Buttons por "Sayonara" ("una historia de amor") y Ernest Borgnine por "Marty" ("una película preciosa, me gustó mucho en su día"). Y cuando entramos en el cine recuerdo que tuve un miedo espantoso a viajar en barco porque no comprendía que una cosa tan grande se pudiera dar la vuelta por una ola ("papá...eso no pasa en Cullera ¿verdad?"). Una de esas sesiones que uno recuerdo porque tuvo a lo que más quería alrededor y en ese momento ni siquiera se daba cuenta.
Cierto es el desaprovechamiento de Tom Berenger (aunque su mejor papel sigue siendo ese sargento desfigurado de "Platoon") y Greta Scacchi siempre fue una belleza que me llamó mucho la atención. De hecho, algunos años después fue el objeto de deseo de Harrison Ford en "Presunto inocente" una buena película de Alan J. Pakula que hizo que me siguiera llamando la atención esa belleza limpia con un no sé qué turbio en el fondo.
Abrazos desde la apertura de la compuerta.
Publicar un comentario