jueves, 5 de noviembre de 2015

LA VERDAD (2015), de James Vanderbilt

Cuando la libertad de prensa se ve amenazada desde los poderes públicos, comienza a asesinarse la democracia. Y eso es algo que ocurre en los países más avanzados. Nunca debe intervenirse la palabra porque ésa, y no otra, es la expresión de todas las tendencias, de todas las subjetividades, de todas las verdades. El público es el que tiene que sacar la conclusión entre tanto bosque de informaciones. Porque nadie dirá toda la verdad. Porque a nadie le interesa toda la verdad. Porque se ensucia el modo en el que se consigue la verdad con la esperanza de que nunca llegue a conocerse. Es el precio de la democracia. El ciudadano no es solo un espectador. También debe pensar.
Tanto es así que, de vez en cuando, puede que salga un grupo de periodistas que quieran decir la verdad y hay que ser lo suficientemente listo como para creerles. Más que nada porque el estado, cuando se mueve, se siente y actúa para silenciar de los más diversos modos el fondo de la cuestión, es invariablemente culpable. La prueba no puede ser más evidente porque la libertad de prensa, mediatizada o no por las grandes empresas o los estamentos financieros más poderosos, es algo que hay que preservar por encima de cualquier otra consideración. Los mismos medios tendrán que definirse y venderse a intereses económicos, políticos o ideológicos y habrá que quitar el sesgo de esos condicionantes para encontrar algo de verdad en la noticia. Al fin y al cabo, dedicarse a informar es, o debería ser, un deber público y si se hace sin aditivos, entonces habrá un periodista con valor.
Descubrir que alguien no cumplió con sus obligaciones con la patria mientras se enviaba a miles de conciudadanos a morir no deja de ser una noticia en unos tiempos en los que los países cada vez exigen más sacrificios. Hay que tener el valor de decirlo pero también la profesionalidad de contrastarlo con medios más que convincentes para demostrar que la noticia es verdadera. El profesional no se puede plegar a plazos o  a consideraciones de política de empresa. El tiempo en la información es fundamental. El rigor en la información también lo es.
Excelente película, llena de auténticas zancadillas a los valientes que deciden seguir adelante a pesar de todo y a los que se les cercena la única respuesta posible como es la verdad. El guionista y director James Vanderbilt destaca por su sobriedad y su precisión en la dirección de actores entre los que brilla con calidad excepcional Cate Blanchett, bien secundada por Robert Redford en un papel clave. Hay todo un homenaje a la profesión periodística pero la auténtica, la que juega un rol fundamental en cualquier democracia, la que arriesga todo con tal de defender la sinceridad de la noticia y que reclama el derecho a defenderse con la verdad pura y simple, sin subjetividades convenientes y que tanto amparan a los de siempre y a los que vendrán. La verdad es solo una, es sencilla y simple. Cualquier versión de la misma tiene matices que deberían ser eliminados de las columnas, de los programas y de los noticieros. Porque lo demás es una demostración preclara de que todos llevamos un dictador dentro y de que estaremos dispuestos a volver la espalda a cualquiera que se atreva a decir la verdad aunque nuestra obligación sea apoyarlos. Porque estaremos intentando influenciar al público con un punto de vista que siempre será sospechoso. Y la democracia será la primera víctima de la parcialidad.

4 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Bueno ya me esperaba yo que no hablaramos hoy de "Truman", pero no me dio tiempo ayer a ir a ver esta que es lo que pretendí. Y la verdad es que como dije tengo un cierto prejuicio hacia ella, que como comenté en el sitio de lso buenos días, me parece una vuelta de tuerca más sobre el cuarto poder, sobre lo bueno y sobre lo malo, sobre los buenos y sobre los malos...y a priori me parece algo ya contado, que "Todos los hombres del presidente" tiene una sombra muy larga.

En fin , tendré que verla y confirmar si es en efecto notable.

Abrazos con amigo moribundo y perro.

César Bardés dijo...

Sin duda, la sombra de "Todos los hombres del presidente" es muy alargada pero la película es lo suficientemente honesta como para arremeter contra el propio cuarto poder y en qué se ha convertido. Por supuesto la presencia de Redford (claramente secundaria en la película, ya lo aviso) aumenta la sensación de la película de Pakula pero tiene poco que ver con ello.
Es tan honesta que hasta pone el acento en el auténtico fallo que cometen los supuestos buenos siempre sometidos a vaivenes electorales y asuntos que están fuera de su supuesta obligación de informar con objetividad.
No cuento más. Solo aludo a una frase que dice Redford y que remite directamente a Woodward y Bernstein. "Hubo en tiempo en que informar era una obligación pública".
Abrazos con cámara.

dexterzgz dijo...

Tiene buena pinta, sin duda. Todavía no la he visto que a mí la fiesta del cine y las aglomeraciones me echan para atrás. A ver cómo me lo monto este finde que Darín, Cámara y Craig también reclaman su sitio. Lo que no me echa para atrás para nada es el reparto con una Blanchett que cada día me gusta más (recuerdo los tiempos en los que la odiaba y en los que lo de "El aviador" me sonó a blasfemia). Hoy la tía tiene 2 Oscars y seguramente alguno más al caer (este año no se sabe si estará nominada por esta o por "Carol"). Y bueno, claro, el amigo Redford que se crece en este tipo de historias (aunque sinceramente en "Pacto de silencio le sobraba alguna carrerita).

Sí, puede que el tema esté ya muy manido pero es que es muy interesante. Ya hace como un año que hablamos aquí de "Matar al mensajero" que me suena que debe estar en la órbita de esta, aunque como ya comentábamos aquí también de ella el final era algo cobardica. Quizá con Blanchett y Redford la cosa haya dado más de sí. Y por lo que he visto en trailers y comentarios, la peli está más cerca de Pollack ("Ausencia de malicia", una peli que me ganó definitivamente en un visionado reciente, que no le acababa de pillar el punto) y de Lumet que de Pakula (¿soy yo el único que piensa que "All the president´s men" está pelín sobrevalorada?)

Abrazos desde Amsterdam

César Bardés dijo...

Yo no creo que "Todos los hombres del presidente" esté pelín sobrevalorada. Me parece una maravillosa película, hecha con una seriedad envidiable y al grano. Es verdad que los periodistas son los héroes de aquella época (de ahí el fracaso de películas como "Primera plana") y que la película los pone de tíos ultracompetentes que persiguen la presa de la noticia como auténticos policías. La interpretación de la pelicula me parece fantástica. No solo Redford y Hoffman sino también Jane Alexander, Jason Robards (fantástico), impresionante Jack Warden...hasta Hal Holbrook en su papel de "Garganta profunda" me parece excepcional y eso que apenas enseña la cara. Es cierto que la película contiene tanta información que se ha demostrado científicamente que el cerebro humano no es capaz de asimilarla en tan poco tiempo pero, francamente, el ritmo que tiene la cosa es tan bueno y es tan apasionante todo lo que te cuenta que francamente da igual. Esto ha sido superado con la aparición del vídeo y del DVD, claro. Ahora si la ves varias veces, puedes llegar a seguir el hilo de Woodward y Bernstein perfectamente.
Aseguro y juro y no perjuro que ésta es bastante mejor que "Matar al mensajero" porque, sencillamente, es más apasionante cómo te lo cuenta y la manera en que se mueven los poderes ocultos del Estado. Blanchett está maravillosa, sí, de Oscar. Y la peli no está en la onda de Pakula, pero tampoco la veo muy Pollack. Yo diría que es muy desmitificadora en muchos sentidos y que quizá está más cerca de Brooks o de Kramer, si se me permite la comparación con gente de vocación más clásica.
Lo de las carreritas de "Pacto de silencio" estoy totalmente de acuerdo. Ahora, la película en cualquier caso me parece excelente, de lo mejor que ha hecho Redford. Lo curioso es que todo el mundo se fija en lo de las carreritas. Parece mentira que Redford, un hombre de, por y para el cine, no se haya dado cuenta de lo ridículo que resulta y que, con su experiencia, trate de parecer tan joven incluyendo esa penosa estética que se ha hecho.
Abrazos desde la primera página.