martes, 1 de diciembre de 2015

MISTERIOSO ASESINATO EN MANHATTAN (1993), de Woody Allen


Si queréis escuchar lo que se habló en directo en el programa de "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla a propósito de mi último libro "El sueño americano", podéis hacerlo pinchando aquí. Gracias a todos.

“No puedo escuchar a Wagner durante un rato…me dan ganas de invadir Polonia”.
Y es que la vida siempre es una cinta enrollada que es muy difícil de desliar. Nunca intentes farolear a un farolero. Es una máxima que no hay que despreciar porque es una verdad tan grande que casi cae encima de los protagonistas. Nueva York tiene estas cosas. Tráfico, gente, espectáculos, ópera y la certeza de que los vecinos suelen ser unos asesinos inconfesos (¿quién no ha pensado eso alguna vez?). El caso es que hay que echarle sal a la vida, ya que todo está tan sutilmente ordenado que de vez en cuando, pues sí, hay que invadir Polonia. Claro que no necesariamente con la música de Wagner pero eso es una cuestión más propia del pinchadiscos. Nueva York y lo que ocurre en esa ciudad que da cenas a la una de la madrugada mientras se charla desinteresadamente de cualquier cosa sin importancia. Por ejemplo, y es solo un ejemplo, de un asesinato.
“¿Ah, sí? ¿Has visto a la muerta en un autobús? ¿Y en qué línea iba? ¿En el tumba Express?”
Y es que lo increíble siempre pasa en la ciudad de Nueva York. Aunque se estén saboreando los vapores de un buen vino mientras el jazz te rodea con los brazos para hacer que un teatro sea falso, un chantaje sea un montaje, una sospecha sea cierta y un valiente nazca de un cobarde. Se pide poco para tal milagro. Solo un poco de interés, un par de chistes nerviosos sazonados con miedo y la sagacidad de un sabueso insistente al volver la esquina. El estómago da vueltas y los postres deliciosos se suceden. ¿Que mi mujer se ha metido en el dormitorio del vecino para espiarle y se ha escondido debajo de la cama? Esto no es divertido. Es la noche cayendo sobre los rascacielos. Y luego ese par de escritores. El dramaturgo y la novelista…en fin, todo es muy misterioso y algo grotesco. Pero ahí está la gracia. En que la vida misma es un ridículo espectáculo que no sabemos dirigir. Y, la verdad, si en la función hay un crimen, el interés se pone por las nubes y no quedan entradas en taquilla.
“Naturalmente, matarte a ti es matarme a mí…pero ¿sabes? Estoy bastante harto de los dos”.
Y claro hay que llamar a la policía y a un cristalero. Es lo que pasa cuando las pistolas se disparan, los sentimientos se desbocan, la chapuza se instala y el misterio se resuelve. No hace falta ser guapo, ni alto, ni especialmente listo para ser el héroe. Basta con dejar que el amor fluya y así seguirán las películas de Bob Hope a medianoche, las entradas para Ellos y ellas, los partidos de hockey sobre hielo y las óperas largas, aburridas y trasnochadas. Es Nueva York. Y solo un asesinato de tantos. Solo que ocurre en la puerta de al lado y eso, quieras que no, pica la curiosidad. Tanto es así que Alfred Hitchcock anda por ahí, igual que Orson Welles…hasta Billy Wilder pasa un momento a hacer una visita. Woody Allen lo sabe bien. Y sus actores también. La vida es una actuación. Solo que dentro de Manhattan tiene un poco más de sabor, un poco más de morbo, un poco más de dulzura y un poco más de comprensión. Nos vemos en el próximo asesinato.
“Tome estos diez dólares son para usted…por todas las veces que le he dicho que se me ha estropeado un grifo y usted tarda seis meses en aparecer”.

De nada, Woody, un placer. 

3 comentarios:

dexterzgz dijo...

Tengo entendido que Woody escribió junto a Marshall Brickman en los setenta. Pero por entonces Allen estaba muy preocupado por reorientar su carrera y convertirse en un director "serio". Así que metieron ambos el guión en un cajón y se pusieron a escribir "Annie Hall". El caso es que esta película llega en los noventa, en un momento idóneo. Después del derrumbe del matrimonio con Mia Farrow que cristaliza cinematográficamente en la dura "Maridos y mujeres", Woody se vuelve más ligero. Y qué mejor que esta joya para abrir una nueva época dorada que incluye títulos como "Poderosa Afrodita", "Todos dicen I love you" o "La maldición del escorpión de Jade".

A mí me parece su comedia más hilarante - ese sería el adjetivo exacto. Tiene momentos impagables como la escena de los cassetes o la lección de poker - "tengo 4 semiparejas"-, diálogos memorables - "Claustrofobia y un cadáver... ¡¡ el colmo de un neurótico ¡¡. En fin, una maravilla. Para verla una vez al año como mínimo.

Abrazos con sobredosis de Allen

CARPET_WALLY dijo...

Puues estoy muy de acuerdo, yo creo que como comedia es su película más redonda. Está plagada de momentos, bien definidos como hilarantes, tiene al mejor Woody neurótico, a esa Dianne Keaton que va a su bola tan emocionada con sus sospechas que no hace ni caso a todos los peros (muchos de ellos con sentido) que le suelta Allen, no dialogan son monólogos superpuestos que refuerzan la comicidad, ese Allan Alda complice, esa sofisticadísima Angelica Huston, y esos homenajes sin disimulo a Hitch y a Orson...efectivamente es una ligereza que refresca al Woody seriote que se tomaba demasiado en serio lo que hacía.

Y a mi me parece que no es sólo el resucitar (por decirlo de alguna manera) de Woody, sino también de Dianne que había perdido su halo de musa de los 70 y se la recupera como gran actriz de comedia.

A mi ese final entre espejos siempre me deja perplejo porque me parece una ocurrencia maravillosa.

Abrazos alocados

César Bardés dijo...

Sin duda es una de sus comedias más divertidas. Quizá, entre otras cosas, porque es una de sus comedias más cinéfilas (admitiendo eso aunque todos sepamos que la cinefilia está presente en toda la filmografía del primo Woody). Yo creo que, en su momento, fue un soplo de aire fresco estupendo porque, aunque también valoro "Maridos y mujeres" y yo creo que él mismo se estaba metiendo en una espiral intelectual poco sana, revitalizó al Allen de siempre, al que nos hace sonreír mientras dice unas cuantas verdades cómicas sobre el alma humana. Evidentemente "Poderosa Afrodita", otra joya, va en esa misma línea y hay que valorarla al mismo nivel que ésta.
No dejo de ser sorprendente, Carpet, que se anunciara que Diane Keaton volviera a ser protagonista de una película de Woody Allen después de su ruptura con Mia Farrow. De hecho, no faltó quien se aventuró a decir que ya había dejado a Soon-Yi y se había vuelto a liar con Diane. Lo cierto es que creo que ella encarna por excelencia a la heroína alleniana. Es más, no ha habido otra mejor y nunca la habrá. Bien se sabe que a Allen lo abandonó para irse con Warren Beatty (de ahí la frase de Allen de que le gustaría reencarnarse en las yemas de los dedos de Warren Beatty) y que ello significó una ruptura artística que duró demasiados años aunque apareciera brevemente como estrella invitada en "Días de radio".
No sé, se pueden decir tantas cosas de este tío que es casi imposible abarcarlo. Y más cuando resulta que es uno de tus cineastas de cabecera. El director perfecto, el tío que sin necesidad de grandes despliegues te hace películas de muchísima altura. No todos pueden decir lo mismo.
Abrazos misteriosos.