Siempre hay alguien detrás de las
palabras nunca escritas que permanece ahí, en la oscuridad, como si no
existiese aunque, tal vez, sea la persona más importante del mundo. Siempre hay
alguien que camina entre las líneas y se esconde en el bosque de letras
juntadas con belleza porque la escritura sin el amor es papel mojado. Siempre
hay alguien que deja su sangre como tinta en las oraciones que conforman un
libro que es eterno, que es arte, que es todo. Es la historia que nunca se cuenta,
que se queda como un rastro invisible para el resto del mundo y solo es un
renglón brillante en la memoria de un creador. Es la libertad ahogada. Es la
nada mítica.
“Si llegaré a ser el héroe de mi propia vida u otro ocupará su lugar,
lo mostrarán estas páginas…”. “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los
tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura…”. “El nombre de la
familia de mi padre era Pirrip y mi nombre tras el bautizo fue Philip, mi
infancia hizo de ambos algo no mucho más largo o más explícito que Pip…”.
“Marley estaba muerto. Eso para empezar. No cabe la menor duda al respecto. El
clérigo, el funcionario, el propietario de la funeraria y el que presidió el
duelo habían firmado el acta de su enterramiento…”. Palabras inmortales,
llenas de cariño por lo que se narra, por muy sórdido que sea, porque Dickens
quería a los personajes que creaba…tal vez porque una mirada única estaba
detrás de él, diciéndole que sí, que adelante, que lo estaba haciendo bien, que
el día merecía la pena si él escribía unas líneas. Sin embargo, él se volvía y
no veía a nadie. Ella era invisible. Ella no estaba. Lo único real que Dickens
guardaba en su corazón eran los papeles en los que iba escribiendo y
desgranando todo lo que tenía en su interior. Historias, tristezas, comedias,
tragedias, miserias, fortunas, destino…siempre destino. Aunque el destino del
escritor fuera tan vacío como una hoja en blanco. Esa que nunca escribió porque
el amor, bendito y fugaz amor, pasó por delante de él como un vendaval, le dejó
puñados de inspiración y se fue porque el público, su público, quería más, lo
quería mejor, lo quería único y especial…Y Charles Dickens no era más que un
hombre.
Entre los ropajes cuidados y los
paisajes de belleza desoladora, Ralph Fiennes ha conseguido una película que
resulta hermosa aunque devaste las creencias en las que el amor todo lo puede.
En esta ocasión, sí es así…aunque no es así. El amor es el acento de todas sus
palabras salidas desde el mismo centro de la genialidad. El amor es el desertor
que se marcha cabizbajo después de asumir la derrota de la realidad. El amor es
el preludio de una libertad que se escapa con el tiempo. El amor es la cárcel
del pensamiento porque no se puede gritar a los cuatro vientos a quién se ama,
por qué se ama, en qué cantidad se ama, con qué intensidad se ama. Amor y
verdad. Cero y cien. La debilidad contra la fortaleza. El talento que lleva a
la mano en volandas para escribir lo que nadie escribió antes. Dickens no fue
el héroe de su propia vida. Más bien fue Marley, el hombre que todos se
apresuraron a enterrar.
4 comentarios:
Vaya pues sí me precipite, sí. He de reconocer que la película me parecía muy atractiva desde el principio. Me gustan estas películas que van más allá del mero biopic para centrarse en un episodio clave de la vida de los protagonistas. Las películas no tienen nada que ver - ¿o sí?- pero la idea de esta mujer invisible me recordaba mucho a la de "Tierras de penumbra" y el reflejo inspirador del amor de C. S. Lewis por Joy Gresham.
Me ha parecido una película preciosa. Fiennes la ha dirigido con mucho mimo y buen gusto. Se nota su amor por el teatro y por los actores a quienes dirige de maravilla. Además de Scott Thomas que es una actriz increíble, me sobrecogió la actriz que hace el papel de Catherine, el tormento que refleja su mirada. En general, todos están bien, aunque como dije en el post anterior a Felicity Jones veo yo que le falta un algo, que quizá no tiene nada que ver con la interpretación, pero no la termino de ver en un papel de época.
Abrazos desde la playa
Yo creo que está muy bien dirigida y muy bien llevada, además de que tiene un gusto estético maravilloso. A destacar ese inicio de la película con esa mujer que anda casi precipitadamente en una playa con la marea muy baja, una clara exposición de ella en una inmensidad que nunca supo controlar del todo.
Lo de la Scott Thomas está muy bien pero a mí me parece que es un papel que está un pelín desaprovechado. Queda un poco diluido y no está muy claro que ella se posicione claramente a favor de Dickens porque puede ofrecer una posición a su hija y demás, no me acaba de convencer aunque, sin duda, ella es una gran actriz.
Cierto de lo Catherine -Joanna Scanlon- sorprendente en algunos pasajes de la película. Es muy notable cómo se intuya que es capaz de permitir algunos deslices a Dickens pero solo hasta cierto punto y luego se encuentra con la más arrebatadora soledad porque Dickens, entre otras cosas, la encuentra fea y gorda, indigna de acompañar a un hombre de tanto talento que está tan mitificado.
En cuanto a lo de Felicity Jones yo es que creo que tiene su mérito porque es una chica de cierta belleza que, a través de la interpretación, se esfuerza en quedar gris, se ilumina solo cuando se siente amada pero, desde luego, es una mujer invisible, la que estaba destinada a ser la gran inspiradora del genio y se convierte, realmente, en una mujer que nunca existe, que nunca llegar a serlo del todo. (Se me saltan las lágrimas con la secuencia del niño muerto).
Tengo que decir que es cierto que, para retratar bien la personalidad de un gran hombre del campo que sea, cinematográficamente funciona mucho mejor fijarse en un episodio concreto de su vida que abarcar toda su trayectoria vital. El cine es capaz de describir bien la ternura, la crueldad, los defectos y las virtudes de esos hombres o mujeres a través de algo que ha marcado su vida. Bien visto ese paralelismo con "Tierras de penumbra" aunque quizá me guste más la de Attenborough. En cualquier caso, es una película muy interesante sobre un autor al que el cine nunca había prestado demasiado atención en lo referente a su vida. Alguna vez he llegado a pensar que era un tipo muy aburrido y, por lo que se ve, era un tipo muy cercano a la hiperactividad.
Abrazos gramaticales.
Me gusta al hilo de eso que cuentas la primera escena en la que aparece Dickens descrito como un hombre jovial, extrovertido, incluso dicharachero (su manera de presentar a la familia y a los músicos a toda velocidad y en tono cantarín). Poco a poco ese carácter se va diluyendo y haciéndose más agrio conforme avanza la historia de amor. Eso es mérito de Fiennes que llena a su personaje de matices (algo que hizo también de maravilla en "El jardinero fiel).
Maravillosa las secuencias de Nelly en la playa - inevitable casi no pensar en "El piano"- donde los recuerdos de ella adquieren casi el rango de ensoñación. Pero no se si aparece siempre descrita como una mujer gris cuando no está Charles. De hecho cuando se describe su vida presente se la ve como una mujer decidida, que aún invadida por la melancolía que le causa la ausencia de su amado, se permite incluso el lujo de incluir una licencia poética en la representación de una de sus obras.
Abrazos victorianos
Es cierto que la evolución del personaje es muy interesante y que Fiennes lo borda. Pasa de ser simpático a amargo e, incluso en algunos ratos, diría que antipático. La vida posterior de ella...no sé, es quizá una cuestión de interpretación porque da la impresión como si Felicity Jones (bajo las incuestionables indicaciones de Fiennes) quiera dar al personaje un aura de frustración que cura a través de hacer muchas cosas, de forma muy decidida precisamente para huir de esa frustración que la ha tenido presa en una invisibilidad pasional. Por supuesto que sigue admirando a Dickens (tonta sería si no lo hiciera) y lo conoce muy bien y sabe que permitiría licencias poéticas porque él, en el fondo, es un romántico que no ha podido vivir un romance.
En cualquier caso, estoy contigo, es una película interesantísima, merecedora de una mirada intensa y que cala hondo dejando aparte, incluso, el atractivo de ir a ver a una figura mítica de la Literatura Universal.
Abrazos entre candilejas.
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