Una flor que indica que la
belleza no está perdida en medio de la destrucción y todo acaba. Un tiro
furtivo, una ráfaga, un sueño roto. La decepción ya, con la marcha de la misma
vida, es completa. En el colegio hubo muchas historias de heroísmo y los
jóvenes creyeron que marchar hacia el combate era lo máximo a lo que se podía
aspirar. Cuántos escritores, médicos, maestros, fontaneros o soldadores se
perdieron por causa de esos estúpidos delirios de grandeza. La doctrina imbuida
en el patriotismo, en el deseo de vencer porque se pertenece a un país invicto.
Y luego, después de aquella instrucción infernal, los piojos, las trincheras
llenas de barro, los disparos con su sonido mordedor…la sangre del amigo en las
manos. Las fuerzas van abandonando el ímpetu juvenil y, de repente, ya no se es
un niño deseoso de ser recibido en loor de multitudes. Solo se es un hombre que
quiere sobrevivir, volver, recuperar las mañanas de olor a pan recién hecho, el
sonido de los cascos de los caballos en las calles adoquinadas, las sábanas
limpias en la cama de su propia casa y encontrar el amor, o la amistad, o la
comprensión, o la compañía en la simple sucesión del día a día. No, desde
luego, mi capitán, no hay novedad en el frente.
No hay nada de heroico en la
guerra. Ni siquiera algo noble. Matar al otro no tiene mérito, ni historia, ni
es digno de mención en cualquier hazaña. Lo matas porque es él o tú o, también,
porque tienes a algún cabeza cuadrada gritándote al oído que debes disparar y
desparramar sus tripas en el suelo. Las lágrimas son balas perdidas en la
tierra estéril. Solo pequeñísimos agujeros que se filtran rápidamente por esa
superficie negra y roja. La boca quiere gritar, los ojos quieren llorar y allí
no hay nadie que te pueda escuchar. Solo la bomba que, con toda seguridad, se
lanza para matarte.
La impresionante novela de Erich
Maria Remarque tuvo su mejor traducción al cine en esta versión de Lewis
Milestone, un director que jamás llegó a la categoría de autor pero que, aún
así, supo hacer buenas películas como la primera versión de Primera plana con el título de Un gran reportaje; o la estupenda
reflexión bélica Un paseo bajo el sol.
En todo caso, a pesar de los años transcurridos, Milestone consigue una
película pacifista que arroja al pozo de los lobos el ansia de intervención de
una juventud que tiene la obligación de vivir antes que de intervenir. Un país
no es lo más importante. Lo más importante es la gente que vive en él. Y el
protagonista (un espléndido Lew Ayres) se da cuenta del verdadero valor que
tiene la paz y la inteligencia del ser humano, condenado a vivir en permanente
conflicto cuando su vocación genuina es la contraria. Solo así se puede dar
cuenta de que una flor en medio de un campo de batalla merece una vida, tal vez
porque la vida, en sí misma, es una flor en medio de un campo de batalla. Sin
novedad en el frente. Solo unos cuantos muertos…
8 comentarios:
Buenas,
Soberbio filme, escenas como el acalorado discurso por parte del profesor o el maravilloso y lírico final forman parte de la cima del cine antimilitarista.
Si me permites una recomendación, una sesión doble con la no menos estupenda "El puente" de Bernhand Wicki.
Saludos.
Soberbia película nacida de un libro soberbio, hay que reconocerlo. La versión cinematográfica de Milestone no lo desmerece en absoluto. No tanto habría que decir de la versión de Delbert Mann con Richard Thomas y Ernest Borgnine.
Te permito la recomendación, por supuesto. Aunque la conozco sobradamente y me gusta muchísimo más "El puente" que "Sin novedad en el frente", aunque quizá sea solo una cuestión de cercanía en el tiempo con mi generación. "El puente", de toda la vida, fue una de las películas preferidas de mi padre. Y estoy casado con una filóloga alemana que no deja pasar año a sus alumnas sin, al menos, un visionado de la película de Bernhard Wicki. Es más. Está estudiada en mi primer libro, "La imagen en el alma".
Saludos.
Jolines César, ¡qué tino he tenido!. :-P
Pues ya lo has dicho todo, es una joya. Sólo comentar que la pareja de baile preferida para la de Wicki para un visionado es 'El joven Torless' de Volker Schlöndorff, dos películas que me parecen la mar de complementarias.
Por cierto, precisamente hace un par de días me he agenciado del mismo autor el DVD de 'Morituri' en una tiendecilla de segunda mano. Su visionado no creo que pase de este finde. ;-)
Saludos.
Siempre he dicho que "La cinta blanca", de Haneke tiene más de un punto de contacto con "El joven Törless", de Schlondorff, yo probaría esa combinación.
"Morituri" a mí me parece una película de lo más interesante que fracasó estrepitosamente en su día, la pusieron a caldo y frustró la entrada de Wicki en el mercado americano. También la tengo reseñada en el blog y hablo de ella en mi segundo libro "El ojo privado".
Disfrútala.
Saludos.
Gracias, leeré tu reseña nada más que la vea. ;-)
Saludos.
En absoluto, gracias a ti. Solo es informativo por si te interesa. Me avergüenza mucho hacerme propaganda.
Saludos.
¿Propaganda? Para nada, hombre. Estamos acá hablando de Wicki y me has informado que sobre 'Morituri' tienes algo escrito, así podremos seguir debatiendo sobre este interesantísimo cineasta. ;-)
Un saludo.
Me alegro que lo tomes así. Wicki, creo yo, mereció mejor suerte.
Saludos.
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