miércoles, 18 de julio de 2018

LA CASA ENCANTADA (The haunting) (1963), de Robert Wise

De entre los muros de la tragedia, parece que surge un hechizo siniestro y temporal, como si una mansión de un siglo fuera la auténtica puerta hacia el misterio. Cada cierto tiempo, esa casa necesita una víctima propiciatoria y, cuando la consigue, forma parte de ella, como si fuera una piedra que sustenta sus paredes o sus columnas. Por eso ocurren fenómenos extraños que no tienen ninguna explicación aparente. Cuidado, alguien viene, alguien inocente, puro, deseoso de libertad en una vida demasiado gastada. Ella ya forma parte de la casa aunque sus cimientos no se hayan apoderado de ella todavía. Parece que oye los golpes de una anciana moribunda a la que tuvo que cuidar, pero en realidad son los gritos de auxilio de un alma que quedó sin socorrer. Los artesonados se mueven burlándose de su ingenuidad, haciéndola creer que una criatura sufre cuando es su propia mente. Las puertas se cierran debido a ángulos imposibles y, como consecuencia, no dejan entrar a las verdaderas fuerzas del otro lado que intentan traspasarlas, abombando sus bisagras, forzando sus goznes. El corazón de la casa es frío, como una corriente de aire que ni va ni viene a ninguna parte. Las estatuas clavan su mirada en los humanos y una imposible escalera de caracol se tambalea avisando de la trampa que la casa tiende con sumo cuidado. El encantamiento está ahí, poblando cada uno de los rincones de la mansión de la colina, desparramando la alucinación presta para ser creída. No hay sitio para un amor que no pertenece a otro mundo. Tampoco la pena es propiedad de la casa. Sólo las almas.
La turbiedad de las personalidades se pone más en evidencia cuando el entorno resulta tan intrigante, tan malévolo. Puede que la casa de la colina no lleve a ninguna parte y sólo sea una sucesión de fenómenos paranormales capaces de alimentar la paranoia de los que la habitan. Los sueños se ahogan entre sus espaciosas habitaciones. Y la razón se pierde entre sus manifestaciones físicas. Los guardeses ni siquiera pisan la casa en las horas más críticas y el miedo salta de debilidad en debilidad, tratando de hacer un nido para la inquietud. La casa encantada no extenderá sus brazos. Dejará que sus presas se acerquen a ella sabiendo que jamás averiguarán nada importante. El grito será solitario y el vértigo se acompañará de la lujuria que se aprieta en los sótanos de cada personaje. Los fantasmas no existen.

Después del éxito arrollador que obtuvo con West Side Story, Robert Wise se atrevió a dirigir esta película de terror sutil con un reparto de actores conocidos pero ninguna estrella como Richard Johnson, Julie Harris, Claire Bloom y Russ Tamblyn, todos ellos decididos a buscar la verdad en una casa que debería haber sido derruida hace mucho, mucho tiempo.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola.
Angustiosa, sesuda y demencial. Una auténtica joya y cima del cine de terror psicológico de este pedazo de cineasta todo-terreno que es Robert Wise.
Saludos.

César Bardés dijo...

Pues sí, para mí una de las mejores películas de terror que se han hecho nunca. Entre otras cosas porque es un terror muy, muy sugerido, pero se siente y se palpa en todo momento con un aire de turbiedad que no hace más que inquietas. Una auténtica joya.
Saludetes.