
Stanley Donen dirigió Bodas reales con su habitual estilo que le hizo evolucionar desde el cine musical a tocar todo tipo de géneros. Último de los grandes cineastas vivos, cuando no se dejaba arrastrar por estéticas que pronto quedaban anticuadas, destacaba porque parecía que era capaz, con sus movimientos precisos y su planificación guarecida en el perfecto equilibrio, de vestir a la cámara de etiqueta con media sonrisa haciendo juego con el borde un buen vaso de clase. Y en esta ocasión consigue que no haya ni un solo punto débil en toda la película, perdón, en toda una obra maestra del arte musical.
Por otro lado, Fred Astaire, en sus desafíos continuos al aire, consigue que parezca posible que cualquier mortal haga lo que él hace. En esta película, ejemplo de distinción musical y coreográfica con ramalazos de virtuosismo cinematográfico, bailar se convierte en una nueva forma de diálogo, en una conversación apasionante que deja su mensaje a la espera de que nosotros, torpes bailarines de una vida sin melodía, sepamos descifrar todo lo que nos quiere decir.
Calcémonos los zapatos de baile, que el ritmo de una música irrepetible entre por nuestras carnes y si están solos…háganme caso…alarguen la mano a su pareja y sáquenla a bailar en un momento de intimidad entre ustedes y el cine. Nadie les va a ver y puede ser un instante en el que pueden llegar a sentirse reyes…
2 comentarios:
Lástima que car esté de vacaciones, lo que iba a disfrutar hablando sobre esta peli. Espero que lo lea al regreso porque le va a encantar. Maravillosa película, como todas las de Fred Astaire que como tú dices, hace que parezca facil bailar como él baila. Hace que nos creamos que eso lo podemos hacer cualquiera. Me encanta el color intenso de esta película, o así al menos la recuerdo, en la que como tú dices el lenguaje es el baile. Qué bonito.
Gema
Bueno, como seguramente volverá mientras esté yo fuera pues tendrá tiempo siempre que tenga ganas.
Cierto es que Fred Astaire...bueno, ahí están mis padres que pueden decir que desde que vi "Sombrero de copa" hasta que terminé viendo "Cabaret" (la historia del musical en 37 años), cada vez que veía una película musical mi gran sueño era convertirme en bailarín. Obviamente, las facultades no eran buenas y mi altura, escasa. Por eso, quizá, no sé hablar bien el lenguaje del baile aunque lo comprendo a la perfección.
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