Intentar abrirse paso entre los acordes del jazz nocturno es como internarse en una oscuridad de la que, tal vez, no se pueda salir. La única pista que tienes para seguir el rastro es el dulce y suave aroma del éxito. Esa esencia que hace que pierdas la certeza de quién eres y de que no dudes en utilizar a quien haga falta para conseguir lo que deseas. En Chantaje en Broadway, de Alexander MacKendrick, el personaje de Sydney Falco (Tony Curtis) lo intenta haciendo que, cada vez, se extravíe más su ética y su humanidad por hacerse un hueco entre la multitud. Mientras tanto, J. J. Hunsecker (Burt Lancaster) utiliza el éxito que le mantiene en lo más alto de las columnas periodísticas para hacer que todo el mundo baile a su alrededor...y nadie sabe que a una columna no hay quien la derribe. Utiliza sus influencias y decide quién puede subir un peldaño o descender toda la escalera. Al recurrir a Falco para un turbio manejo que incluye a su propia hermana, Hunsecker nunca tiene intención de premiar al arribista que quiere perfilarse como su sustituto. Considera que no es nada. Y la nada recibe nada. Todo será según el guión que el todopoderoso columnista tiene escrito de antemano salvo por el enorme precio personal que a veces las luces de neón te obligan a pagar.
Broadway es la selva donde todas las fieras quieren ver su nombre brillando en fachadas de luz. Hay que devorar si quieres sentirte importante. Vives de absorber otras personalidades, otras voluntades insignificantes que no son más que minúsculos puntos borrosos que difuminan la iluminación nocturna y entorpecen el camino del asfalto salvaje sobre el cual escribes. Las palabras llevan la tilde de un saxo y el ritmo de una guitarra acústica y sacrificar a un cervatillo para que alguien que te interesa lo pase bien es algo que ni siquiera hace mella en tu ambición cegada por la noche. Sólo al despertar...sólo al despertar caerás de una altura mucho más alta de la que has sido capaz de subir porque abajo del todo no te esperas ni a ti mismo...sino la negación de ti mismo y entonces te darás cuenta de que no habrá tinta para escribir, ni pluma que empuñar...que el éxito es sólo eso...un dulce aroma embriagador que te atrae, te abraza, no te deja escapar porque te agarra de la ambición y del sueño, de la vanidad y del lujo...y el éxito, el verdadero éxito no reside en ninguna de esas cosas..sino en el hombre que eres...y en el hombre que realmente quieres ser.
La noche es tu compañera, patea contigo las calles porque ella también quiere volverse día. La oscuridad no existe porque todo a tu alrededor huele a triunfo y puedes ver el neón a través de vasos de whisky, reflejado en las perfectas dentaduras de las chicas que has conquistado, impreso en las líneas de un periódico en el que ansías ver tu nombre tan sólo para ganar un poco de respeto. No pueden perderse esta película. Es un fantástico tratado sobre la noche, sobre la ambición, sobre la mentira. Y tiene unas interpretaciones que son algo más que cine. Son verdad.
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