
Sin embargo, el verdadero alma mater del proyecto fue Warren Beatty que se ofreció como productor del milimétrico guión de Robert Benton y David Newman y como protagonista de la película arrojando muy lejos de él la imagen de tierno seductor al estar tan interesado en interpretar a un bandido, santo y seña de la contracultura estadounidense, que mantenía una relación amorosa con su compañera de fechorías a pesar de su condición de impotente y de flagrante bisexualidad.
El resultado de la combinación de tantos esfuerzos dio lugar a todo un poema épico sobre dos personajes marcados por el desgarro interior, la duda y el caos. El romanticismo se adueña de sus vidas y el rojo de la sangre se presenta como el color en el que tiñen su mutua pasión exenta de tranquilidad, mancha de excitación suprema en una época marcada por el final de un camino, por el aburrimiento a la espera de lo que termine con una era de pobreza y soledad. Dentro de esta película, cabe la hermosura y la tristeza, lo despiadado y lo sutil, la seguridad y la miseria, la violencia y la sexualidad y todo ello enmarcada con una extraordinaria interpretación de Beatty y de su compañera Faye Dunaway y, cómo no, por un plantel de secundarios excepcional encabezado por Gene Hackman (¡qué gran actor!), Michael Pollard, Estelle Parsons e, incluso, una breve aparición episódica de un atípico Gene Wilder.
La película es rica, trepidante, variada, densa dentro de una maravillosa y tan sólo aparente simplicidad, con inusitadas gotas de lirismo en la muerte, con tremendas fuentes de brutalidad en la poesía...en su ambiente se puede respirar el polvo de los caminos adhiriéndose a los trajes de los años veinte, la terrible violencia que llevan dentro los personajes principales y que está expresada de una forma latente pero no explícita...y, sí, es una película que hay que ver más de una vez para descubrir sus enormes matices, sus variados componentes, su dirección atípica (Bonnie y Clyde para el cine americano puede representar perfectamente lo que fue Al final de la escapada para el europeo), su interpretación un tanto natural que lleva a pensar que la cámara no está filmando, que simplemente estaba ahí cuando pasaron estos dos asesinos a los que la leyenda ha aupado muy por encima de la realidad.
Es el momento de calarse el sombrero de ala ancha y de olvidarse de un par de cientos de balas que encontraron su diana merced a una traición. Sólo la muerte vale. Sólo la rebeldía es muerte. Sólo la seducción es rebeldía. Sólo la felicidad que no existe lleva a la seducción...Difícil de tragar...Difícil de ver...pero qué arrebatadoramente grande es el cine...
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