viernes, 14 de febrero de 2014

LA GRAN BELLEZA (2013), de Paolo Sorrentino

Hastío. Tantas luces, tantas copas, tanta vacuidad… Roma se ofrece, exuberante y grandiosa y, sin embargo, queda tan poco por vivir. Las palabras dichas porque sí, para destacar, como forma de llamar la atención, crean monstruos ociosos que tan solo viven del engaño, de construirse un escenario a medida donde puedan ser los protagonistas de una obra que ellos mismos han escrito. Mundanos, insanos, de pensamiento malo y elegancia nula. Ni siquiera la obra de teatro que se montan ellos mismos para su solaz es buena. Es aburrida. Es un permanente mirarse al ombligo para sacar la conclusión de que aquello es un agujero de piel que enlazó con la vida. Y la vida, amigos, no es más que un truco, un engaño. Es la distracción para que no se vea cómo se hace la magia. Es una estafa.
Por eso, la gran belleza de esa vida traidora y decadente no reside en el lujo, ni en la lujuria, ni en el mismo momento. Precisamente, la gran belleza está en asomarse a la vida de los demás con el fin de aportar algo a ellas. Un escritor que se niega a escribir, en el fondo, está negando a todos la posibilidad de mejorar, de ser algo más que un simple pedazo de carne con ojos que se entregan a la disipación y a la nada. Un cura que se niega a hablar de espiritualidad y reparte bendiciones es tan inútil como una sotana puesta al sol que acaba por decolorarse y entiesarse. Sin embargo, qué arrebatadoramente bella es esa mujer que decide hacer lo que quiere para vivir más, que prueba algo parecido al amor por última vez antes de una despedida demasiado breve y demasiado triste. O qué impresionantemente santa es esa otra mujer que, sin más fuerzas que la fe, realiza un sacrificio para entregar su alma a lo que cree, estemos o no de acuerdo en ello. Quizá esa sea la palabra clave: sacrificio. Algo que no somos capaces de hacer por los demás, que se diluye entre nuestras voluntades como el hielo en la bebida. De la pobreza no se habla, se vive. Porque nada de lo que se pueda hablar sobre ella se acerca a lo que realmente es. Y cuando llega la decadencia física solo queda la huella de lo que has hecho por los demás. Sin embargo, puede ser que vuelvas la cara para ver cuál ha sido tu rastro y solo veas polvo, suciedad, tiempo perdido, estremecedor vacío, viento escondido detrás de frases disfrazadas de falsa pedantería, inutilidad, nada.

Paolo Sorrentino ha dirigida esta nueva mirada sobre La dolce vita con una cuidada ambientación romana, con una seguridad terrible en lo que quería contar que hace que, en algún momento, delate su excesiva duración. En cualquier caso, hay que destacar la complicidad de un actor sabio como Toni Servillo, elegante y único, que sabe moverse entre una exquisita madurez y un hastío conmovedor que solo le lleva a la evasión, a no querer enfrentarse con una muerte que ya está más próxima para dedicarse a esa escapada que ya no puede terminar por sí mismo. Es una película que hace pensar pero que también mueve a intentar ser un poco mejores en un mundo que solo quiere que las cosas mejoren para entregarse al dolce far niente. Nada de nada. Y menos, por los demás.

6 comentarios:

dexterzgz dijo...

Es una película concebida a modo de fascinante viaje cinematográfico (la cita de Celine que abre el film es, toda una declaración de principios). Como su protagonista, Sorrentino busca la belleza, pero en esta búsqueda importan más los medios que el fin , lo mismo que en el viaje no importa tanto la meta como el propio camino. En ese camino, personaje y director se topan de bruces con la belleza; el primero la contempla, el segundo la captura y nos la sirve dosificada a través de pequeños planos imposibles y maravillosos y mediante una sucesión de imágenes que literalmente nos hipnotizan.

Sorrentino parte en busca de la belleza y es la vida lo que le sale al encuentro. Imprevisible, caótica, en todo su esplendor. Y la película fluye a ese mismo ritmo sin caer víctima de sus excesos hasta convertirse en un ejercicio libre, ácrata, algo loco, muy loco. “La gran belleza” es también la gran paradoja. O de cómo en un mundo feo y desagradable todavía es posible hallar algo que nos estimule o que simplemente merezca la pena. La película es igualmente un “collage” de sensaciones y estados de ánimo varios. Lo resume muy bien esa escena en la que un joven muestra al protagonista un enorme mural en el que expone las fotografías que éste se ha hecho desde que nació durante todos y cada uno de los días de su vida.

Roma, valga el tópico, es un personaje más. Definitivamente es EL personaje si asumimos que Gep es un simple espectador a la caza y captura de lo bello. Una de las cunas de la civilización occidental funciona como símbolo de todo lo contrario, de su decadencia. Es el escenario perfecto para la farsa y el gran guiñol. Con sus nuevos ricos haciendo gala impúdicamente de su ostentación y su vanidad en sus estrambóticas fiestas, bailando al mismo son para intentar exorcizar el patetismo que rodea sus vidas. Con sus empresarios corruptos, con sus cardenales de siempre y su desmedida inclinación a la gula y a la debilidad humana.

Me gusta mucho Toni Servilo y algunos personajes que son un hallazgo (la monja santa). Es una película muy recomendable pero que tampoco me atrevería a recomendar a según quién (un poco lo que dijo el otro día Chus a propósito de “Brazil”).

Abrazos a ritmo de Raffaella

César Bardés dijo...

Es mejor lo que tú dices sobre la película que lo que yo me he atrevido a decir. Estoy de acuerdo en todo lo que dices. Es una película bella, tremendamente buena sobre todo en lo que respecta a su empatía. Parece que la película va por un lado y el personaje de Gep va por otro. Gep no sabe cazar y capturar lo bello. Todo pasa ante él y, más por miedo que por otra cosa, se queda como simple espectador, algo socarrón y algo distanciado de un problema que quiere resolver pero que no se implica en su resolución.
Dicho todo esto y alabando tu comentario, absolutamente acertado y muy superior al mío, tengo que decir que, quizá por afinidad de tema o porque simplemente estoy más cerca de sus inquietudes...me gusta más "La caza" de Vinterberg que ésta aunque parece que la de Sorrentino se perfila como segura ganadora del Oscar. "La gran belleza" es muy bella e intenta expresar el aburrimiento de esa clase burguesa adocenada y en sempiterno postureo. "La caza" me habla de problemas que me son más cercanos y, por tanto, de peligros que me son más familiares y más posibles.
Estoy de acuerdo en que es una película muy recomendable que no se puede recomendar a todo el mundo.
Ahora voy al cuarto a llorar un rato. No he sabido atrapar la cosa.
Abrazos de rodillas.

dexterzgz dijo...

Ea, que tampoco será para tanto. Además, esto lo escribí hace tiempo y he tratado de condensarlo porque tampoco tenía tiempo de pensar algo ocurrente. No sé, no creo que lo haya sabido expresar mejor que tú ni que lo haya captado mejor. Es una película tan poliédrica que acepta muchas lecturas e interpretaciones.

En cuanto a lo de los Oscars, que haya empate ¿no? No sé, hay años en los que se lo dan a una de Burundi porque no hay otra y en cambio otros como este... El otro día vimos probablemente el mejor cuarteto de finalistas a película europea en la historia de los Goya ( Amour, La caza, La gran belleza, La vida de Adele). Eso es nivel, leñe.

Abrazos desde la Fontana de Trevi (con traje de noche negro).

César Bardés dijo...

Cuando alguien hace un trabajo mejor que el tuyo, cuando sabe atrapar con más destreza el espíritu de la película que todo lo que has escrito tú, se reconoce y sin ningún problema. Es cierto que es una película que admite más interpretaciones pero lo que va primero en lo que quiere decir la película es prioritario y tú lo has sabido hacer muy bien. Yo me he quedado, por decirlo así, en los aledaños y conservo los artículos en el blog para recordarme que, de vez en cuando, también hago las cosas mal. Recuerdo que pasó lo mismo hace algún tiempo con "El castañazo" y que Carpet me dio una lección. No pasa nada. Así se aprende y se mejora, así que te lo agradezco.
Sí que había un gran nivel en la película europea de los Goya. Sin embargo, me embargó una profunda tristeza porque son unos premios tan limitados que ninguno de esos directores, a pesar de vivir en el mismo continente (recordemos, el continente más pequeño) y estar a un paso de avión, se dignó a estar presente. Culpa de ellos y nuestra también por no saber dar a esos premios la importancia que deberían tener (por cierto, sigo diciendo que no sabemos hacer ceremonias de ese tipo).
Abrazos desde Copenhague.

dexterzgz dijo...

Será que tengo/tenemos un buen maestro ;)

Lo de los Goya, sí, fíjate lo del número musical que daba un poco de vergüenza ajena y en Jolibu hasta algo tan ordinario como lo de "Te vimos las tetas" da el pego. Esta semana leí que a Scarlett Johanson le dan este año el César de honor y no porque se lo merezca, que además tiene 30 años, sino porque así aseguran su presencia y el toque de glamour y algo de morbete (aunque con la nominación este año de Julie Gayet como secundaria hubiese sido bastante). Es probable que nunca en la historia de los Goya haya habido un director europeo a recoger su premio (pero si no viene ni Campanella a recoger los suyos). Al menos cuando ganó "Match Point" Woody mandó a su tata.

Abrazos con smoling

César Bardés dijo...

No, de maestro, nada. En todo caso, yo aprendo.
Es que lo del número musical parecía un número de festival escolar, no me digas. Además, los fulanitos eran tan torpes que no paraban de hablar entre ellos y se les oía lo que decían: "Ven pa´cá", "Ahora tú por allí", "Ahora viene lo difícil"...en fin, yo, en ese momento quise cerrar los ojos, no digo más.
Además hay que reconocer que Carpet tenía razón con lo de las estrellas que salían y decían: "Los nominados a la mejor chinchorrera son..." sin una línea de diálogo, ni de guión, ni de nada de nada. Ni siquiera el guión de Manel Fuentes me pareció nada del otro jueves (aún hay gente que cree que se los escribe él mismo cuando el amigo Fuentes y esto lo sé, no sabe decir absolutamente nada que no esté escrito antes por otro).
Los Goya no cuentan. Los César, sí, los David di Donatello, también. Los BAFTA no digamos...Los Goya es un invento que nunca se ha parido del todo bien. No os digo más que cuando se creó el premio no se iban a llamar "Goya", sino que, de forma mucho más indicada, se iban a llamar Premios Buñuel pero no se atrevieron a llamarlos así porque como Buñuel era de izquierdas a ver si alguien se sentía ofendido y tararí y tarará. Acordaos de aquella primera época en que al pobre maño de Fuendetodos le salía una cámara dorada por la cabeza. País de...
Abrazos con tiros largos.