viernes, 28 de noviembre de 2014

VORÁGINE (1949), de Otto Preminger

Adentrarse en el alma de una mujer no es una cuestión de parapsicología, es solo una demostración de inteligencia. Hay una tendencia a pensar que el malvado de cualquier historia, sea real o imaginaria, tiene rasgos que le hacen inferior y siempre se le puede vencer. Nunca he creído que fuera así. La gente mala, que hace daño desde su posición de poder o de dominio, suele ser bastante inteligente porque esa maldad no es producto de un momento de inspiración. Es algo pensado y metódicamente creado con la vista puesta en los objetivos que esa persona persigue, por muy lejanos que parezcan o, incluso, peregrinos. Otra cosa es que nos gustaría que fueran tontos para tener una jugada de ventaja pero eso, tristemente, no es así.
Decía que adentrarse en el alma de una mujer es una demostración de inteligencia porque las mujeres, más que ninguno de los otros seres de la creación, están sometidas a los vaivenes de la moral, de las apariencias e incluso de los ingenuos idealismos de una vida ordenada. Es verdad que es muy peligroso sondear sentimientos en esos abismos porque la mujer, como los malvados, son muy inteligentes, mucho más que el hombre y los recovecos de su pensamiento pueden ser muy complicados e, incluso, impensables para el sexo débil, que es el masculino. Así, un extraño puede ganarse un rincón de su interior y un marido permanecer fuera en una dulce ignorancia que solo puede ser apagada por un choque que, muy a menudo, no pertenece a la razón.
Si además el malvado que quiere, por todos los medios, violar la intimidad de la mujer es un tipo que domina otras habilidades como puede ser la hipnosis, entonces todo se complica porque ya estamos en un campo de batalla que muy pocos entienden y que en el que muchos no creen. Quizá, eso sí, ése sea el único estado en el que se pueda obligar a una mujer hacer algo porque si ellas, por poca personalidad que tengan, no quieren hacerlo en estado consciente, no hay forma de obligarlas.

Otto Preminger sabía todo esto y más y puso en juego una historia que resulta apasionante en el desarrollo de ese aprovechado sin escrúpulos que interpreta José Ferrer con clase y paciencia, con unas dotes de observación impresionantes y una corrupción moral implacable. La víctima, como no podía ser otra, es Gene Tierney, un tanto obsesionada por el carácter frío de su marido que busca un escape a la presión diaria en una pequeña debilidad que acaba por ser su talón de Aquiles. Richard Conte es el hombre que lo racionaliza todo, que analiza cada uno de los movimientos de su mujer y que, en el fondo, fracasa en su vida de pareja porque cree que basta con ofrecer una posición cómoda y una seguridad más que aparente. Todo se desmorona cuando el asesinato hace su aparición y la vorágine de la culpabilidad comienza a invadir todos los aspectos de unas vidas que van a la deriva con demasiada facilidad. El malvado, el listo, se aprovecha de esa zozobra vital que azota a unas mujeres que hacen de la duda todo un estilo de vida. Y el cine negro psicológico es una apasionante pesadilla de la que es muy difícil despertar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó mucho esta peli de Preminger. No es de las más conocidas, pero además de aguantar bien el paso del tiempo, te mantiene en una tensión comedida y bien interpretada por el trío protagonista. Tierney está guapísima, como siempre, y sabe mezclar a su personaje de la dosis justa de dulzura, saber estar, inocencia y picardía. Muy enigmático, muy Anthony Blake, el personaje del psiquiatra. Te da muy mala espina desde el principio, preludio de que algo malo va a pasar, pero sin caer en la previsibilidad.

Precisamente ayer vi otra peli de Tierney, "Leave her to heaven", con otra guapísima "underrated" Jeanne Crain. Muy buena fotografía, aunque la historia pelín cogida con pinzas. Eso sí, ¡qué voz tiene Vincent Price!

Abrazos inquietantes

Santi

César Bardés dijo...

A mí me parece una excelente película. Sin llegar, por supuesto, a la categoría de obra maestra que sí podríamos aplicar a "Laura", por ejemplo, pero me parece una historia muy interesante en la cual destaca muchísimo el papel de José Ferrer (muy impactante en aquellos momentos, no olvidemos que estamos hablando del año 49). La mejor virtud es la que tú mismo citas. Es quizá todo un presentimiento de que algo va a pasar pero Preminger encierra a la trama de tal manera que no es previsible.
Jeanne Crain era una de esas mujeres que me hechizaban, tengo que reconocerlo. La historia está cogida con pinzas porque incluye el tema de la hipnosis y quizá el desenlace no es demasiado creíble, pero pasa sin problemas.
Lo de la voz de Vincent Price...ya ves, por eso Michael Jackson le coge para el final de "Thriller".
Abrazos hipnóticos.