miércoles, 13 de abril de 2016

EL DIABLO SOBRE RUEDAS (1971), de Steven Spielberg

Un viaje por cuestiones de trabajo, por lo general, no lleva a ninguna parte. Es tan solo un buen puñado de kilómetros aburridos, con su camino de gris ataviado de rayas de distinto diseño y de paisajes que no significan nada. Eso, por otro lado, adormece a la fiera que todos llevamos dentro cuando nos ponemos al volante. Está ahí quieta, sin hacer nada, sin asomarse. Sin embargo, las carreteras están pobladas de diablos que retan a duelos absurdos con vehículos que parecen salidos del mismo infierno. Todo empieza con una simple protesta por un adelantamiento. El pique sigue tomando lugar sobre el tapete de asfalto y siempre va hacia arriba. En ningún momento se puede localizar el rostro del dueño del camión. La sombra de la ira sin razón se aparece a cada momento. El duelo va tomando proporciones de asesinato. Solo sobrevivirá el más hábil.
Y es que, en el fondo, uno de los lugares más inhóspitos del mundo es una carretera. Por esa cinta estirada pasan bestias a gran velocidad mientras solo el ruido de las ruedas pone música al polvo que yace a los bordes del camino. Se exige el máximo de esas maquinarias que trabajan sin piedad para llevarnos a nuestro destino. Y aún más cuando aparece un gigante dispuesto a arrasar con tu vehículo y contigo dentro. Eso es un desafío de proporciones mayúsculas y es entonces cuando sale la fiera, cuando esa bestia que llevamos dentro y que sale muy a menudo cuando conducimos se desboca y se pone a la altura del contrincante para hacer una herida en el paisaje, para ser testigo de un dragón revolviéndose en su dolor de muerte. Quizá lo único que quede más tarde sea la locura, la conciencia de haber sido, también, un diablo. Todo puede pasar cuando los motores se calientan. Incluso la muerte.
Habrá distintas paradas por el camino. La típica cafetería repleta de camioneros, otro de los lugares más tristes que existen. La pareja de ancianos que huirá despavorida. El autobús de escuela que se halla en dificultades y resulta ser una coartada perfecta que acaba en la sombra de lo más temible. Cuento largo de fantasías latentes que pueblan pesadillas de interminables noches, como un viaje que nunca acaba, como un duelo de cañones hecho de tubos de escape y sudores fríos en los riñones.

Steven Spielberg dirigió con veintidós años esta película modesta y, en ningún modo, redonda, pero hizo que ya nos diéramos cuenta del enorme talento de un joven entusiasta que quería rodar y exponer con claridad, perturbar, conocer y poner el dedo en la llaga de la moral equívoca que a todos nos cerca. La velocidad es la protagonista de una falsa sensación (hay escenas que se rodaron a treinta kilómetros por hora cuando simula que están en una verdadera carrera) y las gomas de los neumáticos se desgastan por momentos cuando hay que luchar por la propia vida. En especial cuando en el mismo carril se encuentra el mismo diablo sobre ruedas.

6 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Yo recuerdo esta película como impactante. Efectivamente no es redonda, pero recuerdo su estreno televisivo (no se estrenó en España en salas comerciales creo) posterior al fenómeno "Tiburón", cuando ya Stevn tenía un nombre y había que admirar su precocidad prodigiosa. Creo que es la Hitchcock de las pelis de Spielberg, su Mcguffin es tan ridículo como un simple mal gesto tras un adelantamiento, pero su tensión posterior en aunmento generaba verdadera angustia. En algún caso, y sin llegar a los limites de dar miedo meterte en el mar que generó con la peli de Brody y compañia, si que provocaba sierta aprensión cuando un camión o un autobus te seguía y no conseguías despegarte en aquellas carreteras de antes...al menos a mi a los veintipocos me pasaba.

Tiene algunos muy buenos hallazgos. El mal sin rostro, sin motivo verdadero y sin descanso, esto traslada al espectador la misma sensación que vive Weaver inposibilitado e enfrentarse cara a cara con su enemigo, sólo una maquina fria, brutal, metálica, sin corazón ni conciencia. Nadie con quien poder llegar a un acuerdo o suplicarle clemencia. El paisaje desrtico que te hace sentirte aun más solo, más desvalido, más víctima. Lo cierto es que entre esta y Tobe Hopper te da para plantearte si hacerte un recorrido en coche por los USA. Y finalmente la definición de una película pequeña, para televisión, a la que no se le pueda exigir más que un buen rato de entretenimiento hace que todo nos parezca más grande, más sobrecogedor, más real.

Vuelvo a decir que a mi me impactó y Steven demostró que sabía llegar al espectador y hacerle sentir tanto como en su día lo consiguió el tio Alfred.

Abrazos polvorientos

César Bardés dijo...

Siento contradecirte, pero de primera mano te puedo asegurar que "El diablo sobre ruedas" sí se estrenó en salas comerciales. Concretamente en el cine Benlliure de Madrid (un cine al que acudí muchísimas veces, no solo de niño, sino también de joven). Fui acompañado de mi padre que le pareció que aquello era una película de persecuciones que podía estar muy bien. Salimos encantados los dos porque habíamos captado ese aire turbio de toda la peripecia y estábamos impregnados del polvo de la carretera. En realidad, ese camión que acosa a Dennis Weaver (de hecho, yo creo que se decidió su estreno en salas porque era la época en la que Weaver rompía con la serie "McCloud") era el mismísimo diablo salido de las entrañas del infierno para picar a los conductores incautos y estrellarse contra la misma muerte.
Lo que está claro es que es un ejercicio brillantísimo para un joven que, por entonces, tenía 22 años, que revelaba una técnica extraordinaria (ya digo lo de las secuencias de persecución, rodadas a mucha menos velocidad de la que creemos y, sin embargo, parece que van a velocidad límite). Cierto es que se realizó para televisión pero, en el caso español, se estrenó en salas comerciales. Lo que ya no recuerdo es si había mucha gente en la sala.
Spielberg, desde luego, ya sabía rodar muy bien a tan temprana edad (te imaginas lo que sería esta película rodada por cualquier de los de "Fast and furious"?) y tiene herramientas y recursos más que suficientes como para provocar las mismas sensaciones que Hitchcock o de cualquier cineasta al que quiera imitar. Incluso si no quiere imitar a ninguno. A mí me parece uno de los más grandes de principio a fin.
Abrazos recauchutados.

CARPET_WALLY dijo...

Ah, ok, pues yo creí que nos e había estrenado en cines. Efectivamente yo no la vi en un cine, sino como comentaba en la tele y entonces me pareció que señalaban eso de su "no estreno". Otra cosa es que como ya dijimos hace un tiempo, lo de aquellos años no teníoa nada que ver con lo de ahora y había muchas películas que se estrenaban sin gran fasto o iban directamente a cines de segunda fila que no eran los de superestrenos aunque tuvieran su prestigio, el Benlliure en la Calle Alcalá era uno de ellos.

Perfecta la aclaración, siempre pense lo contrario. Gracias

Abrazos veloces

César Bardés dijo...

Sí, sí, si posiblemente no se estrenase en Estados Unidos en cine. De hecho, parece ser que para su estreno en España se añadió algo de metraje porque la película se quedaba algo corta y si ves su doblaje en algún DVD o en alguna grabación que pilles, ves claramente que el doblaje es cinematográfico. Lo que sí es cierto es que no creo que se estrenase con gran fasto. Fue una operación más que nada porque recuerdo que Dennis Weaver era una estrella de la televisión y con ese objetivo se puso en pantallas. Más allá de mi experiencia en el cine Benlliure (que la memoria siempre es traicionera) me he atrevido a buscar pruebas físicas y he podido comprobar que el 14 de enero de 1976 aparece en la cartelera sevillana, en concreto en el cine Alcázar que por aquel entonces parece ser que era una sala de estreno. Ahondando un poquito más, me doy cuenta de que, efectivamente, "Tiburón" también estaba en cartel en esa fecha, al menos en Sevilla, ésta ya en más de un cine, así que en parte tienes razón.
El Benlliure, efectivamente, no era uno de esos cines de superestrenos. Fui muchísimas veces de niño porque ahí es donde Disney hacía de las suyas (recuerdo las mil veces que miré al techo en el que había un fresco con referencias al cine, Chaplin y "El acorazado Potemkin" entre otros) y recuerdo haber visto allí "Los aristogatos", "Mary Poppins" (de reestreno mientras mis padres se iban al Vergara a ver "Con él llegó el escándalo"), "101 dálmatas", "Fantasía", "La montaña embrujada", "El último vuelo del arca de Noé", "Chitty Chitty Bang Bang"...luego ya de joven ahí pude ver "Depredador", "Cazador blanco, corazón negro", "La sirenita", "El gran dictador" (aquí es la única vez que he visto a la gente aplaudiendo y de pie), "Deep impact" y muchas más que no recuerdo. Grandes recuerdos me vienen a la memoria. Por allí ha pasado mi infancia, mi adolescencia, alguna que otra chica y más de un amigo.
Abrazos memorables.

dexterzgz dijo...

Me pillas después de un fin de semana en la que le he echado el diente a "Vanishing Point", otra película de los setenta y otra película de carretera. Aunque la copia dejaba bastante que desear -una copia de VHS pasada a DVD- la disfruté bastante. Cierto que como ejercicio cinematográfico tiene más quilates la cinta de Spielberg. Tito Steven apunta, como bien dice el amigo a Hitch, Vanishing se queda un espectáculo entretenido (pero friki ) para que Tarantino venga a tomar nota décadas después.

Repaso la filmografía del primer Spielberg de los 70 antes del boom definitivo en el decenio posterior, y salvo el resbalón de "1941", no tiene desperdicio: "Tiburón", "Encuentros en la tercera fase" y la infravalorada "Sugarland Express". Y ya si nos metemos en los 80 y los 90 y los dosmiles ya es un no parar. Ahora, a esperar a mi amigo el gigante.

Abrazos gigantes

César Bardés dijo...

Recuerdo "Vanishing point", aunque la tengo en el final del baúl, y creo recordar que en España se llamó algo así como "Punto límite: cero". Sin duda, es que Richard Sarafian que era el director (recordado por aquella "El turbulento distrito 87") tenía muchos menos quilates que Spielberg. Lo asombroso es que Spielberg tuviera tantísimos con tan solo 22 años. Sé que valoras mucho "Loca evasión", a mí es una película que nunca terminó de convencerme aunque sigo reconociendo que, ya entonces, había pocos que rodaran como Steven. De hecho, si comparo "Loca evasión" con otra película de huidas y coches y que estuo muy de moda en aquellos años como es "La indecente Mary y Larry el loco" sale ganando la de Spielberg. Quizá sea el género que nunca acabó de entrarme por los huesecillos a no ser ésta misma y alguna otra. De todas formas, Steven es único y lo vamos a echar mucho de menos cuando no lo tengamos. Incluso esperando mediocridades gigantescas.
Abrazos al volante.