martes, 10 de abril de 2018

RÍO CONCHOS (1964), de Gordon Douglas

Si queréis escuchar lo que hablamos sobre "Seven" de David Fincher en el programa de "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla podéis hacerlo aquí.

No son héroes típicos los que tienen que hacerse pasar por vendedores de armas para descubrir a un loco general rebelde que aún no ha aceptado la rendición. Tanto es así que se está construyendo una casa de arquitectura colonial de Georgia en plena frontera mexicana. Un tipo que no posee ni un solo gramo de cordura y que desaparecerá entre llamas gritando el nombre de su segundo para dar una última orden que solo escuchará el viento. Mientras tanto, por ahí va un antiguo subordinado suyo que ya no cree en nada, que ya no tiene sueños y que le da lo mismo ir en contra o a favor. Dará su palabra y ese es el único rincón en el que aún le queda refugio y honestidad. Lo importante es morir pronto porque ya lo ha perdido todo y no volverá a tenerlo. Por otro lado, también está un mexicano de sonrisa peligrosa, un asesino que no dudará en ser amigo de la traición con tal de llevarse unos cuantos dólares, establecerse en algún lugar perdido rodeado de mujeres fáciles y procurar que el mundo le olvide. Un poco más cerca se halla un capitán del ejército que quiere reparar el error que dio origen a la caza y que tratará de que todos sus actos se guíen por la nobleza, siempre ayudado por un fiel sargento negro, de boca cerrada y músculos a punto, que acabará formando parte del río Conchos, como tantos y tantos otros héroes que merecieron mejor suerte.
Resulta difícil imaginar la cantidad de alcohol que debió de correr durante el rodaje de esta película con Stuart Whitman, Richard Boone, Tony Franciosa y Edmond O´Brien en los principales papeles. Sin embargo, en esos rostros castigados, hay un buen puñado de arte al incorporar a unos personajes que se resbalan con facilidad por lo ambiguo y lo engañoso. No es fácil ir en contra de antiguos compañeros y hacerse pasar por unos traficantes de armas que solo quieren destruir el campamento de ese maldito loco que, al igual que un Walter Kurtz del viejo Oeste, se ha construido una buena excusa al otro lado de la frontera. Costará alguna lágrima, y también habrá que echarle arrojo, pero de lo que no cabe duda es que Río Conchos es una buena película que no demasiada gente conoce.

Y es que en algunos momentos se llega a plantear hasta qué punto vale la vida de cualquiera cuando ya no hay demasiados motivos para seguir adelante. Quizá una muchacha india sabe algo de todo ello mientras el viaje se alarga y la espera muere. En el fondo da igual. La guerra se perdió. Los cariños desaparecieron. Solo queda el rastro de integridad que pueda quedar después de tanta desolación. E, incluso, a alguno ya no le queda nada de todo eso. Es tiempo de dar la cara y demostrar de qué lado se debe estar.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Buenas,
Otro western estupendo por ese buen cineasta tan "tapado".
Saludacos.

César Bardés dijo...

No solo un buen western. Sorprende por la violencia que destila en muchas de sus secuencias y por un reparto que no tiene estrellas pero sí actores sólidos y muy buenos. Una excelente película.
Saludos.