martes, 8 de enero de 2019

LA DILIGENCIA (1939), de John Ford


-. Eran apaches.
-. Si los ha visto…no eran apaches.
La diligencia atraviesa la llanura con su carga repleta de pasiones, huidas, valentías y misterios. Las rocas del Monument Valley parecen ser testigos del galopar intenso de los caballos perseguidos por los indios, en un interminable raíl de polvo y miedo. Quizá, en esos escenarios de inmensidad y de vacío, es donde los hombres dan su auténtica medida. Da igual si se es un jugador de ventaja que tiene que buscarse otro pueblo de incautos que no se fijen demasiado en sus trampas, o un doctor borrachín que ya abandonó el valor en algún lugar de una petaca, o un representante de bebidas temeroso de todo que trata de hacer su ruta por una tierra sedienta, o un defraudador que intenta huir antes de que se descubra su delito, o de una dama elegante a la que le falta muy poco para ser madre, o de una prostituta de saloon que tiene más redaños que todos los demás juntos. La diligencia tendrá que llegar a su destino, sea cual sea, con los mayorales armados y los caballos sudorosos, con los revólveres vacíos y las esperanzas llenas. Incluso por el camino tendrán que recoger a un forajido que, desde el momento en que se subió, entró en la leyenda.
Resulta difícil imaginar cuánto debió impactar el estreno de esta película en su tiempo. Por primera vez, el western se ocupaba de los personajes, de sus conflictos personales que parecían mínimos frente a la grandeza del paisaje y de los peligros que debían de correr. Todo para que la diligencia y ellos pudiesen llegar al destino que tenían asignado. En todos hay un lado más perverso, más egoísta y, también, un lado más noble que sólo sale a relucir cuando las ruedas se ponen al rojo vivo y los gritos de los indios resultan ensordecedores. La banda sonora de Richard Hageman, basada en melodías populares del Oeste, acompaña el cabalgar del transporte, como si fuera el vaivén continuo de una caja con ruedas. Y nosotros, cansados del camino, también nos tiramos al suelo junto a Ringo Kid, disparando contra los hermanos Plummer, ajustando cuentas con el pasado para que el futuro tenga algo de sentido. John Ford supo mezclar los elementos más típicos con las profundidades más psicológicas de una historia en la que los personajes eran la misma historia. Y, a partir de ahí, nada fue igual.

La diligencia a Lordsburg sigue, trepidante, intentando hallar su meta. El paisaje transcurre a velocidad de vértigo mientras muchos disparan y mueren. Tal vez, sea ése precisamente el precio que hay que pagar para llegar al final. La diligencia abrió un camino del que muchos nunca nos quisimos bajar. 

8 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Hay dos cuestiones con esta película cada vez que la vuelvo a ver. Y las dos vienen determinadas por el tiempo.

Por un lado siempre me ha parecido una película vieja, lo de Wayne tan jovencito marca mucho. Y es precisamente esa sensación de película tan de los inicios la que me hace maravillarme cada vez que la veo.

Técnicamente me sorprenden las cosas que fue capaz de rodar Ford en aquella época y con la tecnología de entonces, las persecuciones, Ringo saltado del pescante a los caballos, los interiores de la diligencia...Ahora puede parecer fácil pero en aquel momento la gente debió alucinar.

Lo mismo ocurre con los personajes y su tratamiento. Ahora nos parece natural (y lo echamos de menos cuando no se hace) que haya profundidad en los personajes, que nos cuenten (mejor o peor) quienes son, de donde vienen y hacia donde van y porqué...es lo mínimo que exigimos a un film actual, pero entonces...y en el western... era impensable. Y aquellos si que fue un antes y un después, es lo que realmente dio vida al género, lo que consiguió que nos interesará, que se utilizase como un marco en donde se desarrollaban dramas, tragedias o conflictos éticos o sociales o familiares o raciales o todos ellos a la vez. ya no era el género de la acción por la acción y el puro entretenimiento, ahora nos contaba cosas y desde luego se convirtió en infinitamente más interesante.

Abrazos sobre el pescante

César Bardés dijo...

Pues muy de acuerdo con lo que dices. Incluso en algunos rasgos técnicos de los que hablas se puede apreciar que Ford se agarra al cine mudo. Ahora mismo, recuerdo un plano fijo americano, sin diálogo, para enfocar la maldad del tipo que ha defraudado, muy descriptivo del cine mudo en su estatismo en su afán por subrayar el carácter de un personaje sólo con la imagen.
Ahora bien, las persecuciones, la técnica (esa técnica que se enseña en las escuelas de cine y en la que se evidencian los saltos de eje pero que a Ford le daban exactamente igual porque lo que le interesaba era mantener la tensión del instante), esa profundidad en los personajes (impagable la composición que hace Thomas Mitchell del doctor borrachín), la dignificación del personaje de la prostituta, algo tampoco nunca vista hasta entonces...cambió totalmente la forma de ver cine y sirvió de inspiración para muchos cineastas posteriores que no dejaron de maravillarse con lo que había hecho Ford.
Recientemente he leído una de esas frases categóricas con las que uno no está necesariamente de acuerdo, pero que hay reconocer que quedan muy bien: "Desde La diligencia hasta Grupo salvaje, treinta años después, el western no dejó de aportar obras maestras al cine".
Abrazos con el rifle al hombro.

dexterzgz dijo...

"Desde La diligencia hasta Grupo salvaje, treinta años después, el western no dejó de aportar obras maestras al cine".

Me pregunto si no estás necesariamente de acuerdo porque el western no aportó obras maestras al género o porque siguió aportándolas después.

En cualquier caso, y perdón por la tontería, el western, siendo uno de los géneros más genuinos del cine americano, es también de los más híbridos. Quiero decir que con el disfraz de western te pueden estar colando una de suspense o una comedia; un western puede ser también un melodrama como la copa de un pino.

"La diligencia" funciona como una película de aventuras pero también como un drama psicológico, casi una pieza de teatro filmado donde el vehículo que da título al film hace las veces de habitáculo y microcosmos cerrado.

Yo alucino siempre con la escena del ataque indio (los saltos de eje son muy locos pero así te haces a la idea de que los tíos te vienen de todos lados). Y la llegada de la caballería en el último momento cuando ya todo parece perdido. Y con el travelling de Wayne parando la diligencia.

Abrazos tocando la coneta

César Bardés dijo...

Evidentemente porque siguió aportándolas después. Otra cosa es que el gusto del público no se moviera precisamente en la dirección del western y dejara de ser un género multitudinario. Mi padre, no sin cierta razón, decía que no había actor bueno que no hubiera protagonizado alguna vez un western. Yo le respondía que qué tal Cary Grant y se le quedaba cara de póquer y me salía con que aquello era una excepción.
Es cierto que el western acepta múltiples variaciones y podemos englobar cualquier otro género dentro del mismo western. Desde el amor al negro pasando por las aventuras o el misterio.
Creo que "La diligencia" tiene planos que se han quedado en la memoria de todos. Asusta pensar que los Oscars de 1939 se dirimieron entre "Lo que el viento se llevó" y ésta y...¿sabes qué? Que no sé si en mi gusto particular prefiero "Lo que el viento se llevó".
Abrazos a galope.

dexterzgz dijo...

Bueno, yo creo que hay actores muy buenos a los que sencillamente no te los creías en un western. Se me ocurre Jack Lemmon así de pronto.

Bueno es que los Oscars del 39, menudos Oscars fueron. No sólo con esas dos, que también estaban "Ninotchka", "Caballero sin espada", "Tú y yo" o "El mago de Oz".

Vaya, igualito que "A star is born" (2018) o "Bohemian rhapsody".

Abrazos nostálgicos

César Bardés dijo...

Una cosa es que te los creas o no, y otra cosa es que lo hayan hecho alguna vez. Jack Lemmon hizo "Cowboy" que, sí, es cierto, no te lo creías demasiado, pero ya pisó el terreno. Sean Connery, por ejemplo, hizo "Shalako" y tampoco te lo creías demasiado. Incluso Humphrey Bogart hizo westerns antes de ser Humphrey Bogart.
Sí. Posiblemente estamos ante uno de los años más flojos de los Oscars de la última década. Pocos premios de este año pasarán a la posteridad (¿quién se acuerda ahora de "Moonlight"?) y son auténticas mediocridades aunque puede que funcionen como espectáculo (caso de Bohemian Rhapsody). Ya te avisé en septiembre que la cosa iba a estar muy, muy dura.
Abrazos desde la silla.

Alí Reyes dijo...

Este clásico del weaterm tuvo en su contra que le tocó competir, nada más y nada menos que con LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

César Bardés dijo...

Eso mismo comentábamos. Y yo lanzaba la pregunta porque no sabía si, de haber vivido aquel año, hubiera preferido que ganara la de Fleming o la de Ford. En cualquier caso, gracias por tu aclaración, Alí.