jueves, 17 de enero de 2019

EL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE (1982), de Peter Weir

Cuando a un reportero se le asigna una corresponsalía, aparentemente tranquila, en algún lugar del Sudeste Asiático, es posible que sus ojos estén llenos de ingenuidad ante el desafío. El país tiene grandes maravillas naturales, parece sumido en una tranquilidad algo engañosa, pero segura. Además va a conocer a otros corresponsales mucho más veteranos que, tal vez, puedan deslizar un par de lecciones sobre cómo introducirse en la fiesta de una embajada, o en un acto oficial, o pueden arreglar alguna entrevista personal con el mismísimo presidente. De momento, ya es muy simpático que le hayan asignado un fotógrafo que no le llega ni a la cintura y que, además, es nativo de Indonesia. Yakarta es una urbe de gran movimiento y no faltan cosas que hacer. Incluso en una de esas fiestas en las que la diplomacia dice siempre algo en voz baja, es posible que se halle una mujer deslumbrante, valiente y decidida que encandila la voluntad del periodista.
Sin embargo, la turba comienza a moverse. Parece que hay algunos focos de rebelión y el país se agita. La aparente estabilidad se tambalea y las noticias empiezan a surgir en cada rincón de Indonesia. Y sólo hay una razón para todo eso y es el hambre. Cuando el pueblo comienza a morir de inanición se desatan todas las furias, todos los rencores, toda la mala sangre que estaba callada. Tal vez, Yakarta ya comience a ser un lugar peligroso y no queda demasiado sitio para el amor. Tal vez, llegó la hora del pueblo, que necesita comer por encima de otras consideraciones de tipo patriótico. Ese fotógrafo de corta estatura mira de otra forma y encierra en su memoria las instantáneas de la desgracia, como si algo en su interior le gritase que tiene la obligación de hacer algo por la gente que muere en las calles. Mientras tanto, la política, el romance y el misticismo se entremezclan en el deambular de ese periodista que gana experiencia cada día, como si intentara buscar algo que no halla. Es lo que pasa cuando la masa se agita…hay muchas preguntas y, con toda probabilidad, muy pocas respuestas.
El año que vivimos peligrosamente es un ensayo social sobre los peligros de las injerencias extranjeras en países del Tercer Mundo, es un fascinante retrato de la labor periodística en un país que vive horas de zozobra, es una historia de amor y de compromiso entre dos personajes que saben mirar lo que les rodea, es una historia moral sobre las contradicciones que siempre atenazan a la población del Extremo Oriente y, de paso, es una estupenda película que evoca los modos, texturas y estilos de vida del Sudeste de Asia.

Peter Weir dirige con contundencia, sin miedo, a dos intérpretes que, por aquel entonces, eran casi unos desconocidos como Mel Gibson y Sigourney Weaver. Allí ya apuntaban todo el talento que poseían. Y, por supuesto, una mención especial merece el maravilloso trabajo de Linda Hunt, mujer embutida en la piel de un hombre, con esa impresionante encarnación del fotógrafo que termina por tomar conciencia de que la solución nunca está en cruzarse de brazos e informar. Hay que estar y vivir el centro de la noticia para que el mundo sepa, realmente, qué es lo que está pasando.

2 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Es una película estupenda, no cabe duda. Mel y Sigourney guapos y muy jóvenes, la tensión crece de la misma forma que crece esa pasión entre los dos.

Y también debiera ser un antídoto para esta nueva moda de que los casting deben estar dirigidos de forma que a un personaje transexual lo debe interpretar un transexual, a un personaje indio un actor indio y a Chewbacca un actor wookie. Aquí Linda Hunt cambiando de género es lo mejor de un film que tiene muchas cosas buenas. Pero claro Linda Hunt es muy grande con todo lo pequeña que es.

Abrazos con la camisa desabrochada

César Bardés dijo...

Pues estoy de acuerdo en todo. Es una película estupenda y, quizá junto a "Bajo el fuego", la que mejor retrata el trabajo de los corresponsales de guerra. Con gusto, pasión y con mimo y dedicación. En cuanto a lo de Linda Hunt, totalmente de acuerdo. Ella está enorme y eleva la película a unas alturas impensables con ese papel comprometido y difícil que debe llevar adelante y lo hace con sobresaliente.
Abrazos con la máquina de escribir.