miércoles, 23 de enero de 2019

VERANO DE CORRUPCIÓN (1998), de Bryan Singer

Nadie sabe hasta dónde puede llegar la corrupción del alma humana. En una localidad tranquila de los Estados Unidos, una de esas con casas bajas, con sus parterres primorosamente cuidados, con sus coches en las puertas de los garajes y con sus barbacoas de domingo, un chico tiene que estudiar porque no ha cumplido con sus obligaciones durante el curso. Y encuentra un tesoro cerca de su casa. Parece un anciano afable, con una mirada acogedora aunque solitaria. Tal vez sólo quiere pasar el resto de sus escasos días tranquilamente. Sin embargo, el viejo ha sido testigo de otros tiempos y el chico siente verdadera pasión por ellos. Puede que arroje algo de luz al asunto, puede que no, pero las horas se hacen eternas y no hay nada mejor que hacer.
Las sombras se intuyen detrás de las personas y no cabe duda de que el ruido de glorias pasadas son los únicos tesoros que se guardan en la memoria para poder hacer frente al día de hoy. Ese hombre es algo más que un anciano, ha vivido mucho más de lo que parece, incluso ha formado parte de ello. El chico comienza a fascinarse por él porque, al fin y al cabo, se ve arrastrado por sus recuerdos, porque fue parte de una maquinaria implacable que llevó a la locura a toda una nación. No hay razones claras y definitivas. Sólo hay débiles pistas que hacen incomprensible que todos enloquecieran bajo los gritos de un fanático que decía lo que deseaban oír. Y la vieja, viejísima historia del principio de autoridad comienza a tomar cuerpo en la mente joven. Tener poder sobre otra persona es algo adictivo, que hace sentir bien, que te coloca en una posición superior desde una perspectiva del mismo ejercicio. Más aún si no tienes poder sobre una persona, sino sobre miles, sobre cientos de miles, sobre millones. El anciano tuvo poder un día. Lo ejerció con crueldad. Y arrastrará de nuevo a la última de sus víctimas. El chico creerá que ejerciendo ese poder tiene el curso ganado, creerá que es superior al viejales que le ha enseñado cómo practicarlo, y pensará que su familia es débil. Detrás de los ojos del chaval, se habrá diseñado todo un imperio de terror en esa bucólica localidad feliz americana donde hay tantas miserias que sólo hay que aprovecharlas.

Basada en un relato de Stephen King, Verano de corrupción resulta apasionante en su desarrollo y a ello ayuda el hecho de que, en ella, se halle un actor de la categoría y presencia de Ian McKellen. La inquietud parece que toma cuerpo cuando ese anciano vuelve a vestirse con el uniforme de las SS y ensaya su fanatismo frente al chico, que le observa fascinado, alienado, entregado. Por una vez, ese alumno demostrará que es de los mejores. No es de extrañar. Tuvo un gran maestro.

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Esta película viene a demostrar eso que tantas veces dices de que las mejores adaptaciones cinematográficas de Stephen King son las que no son propiamente de terror. La tengo algo olvidada pero desde luego lo que queda en mi memoria es la sobresaliente presencia de McKellen, un actor sobre el que me parece no se ha hecho la suficiente justicia.

Y hablando de Bryan Singer, me viene que ni al pelo para comentar algo de las nominaciones oscariles. Que ya hubiese sido la pera que hubiesen nominado a Brian al mejor director por una película que ni siquiera ha dirigido en su totalidad, y que francamente no sé qué pinta entre las finalistas al mejor film del año. Tampoco sé qué hace ahí la nueva de "Ha nacido una estrella" que solo merece que a Bradley lo corran a gorrazos. Y claro, luego está lo de Black Panther que a mí me parece directamente una p... broma. De las ocho finalistas, solo "Roma", "La favorita" - que aún no he visto- y "Green Boock"- que tampoco- me parecen de un nivel serio y aceptable. Y de esta última tampoco me fío, que se me antoja la opción más políticamente correcta que hace unos años hubiera arrasado (el argumento recuerda a "Mis Daisy" pero con los roles y los sexos cambiados). Tampoco me importaría mucho ver a Viggo con un muñequito en la mano, pero me parece que la cosas está entre Bale y Maleck.

Abrazos romanos

César Bardés dijo...

Lo de la justicia de McKellen es relativo. Es cierto que, quizá, no tiene el reconocimiento de otras luminarias británicas dentro del cine, pero no es así en teatro. Parece ser que en la Gran Bretaña es una auténtica leyenda al nivel de Olivier, Laughton o Irons, que también goza de un cartel en teatro que no conoce en cine.
En cuanto a lo de las nominaciones...yo creo que de alguna manera veníamos todos avisándolo desde hace años. La degeneración a la que se someten las nominaciones no hacen más que bajar el nivel y ya la cosa comienza a ser muy, muy descarada. Estoy totalmente de acuerdo en que "Bohemian Rhapsody" no es como para estar nominada entre las mejores películas del año, así como tampoco lo puede ser "Ha nacido una estrella", que, por momentos, llega a ser vergonzosa. Lo de "Roma" es la "salida de calidad" porque no han tenido más remedio. Lo de "La favorita"...bueno, mucho habría que hablar sobre esa película y sobre la provocación de Lanthimos. Veremos lo de "Green Book" (me han llegado referencias excelentes), pero creo que se conformará con algún premio menor si es que llega a agarrar alguno. Por supuesto que el tema del mejor actor es para Rami Malek, eso yo creo que anda muy claro, igual que parece muy claro el de mejor actriz. La risa nos va a entrar con los secundarios.
Abrazos jugando al baloncesto.