viernes, 3 de julio de 2009

ERROL FLYNN: SALTANDO EN LEOTARDOS
























¿Quién no ha soñado alguna vez con ser Errol Flynn? ¿Quién es el que no ha fantaseado con ser un héroe de agilidad sorprendente, un as con la espada, listo como el zorro, brincando entre rivales sedientos de sangre, para llegar en el último de los últimos instantes a rescatar a la chica y, mientras la llevas en brazos, que ella te plante un beso de agradecimiento en los labios? Pues quizá quien no soñó nunca con todo esto fue...Errol Flynn.
Actor de limitados recursos expresivos aunque ideal para ser el sucesor de Douglas Fairbanks y enfundarse sus leotardos, hombre polémico rodeado de leyenda y escándalos entre los que podríamos citar acusaciones de abuso de menores, tocar al piano You are my sunshine con el miembro viril sólo para impresionar a Marilyn Monroe, tomar droga por todos los medios posibles y ser sospechoso de colaborar y espiar a favor del régimen nazi, Errol Flynn nunca llegó al reconocimiento generalizado por la profesión y él mismo creyó en la verdad de su propia aureola para acabar siendo devorado por ella.
Su mejor interpretación, sin duda, fue en Gentleman Jim, de Raoul Walsh,(una de las mejores muestras del mundo boxístico de toda la historia del cine junto a Toro salvaje, de Martín Scorsese) donde se le ven, no sólo hechuras de excelente boxeador, sino también rasgos de buen actor en este biopic del afamado púgil James Corbett, gran esperanza blanca de los años veinte y uno de esos raros caballeros que se dan, muy de vez en cuando, en el deporte. Pero su filmografía está llena de excelentes títulos del cine de aventuras y, yo aún diría más, del mejor cine de aventuras. Prácticamente todas sus colaboraciones con directores de la talla de Michael Curtiz o Raoul Walsh son auténticas joyas del cine de acción.
Con Curtiz, por ejemplo, ahí tenemos la que es, posiblemente, la mejor película de piratas nunca realizada: El Capitán Blood, ese médico reciclado en corsario que estoquea lo que se le ponga por delante y que marca el inicio de su comercial unión con Olivia de Havilland (que tampoco pudo resistirse a sus encantos); o esa magnífica versión de la heroica La carga de la brigada ligera, caballos contra cañones en una película que supera con creces las sucesivas revisiones que se han hecho de ella como La última carga, con David Hemmings de protagonista; o la maravillosa Robin de los bosques, que Curtiz co-dirigió con William Keighley, gozada de color con un Flynn en leotardos más ajustados de lo normal en una película que, por muchos años que pasen nunca envejecerá, siempre serán dos horas de aventuras y diversión, se tenga la edad que se quiera y es un espectáculo de acción trepidante que ya quisieran para sí muchos de los directores actuales.
Con Walsh rodó películas verdaderamente memorables como Murieron con las botas puestas, a la que sólo cabe reprochar la mitificación de un héroe tan dudoso como el General George Custer pero que como film de aventuras es puro gozo; la desconocida película bélica Jornada desesperada en la que se demuestra que, a pesar de los pocos rudimentarios medios con los que cuentan, se puede hacer una extraordinaria película de acción sin respiro; y una de las mejores muestras del cine de guerra que se han hecho nunca como Objetivo: Birmania, apasionante odisea de un grupo de hombres aislados en medio de la jungla que se convierte en un cuento épico de supervivencia.
Allá por 1945 comenzaron a notarse físicamente los excesos vitales que llevaba el actor y, a partir de aquí, su carrera fue toda una cuesta abajo. Después de despropósitos y patéticos intentos de reverdecer viejos laureles su única película con alguna calidad es Kim de la India, de Victor Saville
Por último, en 1959, aparece como el cazador un tanto nihilista de Las raíces del cielo, de John Huston contando tan sólo con 49 años de edad y con el rostro totalmente marcado, falto de vigor y con un cierto hastío por la vida y la actuación.
En su fabuloso yate, el Zaca, donde Welles rodó La dama de Shanghai, Flynn soñó con las chicas y chicos que nunca pudo conseguir, en lo que jamás había hecho y no cayó en la cuenta de que los sueños, para él, ya eran realidad. Aún así, Errol Flynn protagonizó los más fantásticos e impensables duelos a espada de todos los que hayamos podido ver y, cada día, para evadirme del gris oscuro de mi existencia, me imagino durante unos segundos con sonrisa de bribón, la espada en una mano y una chica hermosa y enamorada en la otra. Tal vez, de todos los héroes del cine, Errol Flynn fue el que más nos enseñó a soñar.

Quisiera dedicar este homenaje en los cien años de Errol Flynn a uno de los mejores actores secundarios de la historia del cine que se nos ha ido con 97 años a cuestas: Karl Malden. Trabajó con Otto Preminger, Elia Kazan, Alfred Hitchcock, Delmer Daves, John Frankenheimer, John Ford, Franklin Schaffner, Blake Edwards y Martin Ritt. Hizo más teatro que cine y se ganó fama de ser un hombre bueno. Ayer, el cine perdió a uno de sus cimientos, de sus rostros más especiales y a uno de sus mejores actores.

8 comentarios:

M.I. dijo...

No veo la fe de erratas en el periódico del viernes. Vamos, que me atrevo a decir que no está.

César Bardés dijo...

Me voy a...en alguien. La leche. ¿Qué hay que hacer para ser competente en este mundo? Gracias por la información.

M.I. dijo...

De nada.
Chivar es mi afición favorita.

César Bardés dijo...

Sigue chivándote, sigue...sigue, sigue, no pares, sigue, sigue...

M.I. dijo...

Por cierto, a mí este artículo me da "cosilla". Lo leo y me entran unas ganas irrefrenables de ponerme una película clásica... y no puedo.

No tendrás queja, que ahora resulta que escribes tú todas las páginas de la tele, jajajaja.
En el periódico del lunes, hay un artículo sobre un programa que se llama página de actualidad, explican de qué va, quiénes son los invitados de la noche, y firma como redactor: Tú.
No tengo aún el periódico del sábado, ahora me lo traen, pero no me extrañaría que no aparecieras como redactor.
¿Los motivos?
Tienen hechas las plantillas de las páginas, y no caen en poner o en quitar tu nombre.
Si es lo que yo te digo, que no es mala voluntad, que es que no dan más de sí.

César Bardés dijo...

No, si al final voy a aparecer yo como el redactor de todos los artículos del periódico, así pecan por exceso pero no por defecto. No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo. Sigue vigilando, por favor, y dime qué c... han hecho con el artículo del sábado.

M.I. dijo...

El artículo del sábado está bien.

César Bardés dijo...

Menos mal. Gracias de nuevo.