martes, 14 de octubre de 2014

EL SIGNO DEL ZORRO (1940), de Rouben Mamoulian

Si queréis pasar un rato de pánico saludable, el debate que sostuvimos sobre "La noche de los muertos vivientes" está aquí. Asegurad las puertas y las ventanas. Los mordiscos están ahí fuera.

Una espada clavada en el techo, como esperando la mano más digna para blandir su empuñadura. Una llamada de socorro y entonces la renuncia aparece con tanta facilidad que lo correcto no es más que un desvío del propio destino. La injusticia tiene que ser detenida y, para ello, un hombre tiene que esconderse tras una máscara y luchar por su padre, por su familia, por sus hermanos, por un pueblo que se muere de hambre con la opresión de los tiranos. La zeta se multiplica n veces. Y entonces la espada, ese animal alado que, grácil y rápido, baila con el aire con aire como compañero, no se detiene ante nada. Solo parará cuando todo encaje, cuando el pueblo tenga algo para comer y el destino vuelva a un cauce que solo se desvió cuando un caballero quiso ser soldado.
Por supuesto el precio será el de pasar por un petimetre de tres al cuarto, un estúpido integral que se horroriza ante toda la miseria que le rodea, disfraz perfecto para que los guardias pasen de largo ante la encarnación del héroe. Incluso el simple gesto de secarse el sudor alrededor de la boca con un pañuelo resulta cursi, trasnochado y señal inequívoca del bobo con ganas que intenta presentarse como un caballero. La honestidad, vieja lección, no se presume, se demuestra y don Diego no sabe comportarse como un caballero, solo lo parece.
Todo resulta mucho más fácil cuando una mujer está ahí, esperando ese beso que no se olvida mientras el luchador nato se esconde detrás de un hábito, o en un rincón oscuro desde el que puede observar todo y sacar sus propias conclusiones. La primera cualidad de cualquier héroe no es la capacidad de la acción, sino la capacidad de observación. Y ese enmascarado negro parece que está en todas partes porque su mirada recorre la injusticia, el dolor y el sufrimiento de los más pobres porque su corazón, bajo la capa que ondea al viento con pliegues de épica, está con ellos a pesar de no pertenecer a la casta de los más desfavorecidos.

Personaje revisado mil veces después de que Douglas Fairbanks lo interpretara en 1920 en La marca del Zorro, de Fred Niblo, quizá la mejor interpretación del personaje la hiciera Tyrone Power en la película que le convirtió en una estrella capaz de competir con Errol Flynn allá por los cuarenta. A ello, contribuyó en gran medida la maravillosa dirección de Rouben Mamoulian, que supo dar al mítico personaje un vigor casi juvenil que lo hacía aún más cercano tanto debajo de la máscara como en su grotesca encarnación de don Diego de Vega, fino caballero de maneras irritantes que embutía su figura en pantalones que harían sonrojar al más desinhibido de los espadachines. Power consiguió que el héroe fuera las dos caras de una personalidad apasionante aunque no volvió a interpretarlo nunca y a los demás, simples sufridores de injusticias prolongadas, no nos quedó más remedio que esperar a que el Zorro, el hombre de la espada de relámpago, volviese con su verdadero rostro para arreglar todo esto de una vez con esa marca que delataba que la verdad y la justicia no había muerto para siempre.

6 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Ay madre, ya no quedan espadachines así, aquellos que hicieron que la esgrima nos pareciera el deporte más interesante del mundo, aunque luego ya vimos a los tipos vestidos de blanco con mascaras de redecilla y con un cable enganchado a la espalda y perdía mucho romanticismo.

El zorro Power, Robin Flynn, los Tres Mosqueteros, incluso el Taylor Ivanhoe, el halcón Lancaster y su flecha, Scaramouche Granger...esa gracia y elegancia, la esgrima no es más que una coreografia perfectamente letal. De aquellos preciosos duelos apenas podemos recordar ahora a Carradine y Keitel en la peli de Scott, o al maravilloso Iñigo Montoya buscando al asesino de su padre (vale Cary Elwess le ganaba, pero no en nuestros corazones).

Sin embargo, en los tiempos actuales la esgrima se ha convertido en una combinación de fuerza bruta y destreza y las afiladas espadas de los justicieros elegantes, se han convertido en pesados espadones que portan mazas desaliñados, Aragorn, Conan, los de "Juego de tronos", el Lambert inmortal (sólo el caballero español Connery mantenía aun las buenas costumbres), los 300 Leonidas, Maximo Comodo Meridio, Aquiles Pitt,...
Por no hablar de la espadachina o katanachina Beatrix Kiddo poniendo a tono a 88 maniacos o los que haga falta, o esos sables de luz que tanto nos atraen.

Al final, la elegancia, la agilidad, la impecable técnica se imponen y aquellos caballerosos caballeros nos hicieron disfrutar tanto que aun cuando cogemos un paraguas de los de antes, largo y con punta y no es dificil impedir alzarlo y decir a nuestro figurado oponente: "¡¡En guardia!!".

Abrazos viejunos.

César Bardés dijo...

Qué bonito y qué razón tienes en todo lo que dices, Carpet. Cuando hay que reconocer las cosas, hay que reconocerlas y tu comentario supera con creces mi artículo. Es todo un privilegio.
Sí, hemos pasado del esgrimista que dibujaba mariposas en el aire con la punta de su espada al guerrero que corta ese aire con pesados instrumentos de filo y hierro evolucionando más hacia la figura del samurai que hacia el fino caballero que sacaba la espada por un quítame allá esos granos de arena pero que siempre estaba dispuesto a batirse por una razón más o menos romántica.
Quizá sea un signo de los tiempos. Ya no interesan esos arquetipos que cogían el honor y lo cosían al emblema de su jubón para pasearlo con orgullo y quizá ahora ya solo es la fuerza por la fuerza, la demostración antes que cualquier otra consideración humana. Es más fácil ser chulo que ser caballero, eso nadie lo pone en duda y, sin embargo, no se han cansado de mostrarnos a tipos que hacían alarde de sus habilidades con una crueldad pareja a los villanos a los que se enfrentaban. Al final siempre se da la victoria al espectador pero, de alguna manera, el sabor es diferente ¿verdad? Ya no es esa sensación límpida y verdadera, ahora es esa especie de aura falsamente heroica, un poco sucia, un poco agotadora también. Ya ni siquiera está el célebre aviso de "En guardia" ahora si al tipo se le ensarta por detrás...peor para él porque eso demuestra que el más listo es ése al que después vamos a idolatrar.
Abrazos caballerescos.

CARPET_WALLY dijo...

Pues si, amigo, mucho mejor lo describes tu aun.
La verdad es que el signo de los tiempos es vulgarmente real. Efectivamente ahora es la ley del más listo, el más astuto, el más cruel. No sólo en la pantalla, en realidad.
El honor no es una virtud, sino más bien una lacra, porque además ahora lo que se entiende por honor las mas de las veces no es más que un orgullo malsano y un egoismo acomplejado.

El honor de aquellos caballeros les impedía abusar del debil, aprovechar un tropezón del rival, soltar una estocada al desarmado. Ahora al contrario, con arma o sin ella, en la vida real se trata justamente de eso de aprovechar todas las debilidades del otro y ganar gracias a todas las injustas ventajas que podamos almacenar. El debil debe ser apaleado por serlo, precisamente. Cuantos más mejor para acabar con el uno, pero no porque sea un triunfo de lo colectivo frente a lo individual sino porque el grupo protege de los golpes cobardes y miserables que asestamos.
¿Es una evolución o una involución?
¿Son heroes los que respetan las reglas o meros tontos absurdos condenados a la burla?

En la serie de "Juego de tronos", el maestro de esgrima de una de las protagonistas le enseña no sólo el manejo de la espada sino las normas del combate, cuando se produce una revuelta, el maestro le dice a la niña que huya mientras se apresta a proteger la huida de la muchacha, dos brutos derriban la puerta, el hombre se coloca en guardia y recibe un espadazo que le corta la cabeza...

No es que las películas ahora sean más brutales, es que son más cercanas a la realidad y terriblemente metafóricas del tiempo en que vivimos.

Abrazos con saludo previo.

César Bardés dijo...

No solo eso, amigo Carpet. El honor, hoy en día, es un concepto ridículo que, además, cada vez está siendo más difícil de percibir. No porque los que puedan ejercitarlo han dejado de hacerlo, no, sino porque los que observan o, incluso, se benefician de él ni siquiera reparan que eso se hace por honor. Terribles tiempos si no somos capaces de distinguir eso.
¿Cuántas veces vimos en aquellas películas al villano vencido y al héroe que se niega a rematarlo y le alcanza de nuevo la espada para continuar el combate? Ahora no es así. El villano está vencido y el héroe (o el pretendido héroe) lo remata con saña y así el público enseña el colmillo pensando para sus adentros "ahí, ahí, que le duela, que eso es lo que ha hecho él con muchos otros, que se joda". Y además, luego se sale del cine o se comen las patatas fritas en casa diciendo: "Jo, el héroe, no se para en chiquitas ¿eh? Cómo ha puesto al malo" y se dice con un tono de admiración. Y a mí me hace sentir sucio, indigno, despreciable, a pesar de la victoria porque, tengo que reconocerlo, yo también he disfrutado matando al malo de la manera más cruel posible.
Eso es lo que a mí me gustaría demandar. El cambio de mentalidad de la gente. El cine, en efecto y como cualquier arte, debe ser un reflejo de la realidad y esto no es más que una espantosa metáfora del tiempo en el que vivimos.
Abrazos con la guardia abierta.

CARPET_WALLY dijo...

Efectivamente es así y no es cosa que nos guste, claramente. En fin, por volver al cine, al hilo de tu post me he puesto a buscar ahora pelis de espadachines en el google. Uno de los resultados me ha llamado la atención : Los mejores duelos de espadachines en el cine. Mi gozo en un pozo. Varios de Star Wars: Yoda vs Conde Dooku, Obiwan y Qui Gon Ginn contra Darth Maul, Anakin vs Obiwan...
Varios de ESDLA: Aragorn vs Lurth (algunos se saben los nombres de los orcos); Eowyn contra el Señor Oscuro,...
Uma con el mono amarillo contra el mundo en Kill Bill y también ella contra O Ren IShi.
Un par de ellos de Jack Soparrow contra Barbosa y contra Will.
Uno de Blade...
El de "La princesa prometida".

La cosa es que me he puesto a pensar que realmente hay una generación de "cinefilos" que no han visto mucho más atrás de 1980 y claro así están encumbrando a quien encumbran. Yo eso no lo entiendo. "Mi cine" era el de los 70 y los coletazos del 60, pero en cuanto me empezó a interesar algo más que como simple espectador, me revisaba cualquier cosa (entonces y al principio solo gracias a la tele y sus ciclos de clásicos), luego ya llegaría el video o los cineforum. Si fuera por mi edas, Hitch se hubiese quedado en "Fanmily Plot, la trama" y nunca hubiese sido un grande para mi. Ni Ford, ni casi Huston, ni Hawks, ni Wilder, ni...

Yo entiendo que el lenguaje del cine actual es muy distinto y eso cuesta un esfuerzo a los más jovenes, pero si te gusta esto del cine...es como estudiar literatura y sólo leer a Ken Follet o a...Oño, claro, ahora entiendo esos reverenciales halagos a Paul Auster o Murakami....estos no se han leído nada que se publicase antes de la Guerra Mundial (cualquiera de ellas).

Triste olvido que no hace sino buscar nuevos genios donde quizá no los hay. Como leí ahace poco. Antes se encumbró a Lynch, luego fue sustituido por Burton, Algunos alucinaron con Shyalaman, pero luego le sustituyeron con Nolan o Fincher....y ahí...me espero hasta el jueves.


Abrazos con las espadas en alto.

César Bardés dijo...

Bueno, pues estoy tan de acuerdo contigo que hasta coincido en lo que dices en el primer párrafo. Mi generación de cine también fue sobre todo, los 70 y, sin embargo, no me quedé ahí. Bien es verdad que tuve los dos puntos de vista. Por un lado, mi padre, que fue el que me recomendaba ver las películas que, a su criterio, eran buenas y echaban en la tele (recordemos, por otro lado, que el acceso a las películas era mucho más difícil en nuestra época) y, por otro, tenía a mi hermano que era el que iba al cine a ver todas las películas que yo no podía ir a ver y me tenía al tanto de los títulos que merecían la pena en plenos 70. Sin ir más lejos, la recientemente comentada "Alguien voló sobre el nido del cuco". Mi hermano es cinco años mayor que yo y podía entrar en los cines con mayor facilidad (recordemos también que entonces la película venía calificada para "mayores de 14", "Mayores de 18" y él, naturalmente, pudo entrar en esas salas mucho antes que yo, que me limitaba a poder ver en el cine lo que me dejaban ver). El caso es que eso también espoleó mi imaginación y me quedaba con muchísimas ganas de ver películas como "Chinatown" o la mencionada del "Cuco" o, incluso, "Tiburón". Películas que vi más tarde, que me hicieron soltar hormonas a mogollón y que me formaron cinematográficamente. Pero no, no me quedé ahí, como tu bien dices. Esta generación se queda estancada veinte años antes y eso solo les da una visión parcial del asunto. Y así ponen las opiniones que ponen y cómo las ponen (con una especie de autoridad de la que, lo siento, me río cada dos por tres).
En todo caso, muy acertado, Carpet. Mucho.
Abrazos sin perder ni uno.