Allí
donde las cumbres desafían al cielo y la Tierra parece que abre sus gargantas
escarpadas para tragarse cualquier vida, donde el sol castiga sin calentar y el
frío entra por los pulmones para helar todo a su paso, donde el aire es tan
débil que el oxígeno parece en permanente huida, es donde se halla la verdad
del esfuerzo humano que afronta un reto que no lleva a ninguna parte.
Todos los que intentan coronar
la cima más alta del planeta tienen distintos motivos para hacerlo pero no deja
de ser sangrante que ese reto casi sobrehumano esté sometido a la explotación
turística del deporte-aventura cuando, en realidad, es un lugar hostil para
cualquiera que se acerque. Hay competidores, hay vanidades, hay descuidos que
ensucian la belleza del desafío, hay miedos que esperan ser vencidos cuando es
el sitio menos adecuado para ello. Y cuando las circunstancias se apropian de
los destinos es cuando todo tiene una caída de más de ocho mil metros.
Quizá allí, en lo más alto, es
cuando uno se siente más cerca de lo que ama. La nieve ciega los ojos y el frío
adormece los huesos hasta llegar a la congelación y, sin embargo, hay algo que
hace que el viaje sea un aprendizaje, una cuesta arriba salpicada de pisadas
anteriores a las que hay que igualar como sea. Y el cuerpo, no obstante, va
diciendo que ese no es su sitio, que, poco a poco, la sangre se ralentiza, el
corazón queda atrapado y los pulmones parece que no se llenan nunca. Es
entonces cuando el drama se hace tan real como un viento del infierno helado y
la vida depende solo de la circunstancia de ese mismo instante.
El director Baltasar Kormákur
consigue una película irregular, fuerte en los planteamientos, algo descuidada
en las aventuras. Tal vez porque es muy consciente de que lo que nos está
contando no es una odisea, ni un hecho heroico sino un drama humano que roza la
inconsciencia. Trafica con el sentimentalismo que, en esta ocasión, resulta
irresponsable. Critica con razón la explotación de uno de los rincones más
hermosos del mundo. Sabe estremecer con las tomas espectaculares de las paredes
verticales y de las laderas blancas del gigante de piedra. Agobia con cierta
soltura cuando los problemas arrecian y la salvación pende de una cuerda. El
reparto está razonablemente correcto sin grandes interpretaciones por parte de
ninguno de los ilustres nombres que lo componen salvo, quizá, Emily Watson que
aglutina la angustia del momento. Y, en conjunto, hay un cierto aire de que el
intento es fallido y de que no ha conseguido coronar la cima.
Respirar es la hazaña, mover un
pie detrás de otro cuando toda la Naturaleza ha trabajado por la congelación es
lo increíble, conservar la honestidad es todo un logro. Los precipicios parece
que se hacen más grandes según cae la noche y es posible que sea la última cima
para algunos. El Everest es implacable en sus veredictos, como lo es cualquier
cumbre que esté por encima de los ocho mil metros. Es como si el Edén todavía
existiera en la Tierra y hubiera unos cuántos árboles que es mejor no tocar. Al
fin y al cabo, estar tan cerca del cielo no puede ser gratis.
2 comentarios:
Pues no fui a verla, al final me pudo la pereza y que tampoco me parecía que me fuese a encontrar con un películón. Todo lo más alguna escena espectacular, algún buen momento de tensión y angustia y quizá alguna interpretación con cierto sentido. A lo que leo tampoco iba muy desencaminado, lo menos que se podía pedir es que no fuera aburrida, que es lo peor que le puede pasar a una cinta de este tipo. Fijate que yo te veía cervecero y que hoy se comentaría "El caso Heineken", pero no, te ha dado por el cine de altura. si te hubieses sentido muy español tal vez la elección hubiese debido ser "B", pero tampoco hay por que automutilarse.
Veremos lo próximo que fijo que ahí nos encontramos todos, irracionales primero y regresivos después.
Abrazos nevados.
La verdad es que "El caso Heineken" estuvo a punto de caer pero a mí sí que me pudo la pereza y no había ningún cine a mi alrededor que la programase teniendo que acudir a algún punto del extrarradio o al centro, así que me decidí por "Everest" atraído más que nada por el buen hacer que ha demostrado Kormákur en una película, en principio, tan inocua como "Two guns" (en "El caso Heineken" me pasaba lo mismo con Daniel Alfredson después de su exhibición en "El topo") y por el reparto que era bastante de campanillas. Ya digo que la película es correcta, tiene cosas un poquito incomprensibles que seguramente se han quedado en la sala de montaje y todo se queda en una sensación de que no llega a lo mínimo exigible a pesar de que todo va razonablemente bien durante toda la proyección, especialmente en la primera mitad, en la que no es escalada.
Lo de "B." no me llamaba ni un poquito. Dos personajes hablando todo el rato en el despacho de un juez...o lo que dicen es apasionante o los que están son buenísimos y me temo que ni lo uno ni lo otro.
Nos vemos en un mundo irracional y regresivo.
Abrazos congelados.
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