martes, 18 de septiembre de 2018

LAS AMISTADES PELIGROSAS (1988), de Stephen Frears

Todo hombre tiene un límite en su perversión. No cabe duda de que, entre tanta hipocresía y ocio inútil, siempre halaga el prestigio del Casanova, del hombre sin escrúpulos que es capaz de conquistar a cualquier dama, bella o no tanto, que se ponga en la punta de la espada. La lujuria es de dominio público y las fechorías del Vizconde de Valmont llegan a todos los rincones del París más aristocrático. Y, no obstante, sus reprochables correrías tienen una ventaja añadida. Siempre hay un daño colateral que a alguien conviene. Ya sea por envidia, o por venganza, un motivo bastante corriente en los días previos a la Revolución, o por interés económico, o por simple y llano interés social. Su lascivia es tan agresiva y, al mismo tiempo, tan elegante, que es casi imposible resistirse. Su labia llena los goznes de la resistencia femenina hasta reblandecerlos como suave lino. Sus ademanes son siempre precisos, irritantemente estudiados, estúpidamente apropiados, como corresponde a una época en la que la falsedad es mucho más interesante que la bondad.
Sin embargo, Valmont tiene un límite. Quizá se llame amor, o, tal vez, remordimiento. Para él, en una parábola llena de inteligencia, es más importante mantener su prestigio de crápula y agarrar con dos manos la fruta prohibida que ceder a los instintos del corazón. Y eso crea un conflicto en su interior. Sabe que es culpable de la muerte de seres inocentes que han entregado lo mejor de sí mismos para que él consumara sus perversos propósitos. Un crespón negro de tallo rojo dejará testimonio de su osadía, de su ínfima calidad como hombre, de su afrenta hacia una honestidad que ya nunca podrá obtener.
Eso no es todo. Detrás de toda trama, siempre hay alguien que maneja los hilos desde la sombra. Y esa es la Marquesa de Merteuil. Posee una sonrisa encantadora, unos ojos que hablan y una mirada que oscila entre el desprecio y la lascivia, cebo irrenunciable para cualquier hombre. Manipula a Valmont a su antojo, apelando a su deseo, para jugar con el destino de los demás. De alguna manera, odia a la clase a la que pertenece y mueve sus piezas con tanta destreza que acabará sola en el tablero. Sabe que el sexo es la mejor arma y, sin emplearlo ella misma, hace que todos los demás giren alrededor de esa rueda de depravación e ignominia. La Marquesa se ofrece al mismo Valmont para, luego, consumar también una venganza contra él. La Marquesa hace de Valmont su jugador más experto para que Madame de Tourvel caiga en las lágrimas de la muerte. La Marquesa maneja a Valmont para que la joven Cecile de Volanges ofrezca su virtud mancillada a un antiguo amante que la cree intocada. La Marquesa aprovecha cualquier circunstancia para hacer suyo lo que es de los demás. Finalmente, la Marquesa, delante del espejo, se dará cuenta del miserable corazón que posee, del abucheo continuo que será su vida, de la terrible verdad que asoma a su rostro de piedra cuando el maquillaje desaparece.
Stephen Frears dirigió con verdadera maestría esta película, dedicando un cuidadoso mimo tanto a los decorados, como al vestuario, como a la puesta en escena, como a la fantástica interpretación de un reparto que incluía a John Malkovich, Glenn Close, Michelle Pfeiffer, Keanu Reeves, Uma Thurman, Mildred Natwick y Swoosie Kurtz, dando vida a un buen puñado de apariencias que renunciarán a dejar huella para que solo quede el resentimiento y la podredumbre a su paso.


4 comentarios:

dexterzgz dijo...

Recuerdo perfectamente la primera vez que vi esta película (un domingo por la noche en el cine Palafox de mi ciudad). Me quedé boquiabierto y anonadado. Desde la primera escena en la que Merteuil se dispone a recibir en su casa a Valmont, hasta que la propia Merteuil se va desmaquillando - y quitando la careta- en un primer plano sostenido de la Close que se va apagando poco a poco. Me enamoré de la Close, de la Pfeiffer, de Malkovich, de todo. Todo en esta película es sublime. Uno de los grandes tratados cinematográficos sobre la seducción. Hace poco vi el DVD en oferta y no me pude resistir.

Curioso el caso de este Sthepen Frears que venía del cine más underground (me gustan las tres anteriores, aunque hace poco también vi un pase de "The hit" que rodó en España y uff) y se estrenó en Hollywood por la puerta grande. Probablemente, no hizo nada mejor después, aunque "Los timadores" me parece excelente. Entrañables "Café irlandés" o "La camioneta", aunque tiene cosas bastante lamentables. De las últimas me quedo con dos grandes retratos de mujer "Filomena" y "Florence Foster Jenkins" con unas Judi y Meryl imperiales.

Abrazos sin poder evitarlo

César Bardés dijo...

Yo también recuerdo perfectamente la primera vez que la ví. Fue en el cine Cid Campeador de Madrid y yo había ido a por las entradas por la mañana. Íbamos un grupo de amigos y salimos todos como en una nube. Uno de ellos, amante como yo de Stanley Kubrick, me dijo: "Ya tenemos sucesor para Stanley ¿no? ¿Quién es éste Stephen Frears?". Se lo expliqué y se quedó con el nombre. Yo creo, sinceramente, que aunque Frears intentó la aventura americana, sencillamente, no le interesaba hacer ese tipo de cine. Él es más de historias pequeñas, de dimensión reducida. Creo, además, que ha arrastrado la lápida de ser el director de "Las amistades peligrosas" con mucho fastidio porque se le ha exigido siempre que repitiera aquella hazaña y, aunque tiene películas buenas, caso de "Los timadores", muy del gusto de Hollywood, no cabe duda de que él prefiere su cine británico, de relaciones, con una historia colgadita con alfileres y muy a su aire. Recordemos que una película muy británica pero rodada en Hollywood es la notable "Alta fidelidad", verdadero sancta sanctórum para un buen montón de frikis.
Coincido en tus valoraciones salvo "The hit". Me parece que es una película que arranca muy bien y, sin embargo, se va perdiendo dentro de una realización que acaba por ser bastante cutre, por mucho John Hurt que esté dentro.
Abrazos desde el palco.

Cocomesas dijo...

Y qué te pareció Valmont?

César Bardés dijo...

Me imagino que te refieres a la película de Milos Forman y no a la interpretación de John Malkovich (que, por cierto, me pareció muy buena, pero, en este caso lo es si la ves en versión doblada porque Frears ordenó a Malkovich la utilización del inglés neutro y el actor pasó olímpicamente e hizo un inglés neoyorquino que no pegaba ni con cola. De ahí la no nominación al Oscar para él).
La de Milos Forman es más oscura, menos inspirada en cuanto a reparto. Colin Firth es un excelente actor pero no tiene ese aire lascivo que en manos de Malkovich es uno de sus principales activos. Annette Bening está realmente bien (le da un aire mucho más erótico al papel de la Marquesa de Merteuil) y Meg Tilly es bastante cortita en comparación con la Pfeiffer. Hagamos un ajercicio de objetividad.
Si no existiera "Las amistades peligrosas", "Valmont" sería una película que destacaría por sí sola, pero palidece en la comparación de forma demasiado evidente. El vestuario es menos dorado, menos espectacular (lo cual, en la película de Frears, da una enorme fuerza a ese final tan terrible). Curiosamente, siendo Forman un director mucho más dotado que Frears, es mucho menos estético en su versión, menos impactante, más tenue y mucho más académico. Es decir...si lo que quieres es saber cuál prefiero de las dos, no tengo ninguna duda: "Las amistades peligrosas". Ahora bien, "Valmont" tiene algunas virtudes que no se pueden despreciar, especialmente si te olvidas de la versión de Frears.
Saludos.