martes, 4 de septiembre de 2018

MAMMA MIA 2: UNA Y OTRA VEZ (2018), de Ol Parker

Por razones ajenas a mi voluntad se ha alterado el diseño de la página llegando incluso a eliminar a mis queridos seguidores. Ya estoy trabajando para reparar el entuerto y no dudéis de que volveréis a estar ahí, acompañando todo lo que escribo. Mis disculpas en cualquier caso y un abrazo a todos.

Intentar vivir los sueños de otra persona tiene sus riesgos. Aunque esa otra persona sea alguien con quien siempre has mantenido un vínculo único, especial, irremplazable. Quizá haya que asistir con ojos de espectador al origen de todo para ver que la vida es un interminable juego de espejos en el que pocas cosas merecen realmente la pena. La libertad, el amor, la música y la continua búsqueda de un camino que siempre resulta apasionante. Es hora de volver a cantar para acompañar momentos que sólo el cine puede describir.
Los lugares serán comunes, la fórmula se repite, incluso las melodías ya han sido escuchadas. El argumento es leve, intrascendente, con la única pretensión de transmitir alguna que otra alegría para vivir. Mientras tanto, disfrutamos con las interpretaciones de Julie Walters o de Christine Baranski, asistimos a los graznidos de Pierce Brosnan en lo poco que le dejan entonar, nos reímos con las torpes posturas de Colin Firth, caemos bajo el influjo del atractivo de Andy García, lloramos las ausencias, nos sumergimos en el cuerpo de la voz de Cher porque es lo único que queda sin coser y, de nuevo, vemos lo que deseamos, sin más, deseando estar en algún lugar de la costa griega, tratando de encontrar algún motivo para sonreír. Y, tal vez, la sonrisa está ahí porque, sin saberlo, tenemos a alguien al lado que nos proporciona ese punto que hace que todo sea más fácil, más placentero, más verdadero, más auténtico.
Por lo demás, el rato pasa a través de compases conocidos, tarareados en el interior, con la complicidad de un suave ritmo llevado con los pies y sí, quizá no tengamos tanta magia como hace diez años y falta algo de energía en lo que se nos cuenta. Puede que sea porque el tiempo pasa y es difícil comprenderlo. Puede que sea porque los planes no suelen salir nunca como se habían pensado y ese momento de gloria se disfrace de plenitud. No importa demasiado. El cielo sigue siendo azul. Las puertas conservan ese aire de viejo. La brisa del mar es tan suave que se convierte en caricia. El principio se une misteriosamente con el final y, de nuevo, hay que empezarlo todo para que aquello que se soñó tenga sentido. Más vale apurar la copa y dejar que el aire corra por la ropa desenfadada, por la vista clara y el sentido alerta. La realidad acabará por dejar paso al sentimiento porque todos sabemos que ésa es lo único que verdaderamente importa.
Una y otra vez caemos en esa anarquía saludable que da moverse entre piedras añejas, campos de la mañana, noches de música inolvidable y olas de frustración que llegan, tocan la orilla y se pierden mar adentro. Falta ese entusiasmo que se podía contagiar, pero la coda ha llegado y no cabe duda de que el tiempo maltrata a los protagonistas. Ya saben, mejor con el pelo más largo. Peor con las arrugas hiriendo la piel. Es la ley de la vida. Unos llegan y otros se van. Y los momentos se repiten porque ése es el material con el que se hacen los sueños. No hay muchos más lugares a los que ir, ni más explicaciones que dar cuando se está en un sitio que parece hecho para que la fantasía permanezca allí. Los pantalones de campana ya son historia. El ansia de hacer del mundo un escenario se atenúa. Da lo mismo si Amanda Seyfried sigue con su insufrible vibrato en la voz, o si el mejor baile se muestra mientras se navega. El vencedor, esta vez, no lo cogerá todo. Tendrá que conformarse con un poco de diversión de taza pequeña.  Y todo se juzgará con el corazón.

4 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Pues si, la fórmula es repetida y se parece casi como una gota de agua a lo visto hace 10 años, es el casi el que a mi se me antojó abismal.

Cuando yo iba a ir a verla, mi hija ya la había visto. Le pregunté y me dijo que estaba genial y que era muy bonita y...La interrumpí. "¿Pero el espíritu es el mismo que en la primera?.

¿A qué te refieres con el espíritu?, me dijo.

A que la primera película era un festival, como estar en un parque de atracciones donde todo son risas y sensación de felicidad, como una fiesta cuando ya te has tomado tres o cuatro copas y has mandado las inhibiciones a paseo para concentrarte en el pleno disfrute. Contesté.

Ella pensó y dijo : No, ese espíritu no es exactamente igual.

Y efectivamente cuando la vi, lo confirmé. Es seguro que el objetivo es el mismo, pero el tono no concuerda, tampoco las canciones (algunas de ellas más desconocidas y mas tristes).

Y es que la trama de Donna joven (magnífica Julie Walters) puede respirar esa alegría por vivir que llenaba la primera, aunque aquí los jovenes desmerecen mucho (aun cantando mejor) frente a los maduritos. pero lo malo es que la otra trama, la del hotel a inaugurar y Amanda Seyfried es tristona, pesimista y algo aburrida.

El caso es que el conjunto podría ser una película muy disfrutable, ligera pero disfrutable, y lo es, pero se queda muy lejos de la alegría que transmitía la primera.

Curioso que Andy Garcia interprete al novio de Cher que sería un tipo mucho mayor que los "novios" de su hija, cuando Brossnan y Skarsgard son mayores que él, aunqu elo cierto es que aparenta mucha más edad en realidad.

Abrazos con huracán (una escena absurda en realidad)

César Bardés dijo...

Pues estoy muy de acuerdo. No es una película genial y no pasa de ser una secuela "psé" que se queda a bastante medio camino de sus modestos objetivos. No, no es un festival (aunque la parte final pretende serlo, así como la estelar aparición de Cher). La película, como bien comentas, está claramente desequilibrada en sus tramas y tu opinión es clavada a la mía cuando dices "podría ser una película muy disfrutable, ligera pero disfrutable, y lo es, pero se queda muy lejos de la alegría que transmitía la primera".
En resumen, es totalmente prescindible.
Abrazos desde el escenario escaloncito.

CARPET_WALLY dijo...

Sorry, dije Julie Walters, donde quise decir Lily James que es quien interpreta a Donna joven, se me cruzó el nombre.

Esta Lily, muy capaz vocalmente, ya tiene un par de cosillas con las que apunta maneras.: "El instante más oscuro" como secretaria de Churchill-Oldman o uno de mis disparates favoritos "Orgullo y prejuicio zombie" (que queréis yo soy asín). Y ahora tiene pendiente de estreno una película basada en un libro de que leí hace un par de años y que tenía muchísimo encanto "La sociedad literaria de Guernsey y el pastel de la piel de patata" una historia contada en modo epistolar sobre los habitantes de una pequeña isla inglesa en medio del Canal de la Mancha que es ocupada por los nazis en la 2ª Guerra Mundial y las reuniones "literarias" de algunos de los isleños.

Abrazos por carta

César Bardés dijo...

Aún así, Julie Walters también está estupenda. Es de lo mejor de la película junto con la Baranski. Y tienes toda la razón. Lily James está muy bien, apunta muy buenas maneras, tiene encanto y bastante peso (aunque creo que aún tiene que ganar más). Estaremos pendientes de tu recomendación, con ese título y ese argumento parece interesante.
Abrazos sin peinar.