“Legs” Diamond tiene
una cualidad que muy pocos otros poseen. Piensa más rápido que los demás, actúa
más rápido que los demás. Se adelanta a los movimientos del resto del mundo en
el que ha elegido vivir. Aunque, quizá, llegue un momento en que también
aplicará sus habilidades a su vida privada. Y eso es muy peligroso porque,
cuando avanzas demasiado rápido, la soledad del líder se convierte en una
enfermedad. En el fondo, “Legs” es un tipo de Philadelphia que quiso hacer
dinero fácil y se encontró con una chica que bailaba, una inteligencia que
destacaba entre la mediocridad y unas ideas relampagueantes que se basaban en
la falta de escrúpulos hacia todo lo que le rodeaba. Si había que robar, no
había problema. Se ausentaba de una sesión de noche en el cine y aprovechaba la
ocasión para llevarse algo de una joyería. Si había que matar, no había
problema. Apretaba el gatillo sin ningún remordimiento, sin conciencia ninguna.
Era solo negocio. Y ya se sabe, quien no se atenga a las reglas se expone a
recibir una bala. Si había que medrar, no había problema, aplastar a los demás
sin piedad era fácil. Basta con pisar fuerte y estar atento a las oportunidades
y resquicios que se abren. Se empieza desde abajo. Atento el gesto, vivaz la
mirada. Por allí, “Legs”. Allí está el siguiente paso.
Así que “Legs” pisa la
cima. Su habilidad se reduce a ofrecer protección a unos cuantos negocios
boyantes que no merecen ser llevados por sus propietarios. “Legs” no trafica
con drogas, ni con bebidas, ni con mujeres. Sólo es protección. Y si alguien se
niega, se le retira la protección. Aparecerá en un callejón con los sesos
volados, o en el fondo de un barranco dentro de un coche, o desangrado en
cualquier servicio de algún restaurante de manteles de cuadros. Es un negocio
seguro teniendo en cuenta que los violentos años veinte están en plena
efervescencia. Sin embargo, “Legs” no cuenta con algo que escapa a su audacia y
a su sentido. Es el concepto de empresa. La Mafia y los bajos fondos se
corporativizan. Ya no la dirigen matones de tres al cuarto que han ido
ascendiendo a base de ajustes de cuentas y zancadillas rastreras. Ahora son
empresarios que tratan de sacar el máximo partido a sus negocios y, al estar
juntos, son más fuertes y, al ser más fuertes, no necesitan de ninguna
protección. Lo siento, “Legs”. La ascensión fue fulgurante. La caída lo será
aún más. Y lo peor de todo es que nadie se acordará de ti, ni siquiera aquellos
a los que tuviste muy cerca.
Budd Boetticher se
salió de su registro habitual del western
para narrar esta historia sobre una estrella fugaz que cruzó el universo de las
calles de Nueva York regándolas con sangre e inteligencia. Lo hizo con una
austeridad estilizada que delata la falta de presupuesto, pero también el
talento sobrado. Ya se sabe, Boetticher era un pistolero a sueldo que tenía una
virtud que los demás no tenían. Pensaba más rápido, actuaba más rápido y
disparaba mucho, mucho más rápido.
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