jueves, 8 de noviembre de 2018

BOHEMIAN RHAPSODY (2018), de Bryan Singer

Mañana, festividad de la Almudena en Madrid, no habrá artículo. Volveremos con el ritmo normal a partir del martes, 13 de noviembre. Y no dejéis de ir al cine. A veces, incluso, nos hace soñar.

Quizá todo empiece por la conciencia de ser diferente, de estar llamado a ser alguien que, de alguna manera, alcance la eternidad. A partir de ahí, siempre se trata de dar con las personas adecuadas, de sentirte a gusto dentro del pequeño grupo al que, desde el principio, se le llama familia. Si alguno de estos elementos falla, entonces el camino será cuesta abajo, jalonado de trampas que no se podrán evitar porque la vanidad es muy fuerte y el éxito, engañoso. Y, sin embargo, cuando uno mira en su propio interior, se da cuenta de que está solo, desoladora y absolutamente, y lo único que desea es tener alguien a quien amar.
Puede que la genialidad esté ahí mismo, cuando se sabe que se rompen barreras con cualquier arte, aunque en este caso es la música. Y parte de esa genialidad consiste en saber qué es lo que quiere el público, con qué melodía se va a saltar, con qué ritmo se va a acompañar, con qué emoción se va a cantar. Mientras tanto, al otro lado del escenario, hay demasiadas zonas oscuras que llaman con sus tentadores cánticos de confusión. Y es difícil resistirse, porque hay muchos vacíos que no se han rellenado, tal vez porque no se ha experimentado el amor en toda su extensión y, cuando se ha tenido cerca, tampoco se ha sabido amar. Es una parte fundamental de la vida de cualquiera, incluso de los mitos. Y es tiempo de saber que ellos están hechos para estremecer, para ser los campeones, para que otro muerda el polvo o para que se sepa lo que es estar bajo presión. No importa nada. Sólo encontrar el sitio. Y a menudo se pierde, al igual que la oportunidad, lo mismo que la voz única e incomparable, semejante al amor, gemela a la grandeza.
Bohemian Rhapsody funciona como espectáculo de Queen y, sobre todo, como muestra de lo que puede hacer un actor cuando se entrega en cuerpo y alma a reproducir físicos y sensaciones, posturas y actitudes como es el caso de Rami Malek. Su encarnación de Freddie Mercury llega a producir escalofríos porque, en algún momento, se piensa que ha regresado de entre los muertos para contarnos una parte de su vida. Es verdad que la película bordea con pudor los puntos más oscuros del cantante y que, en algún momento, se nota la falta de timón motivada por el despido de Bryan Singer y su reemplazo por Dexter Fletcher, al parecer por el escándalo que salpicó la vida privada del primero y por sus continuas peleas con la estrella. No obstante, se disfruta con las melodías, se mueven los pies descontroladamente, se sufre con los avatares de un personaje que lo tuvo todo y que no supo hacer de su vida algo diferente como sí lo hizo con su música. A destacar ese momento, espléndidamente dirigido, que da pie al nacimiento de We will rock you y que consigue impresionar. Tal y como sabía hacer el propio Freddie Mercury cuando estaba en plena sintonía con aquellos que se acercaban a escucharle. Y es que en el fondo, todos deseamos que no muriera, que no se hubiera ido como lo hizo y que siguiera cantando con su voz inconfundible y sus maneras llenas de provocación. Es la carne con la que están hechos los sueños.
Así que es momento de buscar alguien a quien amar y tener la fortuna de disfrutar de la compañía de esa persona que lee tus pensamientos, comparte tus anhelos y convierte la vida en algo que realmente merece la pena. Sólo así podremos darnos cuenta de la inmensa suerte que hemos tenido y que tanto le costó encontrar a Freddie Mercury.

6 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Pues estoy bastante de acuerdo con tu valoración.

Recuerdo haber leído algo así como: "Sales de la película dispuesto a comprarte toda la discografia de Queen, si ese era el objetivo lo han conseguido, pero si se pretendía indagar y acercar la controvertida figura de una leyenda al gran público se ha perdido una inmejorable ocasión".

A mi me recordó un poco, salvando las distancias temporales, a los biopics de los 50 sobre grandes músicos: Glenn Miller, Benny Goodman, o antes George Gershwin y su "Rapsodia en azul"
En este caso también se juega a algo similar: pobres inicios pero mucha ilusión, un éxito inicial que sirve de lanzadera, periodo feliz, lanzados al estrellato, comienzan las sombras, conflictos, redención, final feliz. La plantilla es casi la misma.

En este caso, la película juega con dos puntos muy a su favor. La primera es la interpretación, muy destacable en Malek, pero muy creible y profesional en el resto, añadiendo que en el caso de Roger Taylor han encontrado casi un sosias en Ben Hardy. Y la segunda es ese final apoteosico, tanto musical como emocionalmente.

Bien jugado por Synger lo de utilizar el mítico concierto de Live Aid como las comillas que abren y cierran lo que nos cuenta la película. La mejor actuación en vivo de la historia del Rock and roll tal y como han sido considerados aquellos 20 minutos de Queen en el escenario de Wembley. Recuerdo verlo en directo y alucinar, luego lo he repescado varias veces en Youtube y sigue siendo una pasada. En la película ese final es impresionante, los movimientos, las canciones, los tempos, los bailes, los gritos, copiados, imitados al detalle...Es imposible acabar más arriba después de eso.

Cinematográficamente no es una gran película, es cierto, tampoco lo eran aquellos inolvidables biopics de los 50 y sin embargo a mi me parecen maravillosos. Esta película también me lo parece porque te carga las pilas a tope y te llena de música y ganas de sentirla.

Hay además otra añadido, la historia personal, crecí con la música de Queen. Desde los 13 o 14 años empecé a escuchar "Una noche en la opera" y de ahí a los discos anteriors "Queen" o "Queen 2", muchísimo más rockeros o "Un día en las carreras" hasta llegar a "Jazz" aquel disco cuya caratula estaba llena de chicas desnudas en bicicleta. Queen no era, ni mucho menos, mi grupo preferido (Génesis ocupó ese espacio) pero en mi grupo de amigos nos pasábamos los vinilos para disfrutar durante una semanas de escuchas sin fin de las novedades y los surcos de los de Queen sufrieron muchos pases de agujas....

Si algo eché de menos en esta película es más historia musical y menos personal...ya ves tu, justo lo contrario a lo que se le acusa al film. Yo soy así de raro.

Abrazos en carrera de bicicletas.

César Bardés dijo...

Bueno, en parte estoy bastante de acuerdo con lo que apuntas en tu último párrafo. Es verdad que la película blanquea bastante la figura de Mercury cuando es un tipo que visitó muchísimas zonas oscuras y la película pasa un poco de puntillas sobre todo eso, tratando de poner el énfasis en esa perspectiva de saberse diferente y que, como diferente, hacía cosas diferentes. Pero es verdad que también se diluye muchísimo lo que podríamos llamar como "momentos de la creación". Parece que las canciones surgen de la nada, que las hacen, las graban y punto. Digamos que, de alguna manera, la película quiere ser un espectáculo con el grupo como excusa y no como fin. Ahora, pues sí, se disfruta, porque estás viendo a Queen, al grupo que revolucionó el pop y el rock (no me gustan todas las canciones suyas. Sí las que salen en la película e, incluso, algunas más, pero no todas). Es difícil no ponerte a botar en la butaca cuando suenan los acordes de "Somebody to love" (para mí una de sus mejores canciones que aquí sólo se puede escuchar en los títulos de crédito iniciales) o de "Bohemian Rhapsody", o del nacimiento de "We will rock you", quizá la única mención a ese "momento de la creación" que se hace en toda la película.
Sí que tiene algo de esos "biopics" de los cincuenta dedicados a las figuras del swing y del jazz y que tiene algo de ese encanto (culpa, sobre todo, de Malek).
En cuanto a historia personal, bueno, yo accedí a Queen ya mayorcito, con mis dieciséis cumpliditos, cuando mi hermano trajo a casa el "Greatest hits" y comencé a escuchar las anteriores más "We are the champions", o "Crazy little thing called love" y una que hacía mucha gracia a los amigos y que la ponían continuamente en algunas de las fiestas que se organizaban en casa de unos y de otros y que era "Bycicle Race". Ese disco hoy está en casa de mi hermano y me consta que lo sigue poniendo. Y lo que siempre me fascinó fue el misterio de la voz del propio Freddie Mercury, que me parecía única, frágil y fuerte, aguda y sentida, muy especial.
Abrazos con bigotito.

CARPET_WALLY dijo...

"Bycicle race" era del LP "Jazz" y era un himno de nuestro grupo junto con una canción muy, muy extraña llamada "Mustapha" que es bastante desconocida pero que en algunos conciertos se convirtió en legendaria, Freddy lanzaba los primeros compases y la gente aullaba las primeras frases...aunque el grupo nunca terminaba de cantarla.

En "Una noche en la opera" además de "Bohemian Rapshody" y de "Love of my life" (mi canción preferida del grupo por motivos muy personales), se incluía algún hito más y entre ellos una canción "39" que sirvió tanto para mi debut como cantante de rock como para el momento de mi retirada de los escenarios, hechos que ocurrieron ambos en el mismo instante.

También hay alguna cosa que no cuadra pero que sirve para darle intensidad dramática, el concierto es del 85 y a Freddy (se sabe) le diagnosticaron el SIDA unos años después. Y efectivamente no recoge bien el proceso creativo ni nada parecido. De hecho, esa es una de las cosas que más hecho en falta, se plantea que todos los problemas del grupo nacen de Paul "el amigo", y no se comenta el cambio radical de tipo de música que tuvo el grupo en los 80 abandonando el rock puro y las experimentaciones para derivarse a una musica más comercial: "Crazy litle things caalle love", "Another one bites the dust", "Under Pressure" o "Radio Ga Ga"

Y si, yo tambien pienso que es una maravilla el momento de creación de "We will rock you" y eché de menos que hubiese más momentos así. Desde luego no se lo curran para el propio "Bohemian..." que parecía un cúmulo de ocurrencias.

Abrazos encendiendo la lampara (ese momento, muy emotivo, parece que si es una anécdota muy real)

César Bardés dijo...

Bueno, con respecto a lo del diagnóstico del SIDA, hay dos versiones distintas. La de Jim Hatton que dijo que le fue diagnosticado un año después del concierto y la de la chica (que no recuerdo cómo se llama) que dijo que fue justo en el año del concierto. Otra cosa es que fuera justo antes, que eso sí que es por dramatismo. De todas formas es un pecado venial que no tiene mucha importancia y que ayuda a dotar de encarnadura a la película.
Es cierto que se pasa por encima de su giro de tuerca hacia la comercialidad (canciones como "Radio Ga Ga" no me gustan ni un poquito) aunque sí me gusta y mucho tanto "Another one bites the dust" (otra de las canciones que se ponían habitualmente en las fiestas) o "Under pressure", que tiene una letra extraordinaria y que podría haber estado bien que se narrase su conflictivo encuentro con David Bowie.
La película tiene sus luces y sus sombras. Lo que pasa es que las sombras son más por omisión que por ejecución y eso la beneficia. En cualquier caso, sigo diciéndolo, como espectáculo, funciona.
Abrazos campeones.

dexterzgz dijo...

Yo nunca he sido tan fan de Queen como vosotros, digamos que he sido un fan a nivel usuario. Pero por fin he visto la película y puedo coincidir con vosotros. Me atrevería a decir como titular que es una película mediocre pero un espectáculo de primera.

Yo también eché de menos el "momento creación" que llama Bardés, en especial de una cosa tan alucinante como "Bohemian Rapsody", una verdadera rapsodia con cuatro o cinco tempos. No es lo malo que la película bordee de forma edulcorada la figura de Mercury, es que el retrato que se hace del personaje es bastante pueril. Singer toma un par de decisiones tontas que a punto están de arruinar la película. En este sentido me parece todo un acierto acabarla con el Live Aid que te deja con la sensación de subidón con la que sueles salir de un concierto de rock.

Sería injusto que Maleck no rascase al menos nominación este año.

Abrazos mordiendo el polvo

César Bardés dijo...

Es que, en el fondo, es una película bastante "blandita". Hay que disfrutar del espectáculo y, quizá, olvidarse de tecnicismos narrativos. Cierto es que la descripción de Mercury es vulgar, teniendo en cuenta de que debía ser un tío con un fondo bastante fascinante y que Singer (no sé si debido a él o a Dexter Fletcher) toma un par de decisiones tontas como es el hecho de centrar toda la desgracia del grupo en ese personaje bastante tonto que es el representante. Quizá, al no haber elemento creativo en la película, falta eso precisamente para que acabemos admirando del todo la figura de Mercury con todos sus defectos como persona.
Lo de Malik es de nota, sí. Tiene y debe de estar nominado.
Abrazos bajo presión.