miércoles, 21 de noviembre de 2018

RASHOMON (1950), de Akira Kurosawa

Un crimen visto desde varios puntos de vista. Y nadie dice la verdad. Y lo peor de todo es que nadie dice la verdad por una simple cuestión de orgullo. La mujer violada no dice la verdad porque no quiere aparecer como una mujerzuela. El ladrón insidioso no dice la verdad porque quiere proteger su reputación de macho despreciable, de hombre sin corazón que arremete contra todo lo establecido sin conciencia. El asesinado, a través de una vidente, no dice la verdad porque no quiere aparecer como el marido que no hizo nada por evitar la violación y también porque quiere salvaguardar su honor y no parecer un cornudo sin alma. El testigo miente…pero dice la verdad. Y en muchas ocasiones, es difícil encontrar a alguien que sabe combinar ambas cosas.
En la puerta de Rashomon la lluvia cae inmisericorde, tratando de herir a los seres humanos y despertar su lado más bondadoso. El agua golpea con fuerza en el suelo y parece que el cielo vierte ríos enteros sobre ese lugar que está en ruinas, igual que la naturaleza del mismo hombre. Ya no existe la bondad en el mundo y dos hombres no hacen más que preguntarse, bajo la misma puerta, por qué todos mienten en base a las apariencias. La lluvia cae con tal fuerza que se hacen barros de comportamiento y habrá que contar la historia tal y como ocurrió en ese proceso donde todos parecieron tigres heridos bajo el peso de un destino que les niega reconocimiento. El monje budista tiene hambre de personas buenas porque ya hace mucho tiempo que dejó de verlas. Cree que la vida no merece la pena si no hay hombres buenos y todas aquellas confesiones no hacen más que confirmarle el hecho de que ya no existen. Incluso el forastero que llega allí a resguardarse del diluvio dará buena prueba de su falta de corazón, aunque también de su inteligencia. Allí, en la puerta de Rashomon, el hombre se enfrentará a sí mismo, descubriendo cuál es su verdadera naturaleza.
Las confesiones se suceden y parece que el polvo del campo se adhiere a los cuerpos sudorosos que han sucumbido a la fuerza del deseo y de la misma apariencia. Las luchas no son caballerescas, ni honrosas. Son las de dos lombrices arrastradas por el suelo, entre las hojas caídas de un otoño triste por la crueldad de los hombres. La vergüenza se instala en todos ellos de forma permanente porque matar es fácil y mentir lo es aún más. No hay sinceridad en ningún crimen. Incluso aunque el móvil sea tan débil como el honor, o la fama, o la lujuria.

Akira Kurosawa se hizo maestro con este cuento moral que coloca a los hombres ante el espejo mientras se pregunta si aún queda algún resquicio de bondad en sus corazones. La puerta de Rashomon, con sus ruinas, sus maderas desvencijadas, su derrota en el orgullo, será el escenario perfecto para que nos demos cuenta de la vileza que puede llegar a anidar en nuestro interior.

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Es un estupendo post para una película que es algo más que una película. Dicen que es la mejor lección acerca del montaje que nos ha dado el cine. Y además de las cientos y cientos de películas que se han visto influidas por su estructura, "Rashomon" da cuenta de lo importante que es el montaje cinematográfico. No es de extrañar que muchos productores hayan masacrado películas por tener el control final del montaje (y de ahí surge el bendito "director´s cut". Y con la importancia del montaje, también la del punto de vista. Bien pensado, es una de las razones fundamentales de por qué me gusta el cine, por qué se elige contar una historia desde una perspectiva y no desde otra, porque se rueda una escena desde un ángulo y desde otro, por qué se escoge un plano y no otro. Esa capacidad de dirigir una historia desde un sinfín de perspectivas, de elegir unas sobre otras nunca deja de fascinarme. Al igual que tus posts.

Abrazos resguardados de lluvia

César Bardés dijo...

Bueno, ya se sabe que "Rashomon" es una obra de arte. No sólo por ese aspecto crucial del montaje (adelántandose al cine occidental en varios años) sino también por lo que quiere decir dentro de la habitual crispación de Kurosawa. Las apariencias, los testimonios, la variación del punto de visto, la tremenda vergüenza de decir la verdad con referencia a un acto execrable...Esta, de hecho, fue la película que provocó aquel comentario de Kurosawa cuando se llevó a Cannes y los productores, avergonzadísimos por lo que había hecho, empezaron a decidir qué hacer con el montaje de la película, cortar allí, cortar aquí, algún episodio de menos, el polémico segmento de la vidente...Kurosawa les mandó el telegrama diciendo: "¿Por qué no la cortan a lo largo?". La película, en deuda de honor, se estrenó tal cual y el éxito fue inmediato y, creo, merecidísimo.
Gracias por tus palabras, son todo motivación.
Abrazos al viento.