miércoles, 28 de noviembre de 2018

EL SASTRE DE PANAMÁ (2001), de John Boorman

Harry Pendel viste con las mejores telas a todo el que pueda pagárselas en Panamá City. Su corte es digno de Saville Row y, como buen sastre, ejerce de confesor de potentados, hacendados, hombres de negocios y políticos que pululan alrededor del Canal. Sin embargo, algo extraño hay en Harry. Dentro de su elegancia, de su educación, de su palabra justa en el momento adecuado, da la impresión de que vive un gañán, un tipo que no debió de estudiar en Oxford, precisamente. Es sólo una intuición. Lo cierto es que su mujer, Louise, es bella y afortunada, porque trabaja en las altas esferas del gobierno panameño. Todo parece ir bien. Harry sigue cortando trajes impecables con las más finas telas. Louise cree que tiene un marido ejemplar y dos hijos preciosos. Viven en un lugar paradisíaco y son figuras respetadas dentro de la alta sociedad panameña. ¿Qué más se puede pedir?
Pues lo que se puede pedir es alguien como Andy Osnant, un mujeriego, aprovechado y oportunista espía que ha tenido una mala experiencia en su última misión y necesita congraciarse con el alto mando. Así que Andy hace lo que mejor sabe hacer. Conspirar. Y para ello, necesita de la inestimable ayuda de Harry, ese individuo de pasado oscuro y contactos inmejorables, que puede dar muchísima información sobre el futuro inmediato del Canal mientras toma medidas de hombros, pecho, cintura y pernera a los individuos más potentados de Panamá. La misión es fácil, Harry. Sólo tienes que escuchar, charlar como quien no quiere la cosa y, si no hay nada de lo que informar, pasar alguna mentira…pero que sea creíble ¿eh?
Louise observa extrañada la nueva conducta de su marido. Ya no es el Harry de siempre. Simpático, bromista, corto de miras…Ahora corre a conferencias secretas, se da una vuelta por los barrios menos recomendables de la ciudad, busca la soledad en sus conversaciones telefónicas. ¿Habrá otra mujer? ¿O será la mala influencia de ese tal Andy Osnant que le está enseñando a vivir? El condenado es atractivo. Tal vez sea precisamente ese hombre que no es Harry. Apasionado, seductor, atento, elegante con una camisa con los faldones por fuera. Es difícil resistirse a sus encantos. Quizá sea el momento de tener una charla con Harry y comprobar si tiene alguna amiguita por los arrabales.

John Boorman maneja los personajes con maestría en una trama de espionaje y humanidad salida de la pluma de John Le Carré con serios puntos de contacto con Nuestro hombre en La Habana, de Graham Greene. También cuenta con otros actores de talla como Brendan Gleeson, Catherine McCormack e, incluso, una de las primeras apariciones de Daniel Radcliffe como uno de los hijos de Harry. Pero, la verdad, el espionaje de sentimientos y reacciones corre a cargo de unos estupendos Geoffrey Rush, Jamie Lee Curtis y Pierce Brosnan. Equívocos, ambiguos, calculados, perfectos en sus cometidos de seres perdidos en busca de una razón dentro de un mundo absurdo de mentiras y disfraces con la excusa de una elegante sastrería. Es el momento de ponerse todas las caretas. La sorpresa acaecerá cuando se compruebe que alguno de ellos tiene más de una. 

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