Harry Pendel viste con
las mejores telas a todo el que pueda pagárselas en Panamá City. Su corte es
digno de Saville Row y, como buen sastre, ejerce de confesor de potentados,
hacendados, hombres de negocios y políticos que pululan alrededor del Canal.
Sin embargo, algo extraño hay en Harry. Dentro de su elegancia, de su
educación, de su palabra justa en el momento adecuado, da la impresión de que
vive un gañán, un tipo que no debió de estudiar en Oxford, precisamente. Es
sólo una intuición. Lo cierto es que su mujer, Louise, es bella y afortunada,
porque trabaja en las altas esferas del gobierno panameño. Todo parece ir bien.
Harry sigue cortando trajes impecables con las más finas telas. Louise cree que
tiene un marido ejemplar y dos hijos preciosos. Viven en un lugar paradisíaco y
son figuras respetadas dentro de la alta sociedad panameña. ¿Qué más se puede
pedir?
Pues lo que se puede
pedir es alguien como Andy Osnant, un mujeriego, aprovechado y oportunista
espía que ha tenido una mala experiencia en su última misión y necesita
congraciarse con el alto mando. Así que Andy hace lo que mejor sabe hacer.
Conspirar. Y para ello, necesita de la inestimable ayuda de Harry, ese
individuo de pasado oscuro y contactos inmejorables, que puede dar muchísima
información sobre el futuro inmediato del Canal mientras toma medidas de
hombros, pecho, cintura y pernera a los individuos más potentados de Panamá. La
misión es fácil, Harry. Sólo tienes que escuchar, charlar como quien no quiere
la cosa y, si no hay nada de lo que informar, pasar alguna mentira…pero que sea
creíble ¿eh?
Louise observa
extrañada la nueva conducta de su marido. Ya no es el Harry de siempre.
Simpático, bromista, corto de miras…Ahora corre a conferencias secretas, se da
una vuelta por los barrios menos recomendables de la ciudad, busca la soledad
en sus conversaciones telefónicas. ¿Habrá otra mujer? ¿O será la mala
influencia de ese tal Andy Osnant que le está enseñando a vivir? El condenado
es atractivo. Tal vez sea precisamente ese hombre que no es Harry. Apasionado,
seductor, atento, elegante con una camisa con los faldones por fuera. Es
difícil resistirse a sus encantos. Quizá sea el momento de tener una charla con
Harry y comprobar si tiene alguna amiguita por los arrabales.
John Boorman maneja los
personajes con maestría en una trama de espionaje y humanidad salida de la
pluma de John Le Carré con serios puntos de contacto con Nuestro hombre en La Habana, de Graham Greene. También cuenta con
otros actores de talla como Brendan Gleeson, Catherine McCormack e, incluso,
una de las primeras apariciones de Daniel Radcliffe como uno de los hijos de
Harry. Pero, la verdad, el espionaje de sentimientos y reacciones corre a cargo
de unos estupendos Geoffrey Rush, Jamie Lee Curtis y Pierce Brosnan. Equívocos,
ambiguos, calculados, perfectos en sus cometidos de seres perdidos en busca de
una razón dentro de un mundo absurdo de mentiras y disfraces con la excusa de
una elegante sastrería. Es el momento de ponerse todas las caretas. La sorpresa
acaecerá cuando se compruebe que alguno de ellos tiene más de una.
No hay comentarios:
Publicar un comentario