martes, 15 de octubre de 2024

EL VALLE DEL FUGITIVO (1971), de Abraham Polonsky

Willie Boy mata en defensa propia. Y el hombre blanco, azuzado por las circunstancias de una visita política y siempre falsa, se lanza en su busca. La caza se ha puesto en marcha y sólo hay un tipo con una estrella de latón que parece mantener la cabeza sobre los hombros y no es otro que alguien que siempre sintió simpatía por Willie Boy. Intenta racionalizar lo que no tiene solución. Los granujas que pueblan el Oeste, trajeados o sucios, educados o brutos, violentos o pacíficos, quieren ver a Willie Boy muerto. Ya se sabe que el único indio bueno es el indio muerto y si tienen una excusa como un asesinato, ya no hay salvación. Cooper, el sheriff, intenta sujetar a los desquiciados que sólo desean ver que un indio también posee la sangre de color rojo, pero también tiene miedo de que la desesperación lleve a Willie Boy a meterse en más problemas. Fue en defensa propia. Y Cooper cree que podrá demostrarlo en un tribunal, pero tiene que cazar a Willie Boy antes que los demás.

El indio sabe moverse rápido entre las rocas y los territorios áridos de fuga. Corre como el viento, se esconde como una serpiente y guarda el miedo para una mirada que huye más rápido que él. Willie Boy se parece tanto a los demás que sólo quería volver a su reserva y amar y ser amado. Nada de eso se va a cumplir por culpa de ese asesinato en defensa propia. Y Willie Boy llega al convencimiento de que, si hubiera muerto él, quizá hubieran detenido al otro y lo hubieran juzgado, pero, sin duda, no serían tan severos, ni se armaría tanto revuelo para ir a por él. Al fin y al cabo, si un blanco se escapa, todo se resuelve encogiendo los hombros y dándose la vuelta.

Abraham Polonsky volvió con esta historia de opresión y aventura después de haber estado incluido en las listas negras durante más de veinticinco años. En esta película, vuelca buena parte de su rabia, haciendo que su personalidad sea la del incauto Willie Boy, bien interpretado por Robert Blake. Sin embargo, las simpatías de Polonsky se dirigen hacia ese sheriff introvertido, analítico, razonable y valiente que encarna Robert Redford con serenidad y lentitud. En él reside buena parte del atractivo de una película en la que, a través de la metáfora, Polonsky narra la persecución injusta, la locura colectiva, los intereses creados para cazar a inocentes y la terrible desesperación de los que no tienen a dónde ir. El resultado es una película que se disfruta, pero que también se piensa. Que se diluye, pero que también se queda. Que se deshace, pero que también incomoda. Hay que decir a todo el mundo que Willie Boy está aquí.

Mantener la cabeza fría es uno de los requisitos indispensables para no caer confundido entre la masa voluble. La masa, digámoslo claramente, casi nunca tiene razón. Sólo el criterio propio nos salva. Somos los que tenemos que separar la propaganda falsa de la verdad. Y no es tarea fácil para quien quiere construir un país justo. Salgamos en su busca porque esa es la verdadera persecución. 

No hay comentarios: