martes, 15 de octubre de 2024

KRIS KRISTOFFERSON: UNA ROSA BAJO LA NIEVE


Fue el galán por excelencia que parecía querer decir a cada beso que hicieras el amor y no la guerra. Con su imagen viril, marcó una etapa en los años setenta, demostrando dónde se hallaba el vigor en los protagonistas de una época que se deshacía en cánticos en contra de Vietnam y destacaba por la gasa en el vestido de ellas y la camisa desabrochada en el pecho de ellos. Kris Kristofferson, quizá, ha puesto el punto final de una época que nunca nació del todo, pero que tampoco supo morir del todo.

Procedente del mundo de la música country, aunque a lo largo de carrera tocó la música de muchos géneros y actitudes, su primera aparición en pantalla fue, como no podía ser menos, en una película de Dennis Hopper, The last movie, un poco como ese joven que recogía el testigo contestatario y rebelde que habían dejado los easyriders de Peter Fonda, el propio Hopper o Jack Nicholson. Sin embargo, fue una aparición secundaria, suficiente como para llamar la atención, pero que no parecía digna de un cantante que ya gozaba del éxito.

Fue su siguiente película la que le proporcionó estar en boca de todos. Cisco Pike, de Bill Norton, al lado de Karen Black y Gene Hackman, le dio la oportunidad de interpretar a un traficante de drogas que debe actuar de infiltrado por las presiones de un policía que siempre está a punto de pisar la raya que diferencia lo bueno de lo malo. La película tuvo un éxito considerable y Kristofferson fue llamado por el cineasta que le iba a encumbrar hacia la leyenda porque le había gustado su actuación. Ese cineasta se llamaba Sam Peckinpah y quiso a Kris Kristofferson para uno de los papeles protagonistas de Pat Garrett y Billy the Kid. La figura de Kristofferson parecía ideal para interpretar a Billy el Niño, legendario pistolero que parecía nacido para otros menesteres y que fue cazado por uno de sus amigos. Con este western, el trío formado por Peckinpah-Kristofferson-James Coburn parecían decir adiós de una vez por todos al mundo mítico del Oeste. Ya nada sería como antes.

Sam Peckinpah le requiere de nuevo para un papel más bien episódico en esa extrañeza genial que es Quiero la cabeza de Alfredo García, pero es Martin Scorsese el que le da la oportunidad de dejar un poco atrás la figura del joven rebelde e interpretar a un hombre centrado y adulto, que abre un mundo de nuevas posibilidades a la protagonista de Alicia ya no vive aquí.

A partir de este momento, el nombre de Kris Kristofferson se convierte en el mayor reclamo para ir al cine. Barbra Streisand le requiere para sustituir al inicialmente previsto Elvis Presley para acompañarla en Ha nacido una estrella, en la que grabaron juntos el mítico tema Evergreen, canción ganadora del Oscar de aquel año. La experiencia para Kristofferson no fue buena: “Trabajar con Barbra Streisand me ha quitado las ganas de hacer cine durante una temporada”, pero los guiones se amontonan encima de su mesa y accede a coprotagonizar junto a Burt Reynolds y Jill Clayburgh Dos más uno, igual a dos, comedia deportiva y de trío amoroso que fue otro éxito comercial que, curiosamente, ya nadie recuerda.

Peckinpah le ofrece otro de sus proyectos más taquilleros como es Convoy que, a pesar de que fue una película extensamente odiada por su director, se convirtió en uno de los grandes éxitos de la década, con Ali McGraw y Ernest Borgnine acompañándole en la cabecera del reparto. Nuevamente, Kristofferson ofrece la imagen de rebelde con éxito como ese camionero que se enfrenta tercamente a la autoridad para impedir la extorsión de los transportistas por carretera en el medio Oeste americano.

Es uno de los principales activos del mayor desastre del cine moderno estadounidense que llevó a la quiebra a la United Artists como La puerta del cielo, de Michael Cimino, en la que pasea compostura y sabe actuar, otorgando un punto de serenidad a una película que fue una locura. Sin embargo, a partir de aquí, la carrera de Kris Kristofferson inicia una lenta cuesta abajo. Al fracaso en la película de Cimino se une su unión con Jane Fonda en un papel que no le ajustaba nada como el de ejecutivo de altas esferas en Una mujer de negocios, de Alan J. Pakula. Sólo su aparición como policía con pasada muy turbulento a cuestas en la excelente Inquietudes, de Alan Rudolph parece sacarle un poco de la indiferencia. Se refugia en varias series de televisión, que también sirven para proporcionarle un éxito más que moderado y su carrera en cine se va diluyendo con títulos demasiado al margen, o, sencillamente, apabullantemente mediocres.

Uno de esos proyectos, a primera vista no demasiado importante, le pone otra vez en primera línea. Encarna al brutal comisario de Lone Star, una de las mejores películas del director John Sayles, que sabe extraer ese punto de dureza extrema que podía sacar Kristofferson y que era muy capaz de ofrecer. No hay que olvidar que fue un hombre que empezó la carrera militar, fue piloto de helicóptero e instructor oficial en la Academia de West Point. Blade es otra película que le mantiene como un nombre recordable en el panorama del momento y realiza una excelente interpretación en una película de la que nadie se acuerda y que se llama La hija de un soldado nunca llora, basada en la vida del escritor James Jones, autor de novelas tan famosas como De aquí a la eternidad o Como un torrente.

Ya, cómodamente instalado en el asilo de los villanos para actores que un día encabezaron repartos, ofrece un malvado de cierta clase en la notable Payback, al lado de Mel Gibson y tiene una aparición interesante en otra película muy poco conocida y que lleva ácido vitriólico en sus bobinas y que también es obra de John Sayles como Silver City, una historia que criticaba sin ambages al entonces presidente George W. Bush.

Otro malvado destacable es el de la versión de La huida que hace Walter Hill a partir de su propio guion para Peckinpah, todo un homenaje al director de la original, y que tiene a Alec Baldwyn y Kim Basinger como protagonistas en lugar de los míticos Steve McQueen y Ali McGraw. Más partes de Blade, villanos en películas olvidables y mucho doblaje para dibujos animados aprovechando su susurrante voz es lo que nos queda por reseñar. En 2013, la familia ya comunicó que tenía problemas de memoria con posible diagnóstico de Alzheimer aunque, posteriormente, esto último fue desmentido. Retirado de todo rodaje desde 2018, Kris Kristofferson nos ha recordado siempre cuál es el material con el que están hechos los hombres ideales. Siempre comprometidos, siempre serenos, siempre mansos…y con un punto de esperanza. Algo parecido a una rosa en la nieve que brota para subrayarnos que aún queda un sueño por cumplir.               

                                                                                                              César Bardés

3 comentarios:

Alí Reyes dijo...

Creo que uno de los recuerdos imperecederos de ese personaje es esta canción

https://tigrero-literario.blogspot.com/2023/05/bobby-mcgee-y-yo-janis-joplin.html

Anónimo dijo...

Excelente homenaje.

César Bardés dijo...

Gracias a ambos